"Dice San Basilio que recibir es común a la criatura y al Hijo, pero no unívocamente, sino
por cierta semejanza remota con aquel de quien se dice primogénito de toda
criatura. Por eso, el texto de aquella autoridad que hemos aducido, añade: Para
que sea el primogénito de muchos hermanos, después de haber dicho
Ser hechos conformes a la imagen del Hijo de Dios. Pero el Hijo de Dios tiene
por naturaleza algo que no tienen los demás: Tiene por naturaleza lo que recibe,
como indica el mismo Basilio. Y por eso es llamado unigénito. Dice Jn 1,18:
El Unigénito, que está en el seno del Padre, El mismo nos lo relató.
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"El Yo de Jesús ... nunca está solo, sino que existe en el recibirse y en el
donarse de nuevo al Padre".
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"El, el Hijo único, murió por nosotros para dejar de ser único".
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Cuando recibí el disco de las conferencias cuaresmales sobre las Bienaventuranzas y el Sermón del Monte, me asombró el título que le había puesto el Padre Horacio Bojorge S.J. No era "las Bienaventuranzas" ni "El Sermón de la Montaña", era "Vivir como el Hijo. Vivir como Hijos".
Después de oir las conferencias he entendido que como Nuestro Señor Jesucristo predica con el ejemplo y nosotros tenemos que imitarle para alcanzar la Vida Eterna, no hay mejor título para una grabación que explica la Palabra del Hijo de Dios hecho hombre.
Dice el P. Bojorge que vivir como hijos es vivir recibiéndose del Padre. Me apresuró a hacer esta página el impacto que me causó esta frase como síntesis que resume la actitud para sentirse delante de Dios humilde, agradecido, confiado, obediente y todo lo que hay que ser. Esta frase resume el "vivir la presencia de Dios y el rectificar la intención", que tanto recomendaba el P. Alba. La he incluído como una fila más en la sección teológica de la tabla de tríadas.
El lugar en que mejor se explica esto de entre los trabajos del P. Bojorge que he encontrado es
esta página.
Este es su vínculo para que la pueda ver si su presentador no soporta
marcos en línea. Si funcionan aparece abajo.
Vivir como el Hijo |
"Dice el Apóstol que el que, por el espíritu, hace morir las malas pasiones del cuerpo vivirá. Y ello nada tiene de extraño, ya que el que posee el Espíritu de Dios se convierte en hijo de Dios. Y hasta tal punto es hijo de Dios, que no recibe ya espíritu de esclavitud, sino espíritu de adopción filial, al extremo de que el Espíritu Santo se une a nuestro espíritu para testificar que somos hijos de Dios. Este testimonio del Espíritu Santo consiste en que él mismo clama en nuestros corazones: ¡Padre!, como leemos en la carta a los Gálatas".
"Pero existe otro importante testimonio de que
somos hijos de Dios: el hecho de que somos herederos de Dios y coherederos de
Cristo; es coheredero de Cristo el que es glorificado juntamente con él, y es
glorificado juntamente con él aquel que, padeciendo por él, realmente padece con él".
De las cartas de san Ambrosio, obispo (Carta 35, 4-6. 13: PL 16 [edición 1845], 1078-1079. 1081)
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