Es oportuno ahora hacer unas consideraciones adicionales sobre algunos temas que se relacionan porque todos ellos se refieren principalmente a la interacción de las causas.
En los seres vivos, la interacción de las tensiones corporales con el movimiento cósmico, tiene particularidades especiales que es útil tener en cuenta para entender la ontología de la dinámica vegetativa.
Quedará así extendida al ámbito biológico la síntesis que propugnamos y que sirve de base cosmológica, de manera mucho más sólida que la medieval, a la filosofía de Doctor Angélico.
Al profundizar filosóficamente en el estudio de los movimientos
vitales, descubriremos en la naturaleza del ser vivo, las mismas
estructuras que la técnica moderna utiliza en los dispositivos
amplificadores y servocontrolados, aunque subsumidos por la forma viva.
Estos dispositivos tienen gran importancia en la tecnología contemporánea
y la hacen diferente de la de la época de la primitiva
industrialización.(*)
(*)
"Laborem exercens". JUAN PABLO II. 5 y 12
El fundamento ontológico de la posibilidad de la amplificación de señales, nos permitirá dar solución al problema del indeterminismo físico en términos conformes tanto a la filosofía perenne, como a la ciencia moderna. La solución de este problema es de capital trascendencia para una correcta refutación de las prácticas adivinatorias o astrológicas, en lo que tanto interés puso Santo Tomás.
Sin embargo el orden que seguiremos en los temas de este capítulo será el inverso del expuesto aquí. Así podremos llegar a las soluciones planteando primero los problemas.
Se comprende que según la cosmología medieval, en la que el movimiento
desciende de las inteligencias separadas de la materia a las primeras
esferas, de éstas a las últimas e incluso hasta la tierra, fuese muy
importante refutar el determinismo que pretendía leer en el cielo
el futuro de los hombres. Pero resulta que hoy día, la creencia de
que el movimiento del cielo determina los acontecimientos que suceden
en la tierra es también muy frecuente. Esto no sucede porque se conserve
una herencia tradicional, sinó que, debido a la
asimilación popular de las
leyes de la mecánica celeste, que desde Newton se saben iguales a las de
la tierra, se cree tener la llave del cielo y se piensa
que todo está determinado en él, quizás más que antes. En este sentido resulta nuestra
civilización más «Babilónica» que la que edificó la torre de
Babel.(*)
(*)
"La historia". ARNOLD TOYNBEE. Noguer 1975. pag. 147
Si se estudia la historia de la ciencia sin complejos ni prejuicios, se descubre que el espíritu científico se ha caracterizado casi siempre, aunque nunca lo haya confesado, por la brujería de sus intenciones y el sonambulismo de su proceder dubitativo. Las actividades científicas han tenido mucho que ver con la magia y la adivinación. La ciencia ha jugado con trucos muchas veces desconocidos en su profunda causalidad por los mismos que los utilizan, de ahí su andar a ciegas, y su aspecto de misterio. Si no hay en el proceder científico mucha sinceridad y humildad, se está a un paso de caer en las intenciones perversas de un espíritu ciego, acción malvada del ser en tinieblas, una antesala de la posesión diabólica.
Si se piensa que Galvani y Volta, a fines del siglo XVIII, descubrieron
la pila eléctrica, cosa tan corriente hoy día, juntando una patata, con
un pedazo de cobre y una pata de rana recién muerta, es fácil suponer
que antes de tener éxito debían haber juntado cosas tan raras
como las que usa cualquier
bruja de cuento infantil. A veces parece que los científicos no son más
que brujos también, pero con un privilegio social para ejercer sus embrujos
oficialmente. Los intentos de adivinación del futuro que hacían los
astrólogos, basados en los movimientos del cielo, son fenómenos
idénticos a los intentos de adivinación que el determinismo científico
ha pretendido, basado en el movimiento cósmico de las suspuestas
partículas atómicas:
"Dadme la posición y velocidad de todas las partículas del universo, y
profetizaré toda la historia futura", dijo Laplace. Hoy, por el principio
de indeterminación de Heisenberg sabemos que no podría siquiera
empezar sus cálculos,(*) pues su punto de partida no tiene siquiera
sentido fisiomatemático. Sin embargo la postura «adivinatoria»
de Laplace respondía bien a esa concepción científica de raíz astrológica.
(*)
"La doble faz del mundo físico". DESIDERIO PAPP. Espasa-Calpe. pag. 154
El mecanicismo pretende que los «engranajes», que mueven los
cuerpos como «mecánicamente», determinan en éstos todos los movimientos
futuros, cuando también están determinadas sus situaciones y velocidades en
un momento dado. No es que se crea en la existencia de engranajes
cristalinos, sino que se piensa que las leyes de la mecánica restringen
la libertad de movimientos de los cuerpos como si realmente existieran
engranajes invisibles que vienen a sustituir las esferas cristalinas medievales.
Como "el espiritual juzga de todo",(*) los cristianos
tenemos que saber
en qué consisten realmente las causas de estos fenómenos,
"Porque creemos que no debemos desinteresarnos de aquellos a quienes
los herejes engañan con la falsa promesa del saber y de la ciencia,
nos detenemos a estudiar sus métodos; y no nos atreveríamos a
hacerlo si no hubieran hecho otro tanto muchos piadosos hijos de la
Iglesia para refutar a los herejes".(*)
(*)
Cor. I 2,15
(*)
"Musicae". SAN AGUSTIN. Libro 6, capítulo 17.
Pues bien, la refutación de los principios astrológicos que da Santo Tomás es esta:
"No se encuentra en las cosas naturales principio alguno
que tenga libertad para seguir o no seguir las
impresiones de los cuerpos celestes. Parece, pues, que, al menos en las
cosas naturales, todo acontece necesariamente, conforme al antiguo
razonamiento de aquellos que, suponiendo que todo tiene causa y que,
puesta ésta, por necesidad se ha de seguir el efecto, venían a
concluir que todo absolutamente sucede por necesidad; opinión que
refutó Aristóteles fundándose precisamente en las dos cosas que éstos
suponían.
En primer lugar porque no es verdadero que, puesta cualquier causa
se siga necesariamente el efecto:
pues hay causas que no están ordenadas a producir por necesidad sus efectos,
sino a producirlos las más de las veces, pudiendo a veces fallar en el
menor número de casos. Sin embargo, como tales causas no fallan en la
menor parte de los casos si no es por alguna causa que lo impide,
parece que aun no se evita dicho inconveniente: porque el mismo
impedimento de tal causa ocurre también por necesidad.
Por lo cual se responde, en segundo lugar, que todo aquello que es
esencialmente un ser, tiene causa; pero lo que sólo accidentalmente es
ser, no tiene causa, puesto que no es propiamente ser, al no ser
propiamente uno. Por ejemplo, tiene causa el ser "blanco" y la tiene
igualmente el ser "músico"; pero el ser "músico blanco" no la tiene,
porque ser tal no es propiamente ser, como no es propiamente uno. Ahora
bien, es manifiesto que la causa que impide la acción de alguna otra
causa ordenada a producir su efecto las más de las veces, concurre
a veces con ella accidentalmente; y, por consiguiente, tal concurso
de causas no tiene causa, daño que es accidental; y, por eso, lo que
se siga de tal concurso no puede reducirse a alguna causa preexistente,
de la cual se siga necesariamente. Por ejemplo, que se produzca en la
parte superior de la atmósfera algún cuerpo terrestre ígneo y que caiga
abajo, tiene por causa alguna virtud celeste; y asimismo puede
reducirse a algún principio celeste el que haya sobre la superficie
de la tierra alguna materia combustible; pero que al caer el fuego
dé sobre esta materia y la incendie, no tiene por causa algún cuerpo
celeste, sino que sucede al acaso, accidentalmente. Y de este modo
es evidente que no todos los efectos de los cuerpos celeste se
producen necesariamente.(*)
(*)
Suma Teológica. I q115 a6
La técnica moderna trabaja prolijamente con la combinación de
una serie de dispositivos que permiten la amplificación de señales. Esta
amplificación hace posible la construcción de sistemas autocontrolados,
y éstos permiten el funcionamiento de todos los servomecanismos que
distinguen las máquinas modernas de las del principio de la era de la
industrialización, que sólo se limitaba a aprovechar la energía natural
de diversos modos.(*) El hombre con
su trabajo no crea, controla. Hoy las máquinas ayudan incluso a controlar.
Esto, dicho sea de paso, destruye el mito de que todo valor es fruto del trabajo
del hombre. Por eso se complementan el capital y el trabajo.
(*)
"Laborem exercens". JUAN PABLO II. 5 y 12.
Es importante caer en la cuenta de que esos dispositivos son una prueba patente de que las influencias exteriores no determinan los acontecimientos que se desencadenan en un subsistema, como se demuestra en el comportamiento de los autocontrolados.
Buscando, desde un punto de vista filosófico cuál es el fundamento
de la amplificación, lo encontramos en el mismo Santo Tomás cuando expone
sencillamente el hecho de que la causa del movimiento es doble: o bien es
el que infunde la forma, o el que quita el obstáculo. Las citas son
numerosas además de la ya vista.(*) La causalidad
indirecta o accidental es la remoción de obstáculos.
(*)
Suma Teológica I-II q85 a5c.
En toda amplificación tenemos una tendencia natural que es obstaculizada de alguna manera. El control de esta obstaculización por medio de una señal puede provocar una señal mayor en la satisfacción de la tendencia controlada y motora. La causalidad accidental que es la remoción de obstáculos es el fundamento ontológico de la amplificación de señales. La amplificación es posible porque para la remoción de obstáculos se necesita menos energía que la que es capaz de dar el movimiento producido por la remoción y que procede de lo que en electrónica se llama fuente de alimentación.
Lo importante es que ese control se ejerce por medio de una coincidencia, y las coincidencias no tienen causa propia. Por ello no puede determinarse desde el exterior el futuro de un subsistema, y pueden construirse de hecho, sistemas autocontrolados que se autorregulan precisamente al contrario de las presiones ambientales.
El mismo principio de indeterminación de Heisenberg se explica físicamente porque cualquier parte del universo, por pequeña que sea, no puede quedar determinada en sus reacciones futuras desde el exterior. Por eso parece que actúa espontáneamente. De ahí que no queda otro remedio que la aplicación de la estadística en el estudio del microcosmos.
En cualquier subsistema los fallos y roturas ocasionados por coincidencias también ejercen una especie de control sobre lo que no está organizado. Por eso cualquier causa natural puede fallar por la coincidencia de un obstáculo en la consecución de su fin.
La biología moderna es cada vez más consciente de la gran cantidad
de subsistemas autocontrolados que se dan en los seres vivos. La misma
vida vegetativa se explica ahora por el control catalítico que ejercen
unas partes del animal o planta sobre otras.(*)
Por eso sigue siendo
luminosa aquella sentencia de Santo Tomás: "La forma no mueve al cuerpo
vivo, sino que lo perfecciona para que se mueva".(*)
La forma viva no mueve al cuerpo como la inteligente, sino que
lo perfecciona para que se autocontrole.
(*)
"Bioquímica". ALBERT L. LEHNINGER. Omega 1972, introdución parte 3.
(*)
Contra Gentes. libro 2, cap. 83. B.A.C. no94
La forma viva está «templada». Este término, muy utilizado en la cosmología medieval, significa equilibrado, entre medio de situaciones contrarias. Por eso no hay tendencia físico - química hacia ella en la materia y, por lo tanto, se mueve según equilibrios dinámicos controlados por las cadenas encimáticas anabólica y catabólica. No hay tendencia natural hacia la forma viva, precisamente porque ésta es algo templado en vistas a poder tener sensibilidad.
La falta de tendencia natural hacia la forma viva hace prácticamente
imposible las vías de acceso, no sólo para su generación espontánea, como
creía Santo Tomás,(*) sino también ni siquiera con los máximos cuidados
del biólogo fisicoquímico en el más moderno laboratorio. Veremos, en el apartado que
sigue en el próximo capítulo, una consideración más profunda sobre este asunto.
(*)
Suma Teológica. I q114 a4 s2.
La resistencia de las formas minerales a perder su ser y la ausencia de catalizadores apropiados restringen, al menos de momento, el acceso a las formas vivas a los caminos naturales de generación: el de la fecundación paterna en el óvulo o gameto femenino preparado por la madre en cada especie, u otros, como la reproducción por esporas, los cuales siempre suponen la previa existencia de otra forma también viva.
En las formas vivas, las formas minerales subsumidas no oponen
obstáculo a los movimientos que interesan a la vida. El «efecto túnel»
(traspaso de una barrera de potencial con menos energía de la que es
teóricamente necesaría para ello) aumenta en frecuencia e intensidad hasta
donde interesa al animal o planta. El efecto túnel, la remoción de
obstáculos, el control de las tendencias fisicoquímicas, es ejercido por
los catalizadores encimáticos subsumidos por la misma forma del animal o
planta. El catalizador subsumido es al cuerpo y al movimiento cósmico,
como la mano es al timón y al viento. El piloto es a la mano como el alma
vegetativa al catalizador subsumido. Quizás Aristóteles había ya concebido
algo así al poder escribir:
"La
expresión «aquello por lo que el ser se nutre» se toma en doble sentido,
como «aquello por lo que se gobierna», que significa a la vez la mano y el
timón, siendo la mano motora y movida y el timón sólo movido; así todo
alimento puede ser digerido, siendo el calor el que opera la
digestión".(*)
(*)
"Tratado del alma". ARISTOTELES. II 4, 416b Vrin, París.
Así se entiende también aquella sentencia de Aristóteles tantas
veces repetida por Santo Tomás: "El hombre es engendrado por el hombre
y por el sol".(*)
(*)
Suma Teológica. I q118 a1 s3.
"Física". ARISTOTELES. Lib. II, cap. 2. 194b. Les Belles Letres. París.
El lazo de realimentación (feed-back) pasa, en el animal sensitivo, por su imaginación, donde reside el instinto, que es lo que en último término especifica al animal. En el hombre, esa imaginación es movida por la inteligencia que despliega en él un abanico de posibilidades no determinadas por un instinto más finito, predefinido y circunscrito a programas concretos, como en los limitados instintos de los demás animales.
De manera semejante al hecho de que la inteligencia humana necesita del cuerpo para descender al detalle concreto de las cosas por falta de luz intelectual, hay formas que al no ser lo suficientemente poderosas para mover los cuerpos del modo como lo hacen las sustancias separadas, tienen que hacerlo valiéndose de medios. Así la forma vegetativa mueve al cuerpo controlando las interacciones minerales de las formas subsumidas y el movimiento cósmico inercial. La forma sensitiva mueve a la vegetativa por medio de la imaginación, y la intelectiva mueve a la imaginación con la cogitativa. Así hay en el universo formas más y menos poderosas en el mover. Por eso el hombre es realmente un microcosmos jerárquico como lo vio Ramón Llull.
Las fuerzas corporales afectan al «situs», no al «ubi». Sólo las angélicas tienen poder sobre el «ubi» de los cuerpos. Las formas corporales mueven a la materia que subsumen a un «situs» definido y dejan ciertos grados de libertan según las especies. Las formas separadas mueven para conseguir un orden y su acción se manifiesta como inercia al científico mecanicista.
Las formas vegetales, en el nivel más bajo de vida que existe, controlan
catalíticamente, tanto el movimiento corporal de la forma mineral subsumida
en ellas mismas, como el movimiento cósmico inercial impreso por la
sustancia espiritual e inteligente separada de la materia. Las fuerzas
fisicoquímicas que intervienen en el dinamismo de la vida son las mismas
que en el reino mineral, pero subsumidas por la forma superior del animal
o vegetal. El cuerpo del ser viviente es objeto del impulso que el espíritu
inteligente y separado imprime al cosmos, de la misma manera que lo sería
su materialidad informada por las formas minerales exclusivamente. La
verdadera particularidad dinámica del ser vivo es que, por su forma,
ejerce control, tanto de las propias fuerzas naturales subsumidas como
del impulso cósmico exterior. Ese es el principio del movimiento que se
despliega en la variopinta multitud de especies animales y vegetales, que
es hoy tan fácil conocer a cualquiera, gracias a los medios de difusión
y reproducción de la imagen y el
sonido,(*)
en la que se admira tan fácilmente
la sabiduría del Creador, por mucho que se la pretenda ocultar.
(*)
Por ejemplo: "Atlas del mundo animal". Selecciones del Reader Digest.
Y también la película "El Desierto Viviente" de WALT DISNEY.
Manuel María Domenech Izquierdo. |
Camino(s) ascendente(s):