BOLETIN diciembre de 2009

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MARÍA, ESPEJO DE SANTIDAD

      Cuando en las Letanías invocamos a la Virgen María con el título de Espejo de justicia, expresamos, de acuerdo con el lenguaje bíblico, que Ella es Espejo de santidad. En efecto, mediante su Inmaculada Concepción Dios nuestro Señor la creó a su imagen y semejanza, haciéndola participar, desde ese primer instante de su ser, de su Santidad divina, con exclusión de toda mancha de pecado.

      La imagen y semejanza con Dios, que habían hecho de Adán el retrato fiel de la Bondad divina, y que él, por el pecado, desfiguró en sí mismo y en sus descendientes, fueron restituidas a la Virgen María en su Concepción, en atención a los méritos que conseguiría su Hijo, Jesucristo, mediante su Pasión, Muerte y Resurrección. Desde aquel mismo instante inicial de la existencia de la Virgen María, Dios se vio “retratado en Ella”, como afirma la M. Sorazu en su opúsculo sobre la Concepción Inmaculada de María.

      De ahí el interés con que debemos mirarnos, en el  novenario de la Inmaculada y siempre, en ese “espejo inmaculado” para imitar a la Virgen María en sus virtudes y componer nuestras vidas, según la imagen que en Ella nos ofrece Dios de Sí mismo. Así, podremos ofrecer nosotros mismos a cuantos nos vean, si no un retrato, siquiera un esbozo del Hijo de Dios humanado, cuyo nacimiento en Belén nos disponemos a celebrar en la ya muy próxima Navidad, que deseamos a todos nuestros lectores sea muy feliz y fecunda en frutos de santidad.

PÁGINAS AUTOBIOGRÁFICAS

      “El día 23 de Junio de 1898, a las tres de la madrugada, me despertó el canto o graznido de una codorniz. Lo mismo fue oír este canto o graznido que elevarse mi espíritu a Dios por la contemplación de las obras de la creación, a cuyo himno de alabanza me asocié para alabar y bendecir al Creador. Hacía tiempo que la creación no me hablaba ni elevaba a Dios, y al verme nuevamente favorecida del Señor con este lenguaje de amor que las criaturas me hablaban, me sentí dichosa, y debía serlo, pues en adelante todo me hablaba de Dios y me elevaba a Él, y de sólo oír el mugido de una vaca o el ladrido de un perro, me transportaba al mundo de los espíritus, a una región divina, donde todo era orden y armonía y sólo existía Dios como Creador y Conservador, vivificando la creación y recibiendo el tributo de alabanza y gratitud de sus criaturas.

      En gracia a este favor, me dediqué a contemplar la naturaleza para mejor escuchar las alabanzas que tributa a Dios la creación y asociarme al himno universal de las criaturas, pero sin dejar por esto la meditación de la vida, pasión y muerte de mi Dios Humanado y mis relaciones con Jesús Sacramentado y nuestra inmaculada Madre.

      Por la misma razón, me aficioné a la floricultura y me dediqué  a ella en las horas libres de mis deberes de cargo. Señalé un trozo de tierra en el jardín para cultivarlo con intención de inspirarme en las flores para alabar y bendecir a mi Dios. Antes de cultivarlo lo dediqué y ofrecí al Señor, y con el trozo de tierra le consagré mi alma toda rogándole que la aceptase. Derramé sobre ella bastante cantidad de agua bendita y la bendije a mi manera y, hecho esto, puse manos a la obra cavando mi trozo de tierra y plantando en ella flores […].

      Di principio al plantío plantando en ella violetas, rosales, lirios y azucenas sin reparar que no era tiempo, pues estábamos en Junio. Estaba impaciente por ver floreciente mi jardín para inspirarme en él y no podía esperar ni un mes siquiera. Llena de fe y confianza en Dios, bendije las plantas antes de meterlas en tierra para que no se secasen, y así sucedió.

      En las violetas miraba la santa virtud de la humildad, la que procuraba cultivar en mi alma con esmero, pero la humildad verdad, hija del conocimiento de la infinita grandeza de Dios y de mi propia vileza, e hija también del puro amor y celo de la gloria divina.

      En las rosas contemplaba la virtud de la caridad divina y fraterna, y procuraba cultivarla realizando muchos actos de amor a favor de Dios y ejercitando la caridad con mis hermanas y con todo el mundo, interesándome por todas las almas justas y pecadoras en la presencia de Dios.

      En las azucenas contemplaba la virtud de la santa pureza, y procuraba cultivarla procurando ser pura de cuerpo y alma, de conciencia y de corazón. Como soy tan pecadora y débil, y no he sabido nunca el arte de vivir sin pecar, para conservarme pura y limpia de conciencia, me confesaba muchas veces cada día con Dios N. Señor con grande horror y aborrecimiento de mis faltas, suplicando al mismo Dios me perdonase y purificase y alejase del pecado a distancias inmensas, prefiriendo morir antes que volver a pecar.

      En los lirios consideraba la soledad y el retiro. En las hojas que le cercan veía figurada mi celda, y en el tallo y la flor mi cuerpo y alma, mi ser físico y moral velado a las miradas humanas, merced a las paredes de la celda, pero elevada hacia lo celestial y divino, y en comunicación con Dios, sin que pudiesen los mortales penetrar en el santuario de nuestras relaciones.”

(Autobiografía Espiritual de la M. Sorazu, n.220-223)

TEXTOS PARA LA ORACIÓN

      "Oh hijos de Adán, hermanos míos queridos. Despertad de vuestro sopor. ¿Es posible que continuéis dormidos en la indiferencia y en el olvido después del magnífico Don que Dios Padre os hizo en la Encarnación del Verbo? ¿Ignoráis por ventura que sois tesoros de todas las riquezas de la Divinidad y que en vuestro seno reposa el Esplendor de la gloria del Padre, la Figura de su substancia, y que tenéis a vuestra disposición la Fuente de la Vida, de la Gracia y de la Gloria, que dejando la realidad corréis en pos de la sombra, de la gloria y felicidad aparente? No queráis labraros vuestra eterna desventura, habiendo puesto Dios en vuestras manos la verdadera felicidad con todos los tesoros de su Divinidad infinita en la Persona del Verbo que os donará, para que creyendo en Él no perezcáis, sino que logréis la vida eterna.

      Hermanos míos, hermanos míos, no os aborrezcáis tanto que os privéis del Único y verdadero Bien por un gozo aparente, grosero y momentáneo. Pues anheláis la felicidad, que es el centro y fin de la criatura racional, buscadla en Dios, que es la Gloria esencial y la Bondad por esencia. Sentís necesidad de amar y de ser amados, amad al supremo Bien y gozaos en el amor infinito y eterno que el mismo Dios os profesa. Mirad hasta qué extremo os ama Dios, que nos dio su Hijo Unigénito en testimonio del amor que nos profesa, y en su Hijo y con su Hijo, todos los tesoros de su Divinidad, su gloria y felicidad infinitas, y a Sí mismo. Oh, sí, Dios nos ama con amor eterno e infinito, con amor que es el mismo Dios, pues se dio a Sí mismo al hombre en la Persona del Verbo que nos donó para atestiguarnos su amor. Nos ama cuanto vale su Unigénito, pues nos lo entregó en testimonio del amor que nos profesa.

      ¿Qué gloria, qué felicidad, qué gracia y qué don nos negará Dios Padre, que nos ama hasta el extremo de entregarnos el Esplendor de su gloria, la Figura de su substancia, su Hijo Unigénito, y con Él todas las riquezas de su Bondad infinita? Ninguna que nos convenga para conseguir nuestra felicidad, pues quien libérrimamente nos dio su Hijo, no puede negarnos ningún bien, ninguna gracia.

      Estudiad, mortales, al Verbo Encarnado, contemplad su excelencia y bondad, las riquezas que atesora su divina Persona Humanada, y por aquí llegaréis a comprender algo de la nobleza y excelencia del amor que Dios Padre nos profesa, y la predilección de que somos objeto por parte de su Bondad. Y pues Dios nos ama tanto y nos ha dado todos los tesoros de su Divinidad infinita en su Hijo Unigénito, y poseemos la Fuente de la Vida y de la Gloria, todo el Bien, amemos este Bien infinito, sumo, eterno, único que existe, y que por dicha nuestra poseemos, y gocémonos en Él, y seremos felices aquí en la tierra y mucho más en el cielo, donde le veremos como es, y le amaremos y poseeremos con plenitud de perfección.

      Para esto nos dio el Padre su divino Hijo, para hacernos partícipes de su Bondad y felicidad infinita. Para esto vino al mundo el Verbo eterno, tomó carne humana, dio su vida y se quedó en la Iglesia sacramentado, y ruega sin cesar por nosotros a la diestra del Padre y en la Eucaristía, y pone al servicio de su Divinidad los infinitos merecimientos de su santa Humanidad.

      Y para esto vino también al mundo el Espíritu Santo, y esto anhela y pide con gemidos inefables en el fondo de nuestra alma.

      Respondamos a los requerimientos amorosos de este divino Espíritu, que aboga por nosotros en el acatamiento del Padre y del Hijo, y demos cumplimiento a los deseos de este Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que anhela con ardor infinito nuestra posesión, y conseguiremos la gloria y felicidad eterna que su Bondad nos reserva en el cielo, después de la relativa bienaventuranza que nos concede en la tierra. Amén.”

(Exhortación al final del opúsculo sorazuano Visión del Profeta Isaías,

Exposición de varios pasajes de la Sagrada Escritura,

Salamanca 1926, pp. 15-17)

NOTICIAS Y TESTIMONIOS

   En esta ocasión la intercesión de la Sierva de Dios, nuestra querida Madre Ángeles Sorazu, ha sido para concedernos la curación de una Hermana de nuestra Comunidad de Valladolid. Intervenida quirúrgicamente de una hernia inguinal el 22 de marzo de este año 2009, antes de transcurrir veinticuatro horas, se presentó un derrame cerebral implicando el lado izquierdo, que como es normal en estos casos queda totalmente paralizado. El diagnóstico no podía ser peor: caso irreversible. Había afectado el nudo principal nervioso del cerebro por el tipo de ictus sufrido.

   Al ser informada la Comunidad comenzó a invocar la intercesión de M. Ángeles con esperanza y confianza inmensa. Transcurridos unos días en esta situación crítica, aparece en la pierna enferma una trombosis venosa profunda, lo que supuso un retroceso y agravamiento de su estado general por la contradicción entre ambos  tratamientos. Hubo que interrumpir la intervención del fisioterapeuta, un no pequeño contratiempo para la rehabilitación de la enferma. La gran sorpresa fue que, encontrándose en este periodo de inmovilidad, la enferma inconscientemente -porque no se había enterado- comenzó a mover la mano (clínicamente “muerta”). Fuimos varios los testigos... ¡había recuperado el movimiento! que se fue consolidando hasta llegar a la normalidad. Fechas más tarde comenzó a doblar la rodilla de la pierna afectada, incluso el pie que era el mayor inconveniente u obstáculo. El asombro de médicos, fisioterapeuta, personal clínico, etc., incluidos los familiares, fue enorme. No se encontraba explicación humana; hubo quien se  atrevió a insinuar que Alguien lo había hecho con su poder, que algo sobrehumano estaba ocurriendo (hay que tener en cuenta que lo primero que anunciaron es que no volvería a recuperar la mano ni la pierna afectada).

   El 7 de mayo fue dada de alta en el Hospital Río Hortega. Se había solicitado una grúa ortopédica previendo su uso imprescindible; no llegó a utilizarse ni una vez. Cuando fue citada para hacer rehabilitación en el Centro Medi Sport el día 3 de junio la doctora que la recibió vio que no coincidían el informe médico y la realidad que veía en la paciente y manifestó sinceramente su extrañeza; igualmente el responsable de aplicar el método quedó sorprendido. Al finalizar el tratamiento de rehabilitación el 27 de julio, dice el informe: “...puede caminar sin apenas dificultad (lleva un bastón). Ha recuperado casi toda la movilidad en hemicuerpo izquierdo. No precisa renovación de proceso rehabilitador” MEDI SPORT.

   Actualmente después de transcurridos siete meses la Hermana anda incluso sin bastón, sirviéndose por sí misma para cuanto necesita personalmente. Es el testimonio que damos: una curación del todo inesperada, creemos que por la intercesión de la Sierva de Dios.

   También  encomendamos a Madre Ángeles otra Hermana que, sólo un par de semanas después, el 7 de abril ingresó en Urgencias con una dolencia que resultó ser meningitis. Tenía en esa fecha 88 años, ahora ya ha cumplido 89. A pesar del fuerte tratamiento aplicado, lo superó perfectamente y curó sin quedar ninguna secuela, lo cual dicen que es muy extraño. Nosotras lo atribuimos también a la intercesión de  M. Ángeles.

Monasterio de “La Concepción” (Valladolid)

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NOVEDAD EDITORIAL

Autor: P. Ramón Olmos Miró, m.C.R.

Tesis de Doctorado en Sagrada Teología con especialización en Mariología, defendida en la Pontificia Facultad Teológica «Marianum» de Roma 

      Un libro de 320 páginas, que contiene una numerosa selección de textos sorazuanos, muchos de ellos pertenecientes a escritos publicados en su día, pero a los que no es fácil acceder, por encontrarse las ediciones de los mismos agotadas o bien por haber aparecido en revistas especializadas. Incluye además en apéndice el opúsculo de la M. Sorazu, inédito hasta la fecha, Conceptos sobre los versículos séptimo y octavo del salmo 2.

      El estudio efectuado por el autor se desenvuelve en cinco capítulos:

      I. Biografía místico-mariana.

  II. Coordenadas marianas de la Madre Sorazu: 1. La Orden Concepcionista Franciscana, 2. Eventos marianos en el siglo XIX e inicios del XX.

      III. María, una criatura de concepción inmaculada: 1. La Virgen María es un ser creado, 2. La inefable perfección de María, Reina de la creación, 3. El designio creador de María Inmaculada, 4. El acto creador de María Inmaculada.

      IV. María, Madre del Verbo Encarnado: 1. Discípula de Cristo antes de ser Madre de Cristo, 2. El misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.

      V. La Maternidad espiritual de la Virgen María: 1. La corredención objetiva de la Virgen María, 2. La corredención subjetiva de la Virgen María, 3. Vida mariana, 4. La devoción del Rosario.

      La obra se halla provista de cuatro detallados índices: bíblico, de textos sorazuanos, de autores y temático. Su precio es de 12 euros, más I.V.A. y gastos de envío. Pueden efectuar sus pedidos al Convento de La Concepción de Valladolid o bien al autor, cuyo domicilio postal es Apartado 97 08181-Sentmenat (España).

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DONATIVOS  PARA  LA  CAUSA

Ávila: Carmen Briz. Bilbao: Concepcionistas Franciscanas; Manoli. La Carolina: Isabel Laguna. Langhorne (U.S.A.): Hnas Clarisas. Madrid: Jaime Robles; Paqui: “gracias Madre, necesito tu ayuda”. Oñati: Mentxu Alberro. San Javier: Josefa Sánchez. Segovia: María Ángeles Redondo. Tolosa: Manuel Alonso Alargunsoro. Valladolid: Anónimo. Zarautz: M. Sorazu; anónimo. Zumaia: Milagros de la Fuente; Tivo Serrano; Isabel  Amas; anónimo  (todos los meses); A.B.; M.A.; X.X.; M.E.; M.U.; X.X.; M.A.; A.B.; A.T.; M.C.; M.T.A.; A.B.; M.L.E.; A.E.; C.A.; X.X.; M.C.Y.; A.B.. Todos dan gracias a Madre Ángeles por su intercesión y piden nuevos favores.

 

CONOZCA A LA MADRE SORAZU

AUTOBIOGRAFÍA ESPIRITUAL de la M. Sorazu, ed. de Fr. Luís Villasante OFM, Madrid 1990, 719 páginas. Precio: 10 euros.

OPÚSCULOS MARIANOS de la M. Sorazu, revisados y anotados por el P. Nazario Pérez SI, Valladolid 1928 (reedición facsímil), 274 páginas. Precio: 3 euros.

ÁNGELES SORAZU, UNA MARAVILLOSA EXPERIENCIA DE DIOS, biografía escrita por   Fr. Daniel Elcid OFM, Madrid 1986, 277 páginas. Precio: 7 euros.

EL CAMINO CRISTIANO SEGÚN ÁNGELES SORAZU, estudio escrito por Fr. Luís Villasante OFM, Madrid 1994, 495 páginas. Precio: 10 euros.

Pedidos a M. Abadesa Concepcionistas Franciscanas (véanse señas a pie de página)

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CORRESPONDENCIA ENTRE SANTOS, Correspondencia entre la M. María Ángeles Sorazu  y el P. Mariano de Vega, Capuchino, ed. de Fr. Daniel Elcid OFM, Madrid 1995, 1886 páginas.

      Pedidos a Centro de Propaganda PP Capuchinos 

Cervantes, 40 / 28014 MADRID / Telef. 91 429 32 66

 

Horario de la Capilla del Monasterio de La Concepción de Valladolid

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. La capilla está abierta todos los días: por la mañana, excepto sábados, desde las 9 hasta las 14 h, y por la tarde, desde las 16,30 hasta las 20 h. La celebración de la Santa Misa tiene lugar de lunes a sábado a las 19 h., y los domingos y fiestas de precepto, a las 9,30 h. Hay Exposición Mayor del Santísimo durante el tiempo en que la capilla se encuentra abierta, con la sola excepción del tiempo de celebración de la Santa Misa.