Como decíamos al terminar el capítulo anterior, gracias a los últimos progresos científicos, resulta, hoy día, menor el peligro de confundir la imagen con la idea, revistiendo las abstracciones físicomatemáticas de cualidades sensitivas arbitrarias. Pero a esto sólo llegan los más dotados, porque la divulgación científica y la enseñanza según los planes aprobados pueden continuar indefinidamente haciendo daño, en contra de los criterios de los grandes físicos. Sir Arthur Eddington, dice:
"Nos es difícil aprender a tratar el mundo fisicomatemático como
puramente simbólico. Estamos siempre reincidiendo y mezclando con símbolos
matemáticos, incongruentes concepciones tomadas del mundo de la
conciencia. Sin llegar a escarmentar a pesar de tan larga experiencia,
extendemos la mano para agarrar la sombra, en vez de aceptar su naturaleza
de sombra. Realmente, a no ser que nos encerremos juntos con el simbolismo
matemático, es duro impedir que vistamos nuestros símbolos con engañosos
vestidos. Cuando pienso en un electrón, viene a mi mente una bola fuerte,
roja y pequeñita, el protón, en cambio, es gris. Desde luego que el color
aquí es absurdo, quizá no más absurdo que el resto de la concepción, pero
yo soy incorregible. Es muy comprensible que las jóvenes mentalidades
físicas encuentren estas descripciones demasiado concretas y estén
esforzándose en construir un mundo a partir de los símbolos de la
función de Hamilton, cosa tan lejana de las imaginaciones humanas
como que ni siquiera obedece las leyes de la aritmética ortodoxa. Yo
encuentro alguna dificultad en alcanzar este nivel de pensamiento, pero
estoy convencido de que esto ya es así".(*)
(*)
"The nature of the physical world". EDDINGTON. pag. xvii. Arbor Paperback 1958. Michigan
Pero por no confundir la imagen con la idea, no vayamos a caer en errores pitagóricos, es decir, a dar existencia sustancial a los mismos números, a hipostasizarlos como entidades reales, que no fueran fruto de la abstracción.
Este error puede popularizarse ahora más fácilmente gracias a la
imposibilidad de imaginar el modelo onda - corpúsculo, pero incluso
antes de que existiera la mecánica cuántica, ya algunos científicos se
inclinaban hacia desviaciones pitagóricas. Sirvan de muestra estas
palabras de Heinrich Herz, el descubridor de la ondas de radio:
"Uno no puede escapar al sentimiento de que las fórmulas matemáticas
tienen una existencia independiente e inteligencia propia, de que son
más sabias que nosotros, más sabias incluso que sus decubridores, que
obtenemos de ellas más de lo que hemos puesto".(*)
Realmente siempre ha
estado Pitágoras presente: "Siento que todo lo de la naturaleza y el
gracioso cielo está puesto
en símbolos en la geometría".(*)
(*)
"The sleepwalkers". ARTHUR KOESTLER. pag. 404. Pelican Book. 1969.
En sus "Diálogos sobre Física Atómica", Werner Heisenberg, intentando llegar a la más alta cumbre del pensamiento científico escribe:
"Hasta entonces habíamos venido creyendo en la antigua concepción
de Demócrito, que se puede resumir en esta frase:
en el principio era el átomo. Pero, ¿Qué es lo que había en el principio?
¿Una ley de la naturaleza, una razón matemática, una simetría? En el
principio era la simetría. Esto tenía resonancias de la filosofía
platónica del Timeo, por lo que me vinieron otra vez a la memoria
las lecturas que hice en el tejado del seminario de Munich, en el
verano de 1919".(*)
(*)
"Diálogos sobre la física atómica". HEISENBERG. B.A.C. pag.166
Al darse cuenta de las antiquísimas raíces que tienen los pensamientos de los artífices del progreso científico, piensa uno aquello de que no hay nada nuevo bajo el sol. Pero sin embargo, hay una voluntad muy extendida, de hacer aparecer la historia posterior al renacimiento, como fruto de una novedad que tuvo lugar entonces. Muchas veces parece que se quiere hacer creer, no sólo que el hombre desciende del antropoide, sinó que además no fue verdaderamente un «homo sapiens» hasta nuestra era contemporánea.
Recuerdo que, siendo estudiante de ingeniería, un catedrático
aseveró categóricamente que fue en el siglo XVII, cuando se descubrió que
el sonido era una vibración del aire. Tuve que terminar la carrera,
para descubrir, varios años más tarde, que no era cierto. Leí en
la Suma Teológica de Santo Tomás:
"el sonido es producido por una percusión y vibración del aire".(*)
Pero esto, no sólo se sabía ya en el siglo XIII, sinó que
incluso también en el IV decía San Agustín:
"Dios no habla de esta manera con el hombre por medio de alguna
criatura corpórea, susurrando en los oidos de forma que entre el que
habla y el que oye vibren ondas aéreas".
(Aeria spatia verberentur).(*)
(*)
Suma Teológica I q78 a3
(*)
La Ciudad de Dios. SAN AGUSTIN. L.XI cap. 2
Cuando corren tópicos mentirosos acerca de un tema, es que existe un interés en hacer creer algo determinado. Habrá que tener mucho cuidado en responder bien al preguntarse si, desde el punto de vista de la Historia de la filosofía y de la ciencia, el Renacimiento aporta o constituye algo nuevo o, por el contrario, es simplemente un paso más en el caminar de la civilización y el relevarse de las generaciones.
Se dice que los fundadores de la nueva ciencia inauguraron el
método de observar la naturaleza sin aceptar ninguna
teoría que no sea comprobada experimentalmente:
"En el Saggiatore (El Calibrador), Galileo, llega a señalar, ya en
franca oposición a las teorías prevalecientes, que no está de acuerdo
en que, para filosofar, sea necesario apoyarse en las opiniones de
algún célebre autor, sinó en la experimentación directa".(*)
(*)
"Galileo, un hombre contra el tiempo". HECTOR ANAYA. Revista de Geografía Universal. Sept. 1977
Pero no es cierto, ni que en el renacimiento se empezó a utilizar
la experimentación, ni que las experiencias que se realizaron eran puras y
simples. En primer lugar porque observar la naturaleza fue el método de
los más antiguos filósofos:
"no hay duda de que, con toda la fuerza de su autoridad, Francis Bacon
(1561 - 1626) abogó en favor de la tesis de que el conocimiento
del mundo físico no puede proceder más que de la experiencia. Pero
no era una idea nueva. Aristóteles había hecho de ella la base de
su método en biología".(*)
En segundo lugar, referente a la comprobación experimental de la teorías,
se requiere una crítica más fina.
(*)
"Historia y filosofía de la ciencia". L.W.H. HULL. Ariel 1961, pag. 232
Se observa con
prejuicios, para que resulte de la experimentación lo que el científico
ha concebido previamente en su imaginación:
"il faut que la théorie mathématique précède a l'experience".(*)
"En el método científico hay algo más que la nueva apelación a la
observación. La formación de hipótesis rectoras y un discreto uso de los
métodos matemáticos, son también elementos esenciales de método
científico".(*)
(*)
"Le progrés scientifique et technique au XVIII siècle". ROLAND MOUSNIER. Intr. p.9 Plon París 1958
(*)
"Historia y filosofía de la ciencia". L.W.H. HULL. Ariel 1961, pag. 232
Es falso decir que los hombres que "cambiaron la visión del universo"
lo hubieran comprobado todo experimentalmente. Cuando creían que lo hacían,
era porque no podían medir con suficiente precisión, exactitud, y
sensibilidad. En este sentido es muy cierto lo que señala Roland
Mousnier:
"todas las experiencias de Galileo son falsas".(*)
Esto, dicho por un positivista francés que dedica su libro "a la grand
memoire d'Auguste Compte" no puede ser de
ninguna manera tendencioso. Sencillamente, analizando a fondo la
cuestión se ve que es cierto.
(*)
"Le progrés scientifique et technique au XVIII siècle". ROLAND MOUSNIER. p. 10. Plon París 1958
Además la «nueva ciencia», cuando observaba, lo hacía sobre sistemas en que la naturaleza se pone en situaciones extremas, en las que está como desnaturalizada, a punto de romperse. Se observan las roturas, los casos límite, los momentos del salto en que no hay naturaleza, ni de lo que había, ni de lo que habrá. El momento de una chispa eléctrica, por ejemplo, es un momento de cambio en algo que en aquel momento se «rompe».
Hoy, en cambio, la ciencia, más madura, busca métodos de medida no destructivos. Quiere tener en cuenta la perturbación que introduce el dispositivo de medición en el objeto medido, considerando a lo medido y al medidor como un sistema total, y aparece una física diferente de la que hicieron surgir los creadores de la ciencia renacentista.
Recién empezado el siglo XV, Nicolás Krebs (1401 - 1464), el cardenal cusano, escribe: "La primera actividad de la mente es la medida". Se ha escrito que la historia de la ciencia se desarrolla a partir de entonces como la historia del arte de medir cada vez más y mejor. Pero también medían los geómetras y astrónomos antiguos, ejerciendo una de la más fecundas posibilidades de su entendimiento, que ya señaló Aristóteles:
"Ni la óptica ni la armonía consideran su objeto en tanto que visto o en tanto que sonoro, sinó en tanto que líneas o números, siendo las líneas y los números modalidades propias de la imagen y el sonido. Igualmente la mecánica. Cuando se toman los atributos separados de los que les acompañan, y se les somete a examen en cuanto tales, no se está en error, como no lo está el geómetra que trazando una línea en el suelo admite que mide un pie, cuando en realidad no es así, pues el error no radica en las premisas del raciocinio.
Grandes resultados efectivamente. Por este método tenemos en la Tierra piedras de la Luna, trofeo de aquel admirable viaje humano que pudimos contemplar cómodamente desde casa.
Al darme cuenta de que ya los antiguos abstraían los conceptos matemáticos y medían tiempos y tierras, yo mismo pensé por algún tiempo que la novedad de la ciencia renacentista consistió en comenzar a medir magnitudes distintas del espacio y el tiempo, es decir en ampliar el conjunto de dimensiones de la física. Aparecen así muchas magnitudes, que son todas «entes de razón con fundamento real» y que siempre están relacionadas con el espacio y el tiempo, porque la materia es principio de la cantidad. Se hablará de masa, fuerza, energía, carga eléctrica, cantidad de calor, temperatura etc.
Pero ya en los más antiquísimos mercados se comparaban masas. La misma ley de la palanca de Arquímedes introduce fuerzas y longitudes. El principio de Arquímedes para la flotación de los cuerpos engloba también fuerzas con magnitudes geométricas. Si buscamos una diferencia cualitativa para la nueva ciencia no vale esta hipótesis.
Se ha escrito también que a partir de que el hombre reconoció no ser su
planeta el centro del universo, dio entrada en su corazón a cristianísimos sentimientos
de humildad.
"La idea geocéntrica estaba acorde con el sentimiento orgulloso del hombre
renacentista que se suponía hijo predilecto de Dios".(*)
(*)
"Galileo, un hombre contra el tiempo". HECTOR ANAYA.
Revista de Geografía Universal. Sept. 1977 pag. 316
Desde luego que el hombre renacentista no fue el primero en creerse hijo predilecto de Dios, sinó que esto es así desde toda la historia de la religión judeocristiana. Pero es que, además, no fue humildad cristiana dejar de creer que todo giraba alrededor del hombre, porque la cosmología medieval creía que todo giraba alrededor del centro como quien domina a lo inferior. Decir que la Tierra no era el centro, para algunos, era lo mismo que quererse quitar a Dios de encima.
De todos modos, si queremos ir a lo realmente profundo, no olvidemos que Alain de Lille, en plena edad media, había dicho: "el universo es una esfera infinita, cuyo centro está en todas partes, y su circunferencia en ninguna". Es asombroso, pero esto es lo más conforme a la cosmología moderna. Pero ahora sigamos el tema como es costumbre. |
Si el cambio del geocentrismo por el heliocentrismo es el comienzo del renacimiento, este cambio es hijo del orgullo. Y de un orgullo que lejos de reconocerse hijo predilecto de Dios, intenta hacerse Dios mismo, como veremos. Lo que pretendo decir esta perfectamente explicado en estos párrafos de Rafael Gambra:
"El modo de ser de los seres que pueden o no existir, cuya esencia no conlleva la existencia, es lo que los filósofos llamaron contingencia. Todos los seres de la naturaleza son contingentes. El concepto de contingente se opone al de necesario. Un ser necesario sería aquel cuya esencia fuera existir, aquel en que la existencia no fuera un algo exterior a su ser, llovido un día sobre él y desaparecido otro, sino algo ínsito en su propio ser. La filosofía cristiana, y la aristotélica también, atribuyeron ese modo de ser necesario a Dios. Dios es el ser por sí, los demás seres son por otro, por un Acto exterior a su propio ser. El concepto de contingencia es correlativo con el de necesidad y conduce a él. Así, el descubrir la contingencia en los seres de la naturaleza era el argumento clásico para demostrar que ha de existir un ser necesario o Dios.
Pues bien, la filosofía moderna, obedeciendo secretamente a ese impulso
hostil al teocentrismo, es decir, a la concepción religiosa del universo,
pretendió trasladar a esa condición de ser necesario, desde Dios al mundo
en que vivimos. No es que adjudicase la necesidad a cada una de las cosas
reales existentes,
ya que esto pugna con la experiencia, pero sí al mundo universo
considerado como unidad. Nosotros vemos unas cosas como necesarias y
otras como contingentes. Un teorema matemático, si lo he comprendido, me
aparece como algo necesario porque se refiere a relaciones
entre esencias. Así, afirmo yo, por ejemplo, que "los ángulos de un
triángulo valen (necesariamente) dos rectos", de forma
tal que cosa distinta sería contradictoria, impensable. En cambio, las
cosas existentes en la naturaleza o acaecidas en el tiempo me
aparecen como contingentes. Así afirmo que "las partes del mundo son
cinco" o que "Napoleón venció en Ratisbona", pero concibiendo que bien
podría ser o haber sido de otra manera, lo que no hubiera entrañado
contradicción alguna. Según la concepción racionalista, la contingencia
no es algo real, sinó un defecto de nuestro modo de ver las cosas, de
nuestra capacidad de conocer. En un conocimiento adecuado, perfecto,
de las cosas de la naturaleza, éstas se verían tan necesarias como
cualquier proposición matemática. Porque el universo es en sí necesario,
tiene una estructura racional y su clave se halla escrita en signos
matemáticos. Laplace acertó a expresar esta tesis general del racionalismo
de forma muy gráfica:
"Si una inteligencia humana potenciada, dice, llegase a conocer el
estado y funcionamiento de todos loa átomos que componen el Universo, éste
le aparecería con la claridad de un teorema matemático:
el futuro sería para ella predecible y el pasado deductible". Es decir,
para el racionalismo la realidad no se halla asentada sobre unos datos
creados contingentes, es decir, que podrían ser otros diferentes; ni en
su desenvolvimiento hay tampoco contingencia, indeterminación o azar,
sino que la existencia es un desarrollo necesario, algo de naturaleza
racional que, conocido en sí mismo, se identifica con su propia
esencia. La realidad no es una cosa contingente que recibió la
existencia y necesita de un ser necesario como causa, sino que, en su
ser total, es un ser necesario, algo que descansa en sí mismo
y se explica por sí".(*)
(*)
"Historia sencilla de la filosofía". RAFAEL GAMBRA. Rialp. pag. 180 y 181
Realmente los hombres del renacimiento piensan que "el universo
es en sí necesario, tiene una estructura racional, y su clave se halla
escrita en signos matemáticos". En enero de 1641 Galileo escribía a
Liceti:
"Las figuras geométricas y entidades matemáticas que ya Platón
había reconocido como elementos primeros de la estructura de la
realidad de las cosas, éstas son las letras que componen
el libro de la filosofía que es la naturaleza". Hay en la
literatura científica multitud de citas como ésta, o incluso más exageradas,
que llegan a destilar un manifiesto panteísmo geométrico. En
"Harmonices Mundi", obra que completó Kepler en 1618 dice:
"La geometría existía antes que la creación, es coeterna con la mente
de Dios, es Dios mismo (qué existe en Dios que no sea Dios mismo);
la geometría proveyó a Dios con un modelo para la creación, y fue
implantada en el hombre junto con la semejanza de Dios, no introducida
en su mente a través de los ojos".(*)
(*)
"Harmonices mundi". KEPLER. Lib. IV cap. I
El descubridor de las ondas de radio, Heinrich Rudolph Herz, sin duda heredero
de Kepler, escribe:
"El que ve la geometría ve a Dios, porque la geometría fue el
arquetipo para la creación, y como en Dios todo es lo mismo, el que
ve la geometría, lo ve todo en El".(*)
(*)
"The sleepwalkers". ARTHUR KOETSLER. Pelikan Book. pag 104
La misma teoría de la relatividad general es un intento de reducir
la física a geometría. En efecto, Hans G. Ohanian, en su libro
"Gravitation and Space Time",(*)
reemplaza el término
«relatividad general» por «geometrodynamics», que toma de Wheeler, que
en su obra "Geometrodynamics".
dice:
"No hay nada en el mundo excepto el espacio curvo vacío. Materia, cargas,
electromagnetismo y otros campos son manifestaciones de la curvatura
del espacio. La física es geometría".(*)
(*)
"Gravitation and space time". G. OHANIAN. Norton & Company.New York, London 1976
(*)
"Geometrodynamics". WHEELER. Academic Press. New York 1962, p. 225
Hay realmente una voluntad de matematización en todo el quehacer científico y filosófico postrenacentista. Lord Kelvin (1824 - 1907) dice: "Cuando se puede medir aquello de que se habla y expresarlo en cifras, se sabe algo de ello; pero cuando no se puede medir, cuando no se puede expresar numéricamente, el conocimiento que se tiene es de mala calidad y poco satisfactorio". Todo el trabajo de Kant es el intento de mantener este racionalismo frente a los embates empiristas.
Lo de la "física digital", de las "teorías fisicas algorítmicas", de los "universos computables", son también neoplatonismos algébricos; el de Platón fue más bien geométrico. En la página Figuras, Números y Algoritmos hay consideraciones sobre esto-
En contraposición a las nociones aristotélicas acerca de la
naturaleza:
"De entre los seres, los hay que son por naturaleza, y que son por otras
causas".(*)
"Naturaleza es un principio de movimiento y de reposo para la cosa
en la cual reside inmediatamente, por esencia y no por accidente".(*)
"En cuanto a intentar demostrar que la naturaleza existe, sería
ridículo, como demostrar lo que es manifiesto por lo que no lo
es".(*)
Encontramos la definición Kantiana:
"Naturaleza es el ser de las cosas en tanto que está determinado por
leyes naturales generales".(*)
"Una ciencia natural pura,
expone leyes bajo las cuales
está dada la naturaleza".(*)
"Lo formal de la naturaleza es
la regularidad de todos los objetos de experiencia".(*)
(*)
"Fisica". ARISTOTELES. lib. II 192b
(*)
"Fisica". ARISTOTELES. lib. II 192b
(*)
"Fisica". ARISTOTELES. lib. II 193a
(*)
"Prolegómenos". KANT. Aguilar. pag. 97
(*)
"Prolegómenos". KANT. Aguilar. pag. 98
(*)
"Prolegómenos". KANT. Aguilar. pag. 100
Vemos con ello que Kant habla de la naturaleza en términos que la hacen coincidir con lo que hoy llamaríamos el objeto formal de la fisicomatemática. Esta voluntad de restricción del ámbito contemplado por el entendimiento humano a las relaciones cuantitativas se manifiesta también en la siguiente frase del prefacio de los Prolegómenos: "En este campo (la metafísica) no hay aun peso ni medida algunos para distinguir la profundidad de la charlatanería superficial".
El hombre se contempla proyectado en sus creaciones matemáticas con soberbia narcisista. Nos decía un sabio profesor de química: "En las matemáticas nos contemplamos nosotros, como Narciso Bello; en cambio lo verdaderamente hermoso está en la naturaleza".
Pero aun vamos más allá. Dice Kant en los Prolegómenos:
"El entendimiento no toma sus leyes de la naturaleza, sino que las prescribe
a ésta".(*)
Y también: "La ley geométrica sólo puede ser derivada de las condiciones que el entendimiento
pone en el fondo de la construcción de las figuras".(*)
(*)
"Prolegómenos". KANT. Aguilar. pag. 135
(*)
"Prolegómenos". KANT. Aguilar. pag. 136
Las antiguas civilizaciones veían la historia como consecuencias de las acciones de los movimientos de los astros. La física de Newton describe la ley de esos movimientos. Kant afirma que es el hombre el que impone la ley a los astros. El hombre se hace providente. Dice Laplace: "El futuro es predecible y el pasado deductible". El hombre se hace señor del tiempo y de la historia.
Nuestra civilización ha tomado siempre el conocimiento de la
necesidad del cumplimiento de las leyes físicas como un acto de
sabiduría y, sin embargo, como señalaba José Ma Petit(*) en su
conferencia "Libertad y Determinismo" pronunciada
con ocasión de la XXIV Reunión de Amigos de la Ciudad Católica,
el 1 de noviembre de 1985, ni el mismo Platón pensaba así, pues
en el Timeo contrapone precisamente la necesidad y la inteligencia
en la formación del mundo. Volveremos sobre esto
más adelante.
(*)
"Libertad y determinismo". JOSE Ma PETIT. Revista "Verbo" no 254
abril 1987.
Por el racionalismo, el hombre impone a los seres su propia necesidad. Por el idealismo, impone su verdad. Por el liberalismo hace bueno lo que quiere. Es la tentación de la serpiente en el Edén llevada al extremo en todas las potencias del hombre. Es la triple manifestación del querer ser creador y, como la creación se hizo en seis días, sugiere aquel 666 del Apocalipsis.
De todos modos, mirándolo bien, lo que da fuerza al Renacimiento no es la novedad de ideas. Debido a la desacralización de la autoridad, cae el Imperio y la Revolución toma fuerza social. Pitágoras es anterior al Renacimiento y ya pensaba hipostasizando los números. Con razón puede decir San Juan en el Apocalipsis que el misterio de iniquidad ya estaba entre los de su tiempo detenido por lo que los cristianos ya sabían.
La herejía de Lutero se opone al Espíritu Santo bajo pretexto de
una «inspiración» desobediente a la enseñanza de la Iglesia, única
intérprete infalible de la Sagrada Escritura.
Es la "desviación a la izquierda con tranquila
delectación de pecado", de la que nos habla San Agustín.
Desviación saduzaica, opuesta dialécticamente a la desviación
farisaica hacia la "derecha con soberbia presunción de justicia".(*)
(*)
"De Peccat. Mer.", SAN AGUSTIN. lib. II cap. 35
Se busca la justificación de la inmoralidad. En vez de hacer que la
lógica impere sobre la ética, como la «physis» humana está enferma por el
pecado original, se pretende que la ética gobierne la lógica. Se buscan
teorías para demostrar que el hombre es Dios, que su mente impone la necesidad
al cosmos con el progresivo
desarrollo de la ciencia, para, en el fondo, poder justificar
cualquier acción fruto de una mala voluntad. Por eso es tan difícil convencer,
porque hay que convertir, lo cual es imposible para las solas fuerzas
del hombre.
Pero "lo imposible para los hombres, posible es para Dios".(*)
(*)
Lucas 18,27
Por eso la Revolución se vuelve también contra la ciencia. Por eso nada da fruto si la «physis» humana no se robustece con la fuerza del Espíritu Santo que la libera del pecado con la penitencia y la Gracia Santificante.
Werner Heisenberg, en 1927, formula el Principio de Indeterminación. "El producto de las incertidumbres de las medidas del impulso y la posición de una partícula, es igual a la constante de Plank". Como el impulso es igual al producto de la masa de la partícula por su velocidad, resulta que la precisión en la medida de la posición de una partícula aumenta en detrimento de la precisión en la medida de su velocidad y viceversa. Si mediante algún experimento llegara a establecerse exactamente la velocidad de una partícula, la incertidumbre de su posición sería tan grande que, según ese mismo experimento, podría estar en cualquier punto del universo. Además, el principio de indeterminación afirma que eso es cierto para cualquier experimento posible. No se puede argumentar en contra, diciendo que algún día la ciencia encontrará la manera de medir con precisión ambas cosas.
El viejo sueño de Laplace, del científico profeta que conociendo el estado de
movimiento y situación de todas las partículas del universo sería capaz
de profetizar todo el porvenir, ha terminado. El sabio no podría ni empezar
sus cálculos.(*)
No se pueden tomar los datos del problema. Para cualquier experimento
que pueda pensarse, toda precisión en la posición
implica un error inevitable en el movimiento y viceversa. De nuevo la
imaginación queda perpleja; y esto no por defecto de la manera de
medir, sino porque la realidad concreta no se deja encuadrar
en un modelo que suponga la posibilidad de eludir el principio de indeterminación
de Heisenberg. Los modelos fisicomatemáticos no son objetivables
ontológicamente.
(*)
"La doble faz del mundo físico". DESIDERIO PAPP. Espasa-Calpe. pag. 154
Modernamente, el principio de indeterminación de Heisenberg, y los experimentos que llevan a él, demuestran que la última realidad de las cosas no obedece a la ley matemática que el hombre pueda concebir. La realidad se escapa y con plena libertad obedece sólo a Dios. La fìsica no puede determinar su objeto. Y no es que las cosas no estén de algún modo, sino que es falsa la manera de plantearse el problema como lo hacen los deterministas y probabilistas, porque los objetos matemáticos no tienen realidad substancial.
Las importantes implicaciones científicas y filosóficas que todo esto
conlleva, pueden ponerse de manifiesto de muchas maneras. Heisenberg mismo, en sus
"Diálogos sobre la Física Atómica",(*)
relata
la entrevista que sostuvo con Grete Hermann, una kantiana que al enterarse
de estos hallazgos científicos, no pudo contenerse y tuvo que buscar al
mismo descubridor, porque su filosofía no podía mantenerse como verdadera
según los últimos datos experimentales de la ciencia. Es interesante
seguir el proceso de la discusión, aunque el final no me satisface
porque cae en la relatividad, no de la física, sino de la filosofía, lo
cual es una escapatoria demasiado fácil para ser verdadera.
(*)
"Diálogos sobre la física atómica". HEISENBERG. B.A.C. no 340 1975
Dice Werner Heisenberg:
"Grete Hermann creía poder demostrar, con ese grado de precisión que
corresponde singularmente a la matemática moderna, que la forma que
Kant había dado al principio de causalidad era algo incontrovertible, y,
como la nueva mecánica cuántica ponía en tela de juicio, al menos en
cierta medida, esta forma kantiana de la ley de la causalidad, la
joven filósofa estaba decidida a llevar la lucha hasta el final.
Intenté lo primero explicar las experiencias que habían conducido a
la interpretación estadística de la teoría cuántica".
Y sigue Heisenberg más adelante:
"No podemos indicar, y aquí precisamente se manifiesta cierto fallo
de la ley de la causalidad, en el caso de un sólo átomo de radio B,
causa alguna, por virtud de la cual se transforme en un determinado
instante, y no más temprano o más tarde, y emita el electrón
precisamente en esta dirección y no en cualquier otra. Por muchas
razones, estamos convencidos de que tales causas no existen".
Grete Hermann replicó:
"Precisamente en este punto puede demostrarse el error de la
actual física atómica. Del hecho de no haber encontrado todavía
causa alguna para una determinada experiencia, no se puede
deducir en buena lógica que no existe semejamte causa. Es menester
continuar las investigaciones hasta que se logre un conocimiento
perfecto".
Y aclara Heisenberg:
"No, porque de otros experimentos que también podemos hacer con el
átomo de radio B,
se sigue que no hay otras determinaciones del átomo en cuestión fuera de
las que ya conocemos; en el supuesto que hayamos encontrado los
parámetros del átomo que determinan la salida del electrón en una
dirección
precisa, podríamos interferir con el dispositivo adecuado la onda
asociada a la emisión, y se produciría, como se ha observado
experimentalmente, la extinción de la emisión en esa dirección,
es decir, no existen tales parámetros ocultos".
Más adelante pone en boca de Carl Friedrich:
"Cuando Kant declara que las formas de la intuición espacio y tiempo y la
categoría causalidad son a priori con respecto a la experiencia, corre
el riesgo de absolutizarlas afirmando que necesariamente deberían entrar
también de la misma forma en el contenido de cualquier teoría física
de los fenómenos. Pero no es así, como lo demuestran la teoría de la
relatividad y la teoría cuántica".
Y sigue con otra intervención del propio Heisenberg:
"Kant no podía prever que en los campos de la experiencia que se
encuentran más allá de la experiencia diaria, no es ya posible llevar
a cabo una ordenación de lo percibido según el modelo de la "cosa en
sí" o, si usted lo prefiere, del "objeto"; o bien, expresándolo con una
fórmula sencilla, que los átomos no son cosas u objetos. Los átomos
son partes de situaciones de observación"
Grete Hermann continuó preguntando:
"esta relativización del apriori kantiano e incluso del lenguaje
mismo, ¿No significa una completa resignación en el sentido de "sabemos
que no podemos saber nada"?.
El artículo de Heisenberg concluye con la negativa a esa pregunta. Pero con insensatez pretende salir de esa consecuencia diciendo que "con el desarrollo histórico se modifica también la estructura del pensar humano". Es decir, que para salir del relativismo cae en el historicismo, que no es más que relativismo disfrazado de situaciones culturales.
Aunque en este capítulo sólo pretendía mostrar que hay contradicción entre la filosofía moderna y la física moderna, para que no parezca que la hay entre física y filosofía, no quiero dejar pasar la ocasión para aclarar un aspecto que juzgo de gran importancia en el tema presente.
La radiación de los átomos radioactivos se produce por una vibración
cósmica, según veremos más adelante, y por eso un sistema de interferencias,
que son en realidad coincidencias, puede determinar las direcciones de las
trayectorias de las partículas emitidas. El universo entero condiciona a
un átomo, y por otro lado, debido a coincidencias internas del subsistema que
constituye el átomo, puede fallar cualquier causa exterior. Además
las coincidencias son casualidades que no tienen causa propia, según
enseñó ya Santo Tomás.(*)
(*)
Suma Teológica I q115 a6
Pero estoy de acuerdo con los físicos modernos en que los átomos no son ni cosas ni objetos, sino que, como veremos, son entes de razón con fundamento real que es la repetitividad de estructura espacial que tienen las sustancias. Y también aciertan cuando dicen que los aprioris kantianos no "entran de la misma forma en la teorías físicas modernas" y, por tanto, simplemente, no existen. Ahora, en la ciencia, las cosas, no son claras y distintas, como quería Descartes.
Manuel María Domenech Izquierdo |
Camino(s) ascendente(s):