Entre la duda y la culpa dos manos ruines se lavan, sueña Prócula en la noche sueños que la despertaban. ¡No mates al justo, esposo, ni alces cruz para su talla, abrirá el cielo la tumba, partirá nuestra muralla! Opaco de profecías Pilatos pide el azote, una corona de espinas y un afrentoso capote. Los dedos en la columna crispaban tribulaciones, roja de sangre la pascua gemía en las aflicciones. Restallaban los trallazos abriendo gritos y grietas, por el monte del Calvario clavan los aires saetas. Más que la fusta, lacera la traición que atrás se asoma, ayer entre la Judea y hoy la Judea en la Roma. La macabra orfebrería de los verdugos culmina: hecho un varón de dolores, un cirio que no ilumina. Aquí esta el hombre, deshecho, otro castigo y moría, no encuentro falta en sus obras. La hallará la judería. Aquí está el hombre, la imagen, la semejanza, Dios mismo. Aquí está el nombre del Hombre que nos salva del abismo. Aquí está el hombre, los siglos girarán en su contorno. Ya es tarde, no te me tardes, esperamos tu retorno.
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