La Suma Teológica contrastada con la ciencia
Las 24 tesis tomistas y 2 tesis más
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Las 24 tesis tomistas
Ha ocurrido que la mente del Doctor Angélico se ha expuesto de diversas
maneras por maestros que todos pretendían dar fielmente la doctrina del Santo.
Para disipar la confusión que de ahí resultaba, algunos profesores redactaron 24
tesis, en las que, a su parecer, se expresaba el verdadero pensamiento de Santo
Tomás, y las sometieron al examen de la Sagrada Congregación de Estudios. Ésta
contestó, por orden del papa San Pío X, el 27 de julio de 1914, que dichas tesis
contienen realmente la auténtica doctrina del Santo Doctor en sus lineas
principales.
Las transcribo aquí en traducción castellana los más fiel posible, tomadas
del "Manual de Filosofía Tomista" de Enrique Collin Pbro. Ed. Luis Gili,
Barcelona 1960. Este libro está agotado, y no he encontrado las 24 tesis en
ningún otro libro ni buscador de internet. Por eso las pongo al alcance de todos
los internautas amantes de Santo Tomás.
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- La potencia y el acto dividen al ser de tal suerte que todo cuanto
existe, o bien es acto puro, o bien se compone necesariamente de potencia y acto
como principios primeros e intrínsecos.
- El acto, por ser perfección, no se limita sino por la potencia, que es capacidad
de perfección. Por consiguiente, en el orden en el que el acto es puro, no
existe sino ilimitado y único; y donde es finito y múltiple, entra en verdadera
composición con la potencia.
- Por esto Dios es el Único que subsiste en la razón absoluta del mismo ser,
el único simplicísimo: todas las demás cosas que participan del ser tienen una
naturaleza que limita el ser, y constan de esencia y existencia como de
principios realmente distintos.
- El ser, que recibe su denominación del verbo ser, se dice de Dios y de las
criaturas de una manera no unívoca, ni tampoco del todo equívoca, sino análoga,
con una analogía así de atribución como de proporcionalidad.
- Hay, además, en toda criatura, composición real de un sujeto subsistente con
unas formas sobreañadidas o accidentes; composición que sería ininteligible si la
existencia no fuese realmente recibida en una esencia distinta de ella.
- Además de los accidentes absolutos hay un accidente relativo, esto es, una
relación a algo. Aun cuando esta relación no signifique según su propia razón
algo inherente a un sujeto, tiene, sin embargo, muchas veces su causa en las
cosas, y, por consiguiente, una entidad real distinta del sujeto.
- La criatura espiritual es enteramente simple en su esencia. Pero quedan en
ella dos composiciones: de esencia y existencia, y de substancia y accidentes.
- En cambio, la criatura corporal está compuesta, en cuanto a su misma
esencia, de potencia y acto; potencia y acto del orden de la esencia que se
designan con los nombres de materia y forma.
- Ninguna de esas dos partes existe per se, ni se produce o corrompe
per se, ni se incluye en un predicamento sino reductivamente, como
principio substancial.
- Aunque las extensión en partes integrales se sigue de la naturaleza
corpórea, no es lo mismo para un cuerpo ser substancia y ser extenso. La
substancia, en efecto, de suyo es indivisible; no, ciertamente a manera de un
punto, sino a manera de aquello que se halla fuera del orden de la dimensión. En
cambio, la cantidad, que da la extensión a la substancia, difiere de ésta
realmente y es un verdadero accidente.
- La materia signada por la cantidad es el principio de la individuación, es
decir, de la distinción numérica -imposible en los espíritus puros- entre
individuos de una misma naturaleza específica.
- Esta misma cantidad hace que un cuerpo se halle circunscriptivamente en un
lugar y que, por una misma potencia, no pueda estar de este modo más que en un sólo
lugar.
- Los cuerpos se dividen en dos categorías: unos son vivientes y otros carecen
de vida. En los vivientes, para que un mismo sujeto haya per se una parte
moviente y otra movida, la forma substancial, designada con el nombre de alma,
requiere una disposición orgánica, o sea, partes heterogéneas.
- Las almas del orden vegetativo y sensitivo no subsisten per se ni son
per se producidas; solamente existen en calidad de principio por el cual
existe y vive el ser viviente; y como dependen enteramente de la materia, por
el mero hecho de corromperse el compuesto se corrompen ellas per accidens.
- Por el contrario, subsiste per se el alma humana, la cual, cuando
puede ser infundida a un sujeto suficientemente dispuesto, es creada por Dios, y
es de su naturaleza incorruptible e inmortal.
- La misma alma racional se une al cuerpo de tal suerte que es su forma
substancial única, y por ella el hombre es hombre y animal y viviente y cuerpo y
substancia y ente. El alma presta, pues, al hombre todos los grados esenciales
de perfección; además, comunica al cuerpo el acto de existencia con que ella
existe.
- Dos órdenes de faultades, orgánicas las unas y las otras inorgánicas,
dimanan del alma humana por natural resultancia. Las primeras, a las cueles
pertenece el sentido, tienen por sujeto al compuesto; las segundas, sólo al
alma. El entendimiento es, pues, una facultad intrinsicamente independiente de
todo órgano.
- A la inmaterialidad sigue necesariamente la intelectualidad, y de tal suerte
que a los grados de alejamiento de la materia responden los grados de
intelectualidad. El objeto adecuado de la intelección es, en general, el mismo
ser; mas el objeto propio del entendimiento humano, en el presente estado de
unión [con el cuerpo], se circunscribe a las quiddidades abstraídas de las
condiciones materiales.
- Recibimos, pues, de las cosas sensibles el conocimiemto. Mas, como lo
sensible no es intelible en acto, además del entendimiento formalmente
inteligente hay que admitir en el alma una virtud activa, que abstraiga de las
imágenes las especies inteligibles.
- Por estas especies [inteligibles] conocemos directamente los objetos
universales; los objetos singulares los conocemos con los sentidos y también con
el entendimiento por un retorno a las imágenes. Al conocimiento de las cosas
espirituales nos elevamos por analogía.
- La voluntad sigue al entendimiento, no le precede, y apetece necesariamente
aquello que se le presenta como un bien que sacia por completo el apetito; pero
elige libremente entre los diversos bienes a ella propuestos como apetecibles
por un juicio reformable. La elección sigue, pues, al último juicio práctico;
pero es la voluntad quien hace que éste sea el último.
- No percibimos la existencia de Dios con una intuición inmediata ni la
demostramos a priori; pero sí a posteriori, esto es, por las
criaturas, arguyendo de los efectos a la causa, es decir:
- De las cosas que se mueven y no pueden ser principio adecuado de su
movimiento, a un primer motor inmóvil.
- De que las cosas del mundo proceden por causas subordinadas entre sí, a una
primera causa no causada.
- De las cosas corruptibles, por igual indiferentes a existir y a no existir,
a un ser absolutamente necesario.
- De los seres que, según unas disminuidas perfecciones de ser, vivir y
entender, más o menos son, viven y entienden, a aquel que es suma inteligencia,
suma vida y sumo ser.
- Finalmente, del orden del universo, a una inteligencia separada que ha
ordenado y dispuesto las cosas y las dirige a un fin.
- Se señala bien el constitutivo de la Esencia divina, en su concepto,
diríamos, metafísico, identificándola con la subsistente actualidad del mismo
ser; en otros términos, diciendo que es el mismo Ser Subsistente; y esto
mismo da la razón de su perfección infinita.
- Por la pureza misma de su ser se distingue, pues, Dios de todas las cosas
finitas. Colígese de aquí, en primer lugar, que el mundo sólo pudo proceder de
Dios por creación; en segundo lugar, que la virtud creadora que de suyo
primariamente tiene por término el ser en cuanto tal, ni por milagro es
comunicable a ninguna naturaleza finita; finalmente, que ningún agente creado
influye en el ser de un efecto cualquiera, si no es movido por la Causa Primera.
La primera tesis es la del carácter
locutivo del entender, o que el concepto o verbo mental surge del entender
en acto por este mismo acto. Esta locución intelectiva no es un acto distinto,
sino que pertenece intrínsecamente al mismo acto intelectivo. El entendimiento
es, por tanto, activo o creativo, porque, como afirma explícitamente Santo
Tomás, «lo entendido, o la cosa entendida, se comporta como algo constituido y
formado por el entender» (De Spiritualibus Creaturis, q. un., a.
9, ad 6).
La actividad locutiva se fundamenta ontológicamente en el mismo
entendimiento en acto.
«El verbo mental no surge de nuestro entendimiento sino en
cuanto éste existe en acto: pues simultáneamente es existente en acto y está ya
en él el verbo concebido». La palabra mental no emana «según el brotar de la
potencia al acto, sino que es al modo como surge el acto del acto, como el
resplandor de la luz» (Summa contra Gentes, IV, c. 14.).
La segunda tesis es que este verbo mental es lo
entendido. También formulada por Santo Tomás al indicar que «lo entendido en
el inteligente es el concepto o el verbo» (Ib. IV, c. 11.).
Ambas tesis se encuentran articuladas en este otro texto del
Aquinate:
«Siendo el verbo interior aquello que es entendido, y no
existiendo en nosotros sino en cuanto entendemos en acto, el verbo interior
requiere siempre el entendimiento en su acto, que es el entender» (De
Veritate., q. 4, a. 1 ad 1.).
Las 81 tesis
ALGUNAS TESIS CARACTERÍSTICAS DE LA SÍNTESIS FILOSÓFICA DE SANTO TOMÁS
Camino(s) ascendente(s):