El universo cósmico no está en el espacio y el tiempo porque los precede.
Lo que Grosseteste dice que pasa en el centro pasa en todas partes porque el centro está en todas partes.
Lo cósmico no puede ser creado en el espacio y el tiempo porque los precede.
El espacio-tiempo antes de la creación es una estupidez.
Quien busque la manera de poner materia en el espacio y el tiempo se equivoca porque no existen; pensar en un espacio-tiempo, ponerle materia y luego decir que las leyes físicas salen de ese espacio-tiempo deformados por eso que le han puesto es infantil; y eso es lo que hacen todos los que intentan modelar los primeros instantes del big bang; no es raro que luego les salgan materias y energías oscuras que nadie sabe lo que son. Eso también es lo que se han pensado los filósofos modernos que no entienden de eso y así no podrán entender jamás.
El espacio se tiene después de la inflación, como referencia respecto de la materia del resto de universo para cada punto y para todos igualmente.
Al principio la materia está confusa por estar en potencia de múltiples formas y vacía de formas porque no hay luz. La luz da la primera forma sustancial.
En la materia prima, Dios está con "síntesis armónica", "sin división ni confusión".
La inflación expande la materia en todas partes y hacia todas partes, por impenetrabilidad y exclusión, y desde cada punto se aprecian los demás como centros que están en todas partes.
Cualquier forma incoada se rompe de todas las maneras posibles.
Todas las "leyes" físicas que se nos ocurran se cumplen a la vez caóticamente.
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Vamos a mirar hacia el origen del universo, y allí dos cosas: la niebla de la última dispersión y la luz haciendo el espacio, a la manera de la concepción del "De Luce" de Roberto Grosseteste.
Ahora, para lo primero, consideremos lo que dice el Beato Ramón Llull para el 2 de mayo, en su libro del Amigo y el Amado: "Enllumenà amor lo nuvolat qui es mès enfre l'amic e l'amat; e féu-lo enaixí llugorós e resplendent con és la lluna en la nit, e l'estel en l'alba, e lo sol en lo dia, e l'enteniment en la volentat. E per aquell nuvolat tan llugorós se parlen l'amic e l'amat".
Y para lo segundo, esta frase del Papa Francisco en la Audiencia del 7 de mayo del 2014: "con la preghiera facciamo spazio", pidiendo la iluminación del don de consejo.
Es como la oración de María Madre pidiendo la venida del Espíritu Santo.
Todo el universo material, con sus contrastes y fluctuaciones, manifiesta la belleza, verdad y bondad de Dios, que se esconde para que le encuentren los que le busquen. Si no se escondiera tras las "nieblas", nos deslumbraría y las "nieblas" no podrían manifestarle.
"Enllumenà amor lo nuvolat qui es mès enfre l'amic e l'amat; e féu-lo enaixí llugorós e resplendent con és la lluna en la nit, e l'estel en l'alba, e lo sol en lo dia, e l'enteniment en la volentat. E per aquell nuvolat tan llugorós se parlen l'amic e l'amat" (Ramón Llull, Llibre del Amic i del Amat, 2 de maig).
Compárese: La homilía de Mn. Angel E. Pérez el 11-5-2012: Lidia es el primer europeo en aceptar la fe. Hechos 16,14. “Dios le abrió el corazón” a Lidia, se adhirió a sus palabras y se hizo cristiana (Hch 16,14-15). La fe entra por el oído y el Espíritu Santo abre el corazón.
Con: La luz infundiendo la fuerza sustancial en la materia prima como se explica en "La evolución del universo"
Otro lugar que se puede referir a la luz que observamos, con BICEP2, por ejemplo, entre la niebla que enturbiaba el universo, es la voz del Padre entre la nube que cubrió el misterio de la Transfiguración: "Mientras él decía esto, vino una nube que nos cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. Y vino una voz desde la nube que decía: Este es mi Hijo amado, escuchadle" (Lucas 9, 34-35).
"El amor aparece, no sólo como el principio o el término del movimiento en sentido temporal, sino como un fundamento en el que en todo momento se apoya; como aquello inmóvil que hay en la base de todo movimiento".
("Luego es evidente que todo agente, cualquiera que sea, ejecuta todas sus acciones por amor". S. Th.1-2 q28 a6 c)
(Jaume Bofill i Bofill, La Escala de los Seres o el dinamismo de la perfección, pag. 132)
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