TEMA
5:
LOS ÁNGELES
En
el Credo afirmamos: "Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador
del cielo y de la tierra... ". Y en el Símbolo Niceno-Constantinopolitano:
"Creo en un solo Dios..... creador del
cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible". Estos seres
invisibles que afirmamos creer son los ángeles.
En
tiempos de Jesucristo ya había quienes no creían en los ángeles (Cfr. Hc 23, 8). Su existencia es dogma de fe, definido en el Concilio IV de
Letrán, en 1215 y confirmado en el Concilio Vaticano I, en 1870.
El texto del Concilio reza así: “Firmemente
creemos y simplemente confesamos, que uno solo es el verdadero Dios, eterno,
inmenso e inconmutable, incomprensible, omnipotente e inefable, Padre, Hijo y
Espíritu Santo: tres personas ciertamente, pero una sola esencia, sustancia o
naturaleza absolutamente. simple. El Padre no viene de nadie, el Hijo del Padre
solo, y El Espíritu Santo a la vez de uno y de otro, sin comienzo, siempre y sin
fin. El Padre que engendra, el Hijo que nace y el Espíritu Santo que procede :
consustanciales, coiguales, coomnipotentes y coeternos; un solo principio de
todas las cosas; Creador de todas las cosas, de las visibles y de las
invisibles, espirituales y corporales; que por su omnipotente virtud a la vez
desde el principio del tiempo creó de la nada a una y otra criatura, la
espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana, v después la
humana, como común, compuesta de espíritu y de cuerpo. Porque el diablo y
demás demonios, por Dios ciertamente fueron creados buenos por naturaleza; mas
ellos, por sí mismos, se hicieron malos. El hombre, empero, pecó por sugestión
del diablo. Esta Santa Trinidad, que según la común esencia es indivisa y, según
las propiedades personales, diferente, primero por Moisés y los santos profetas
y por otros siervos suyos, según la ordenadísima disposición de los tiempos, dio
al género humano la doctrina saludable”.
ES
RAZONABLE LA EXISTENCIA DE LOS ÁNGELES
A
la existencia de los ángeles no podemos llegar con las solas fuerzas de la
razón. Se necesita la revelación. No obstante, Santo Tomás de Aquino dice que
con la luz de la razón se puede llegar al menos a la conclusión de que es
probable que haya ángeles. Su razonamiento es como sigue:
Hay una escala de seres, desde los puramente
materiales, hasta el ser más compuesto de materia y espíritu, que es el hombre.
Pero en esta cadena de seres parece que falta un eslabón entre el hombre,
compuesto de materia y espíritu, y Dios, ser increado puramente espiritual.
Estos seres serían puramente espirituales, pero
creados.
Tras este argumento tan lógico llega el santo Teólogo a la conclusión de
que es muy razonable que existan los ángeles. Pero, de hecho, su existencia sólo
la conocemos por medio de la Revelación. La Palabra de Dios, la Biblia, habla
claramente de la existencia de los ángeles.
EXISTENCIA
DE LOS ÁNGELES
Es el mismo Cristo quien lo afirma en numerosas ocasiones, por esa razón
si nosotros negamos la existencia de los ángeles tendremos que admitir que el
mismo Cristo se equivocó. Decir que Jesucristo se equivocó es lo mismo que decir
que no es Dios y aceptar todo lo que eso supone. Es decir, que negar un dogma
trae como consecuencia negar los demás dogmas de la Iglesia, porque unos con
otros están entrelazados.
¿En
qué textos de la Escritura habla Jesucristo de los
ángeles?
·
Lc
12, 8-9: "A quien me confesare
delante de los hombres, el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles
de Dios. El que me negare delante de
los hombres, será negado delante de los ángeles de
Dios".
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
La
conclusión es clara: los ángeles existen.
NATURALEZA
DE LOS ÁNGELES
Los Concilios IV de Letrán y el
Vaticano I dicen que Dios al principio del tiempo creó de la nada unas
sustancias espirituales que son llamadas ángeles. Y en Ex 20, 11 podemos deducir que fueron
creados los ángeles juntamente con los cielos y la tierra.
NÚMERO Y ÓRDENES DE LOS
ÁNGELES
·
Dan
7, 10: Un río de
fuego corría y manaba delante de él. Miles de millares le servían, miríadas de miríadas estaban en pie
delante de él. El tribunal se sentó, y se abrieron los libros.
De
los textos enunciados se deduce con toda claridad que el número de los ángeles
es incontable.
A esto debemos añadir que entre los ángeles hay una jerarquía. No todos
los ángeles son iguales, pues la Escritura enumera hasta nueve coros u órdenes
de ángeles:
·
Gen
3, 24: Y habiendo
expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada
vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.
·
LOS
ÁNGELES BUENOS
Según
este texto los ángeles de los pequeños "ven continuamente el rostro de mi
Padre", es decir gozan de la visión beatífica. Están constantemente viendo a
Dios. De ahí se deduce que Dios los creó para que eternamente le alaben y le
bendigan (Cfr. Is 6, 3; Salmo 103,
20) y para que cumplan sus mandamientos y guarden y custodien a los hombres
( Heb 1, 14)
Los ángeles tienen que guardar a los hombres. Es una de sus labores. De
ahí nace la creencia en el ángel de la guarda o custodio. Es ésta una
doctrina tradicional y universal de la Iglesia. En el texto citado anteriormente
de Mt 18, 10, Jesús afirma que los
niños tienen sus ángeles. De ahí deducimos que cada hombre tiene un ángel
custodio. Algunos Padres de la Iglesia como San Basilio y San Jerónimo nos
hablan claramente de esta doctrina. San Basilio afirma: "Cada uno de los fieles, tiene a su lado un
ángel como educador y pastor que dirige su vida". Y San Jerónimo en el
comentario de Mt 18, 10 señala: "¡Cuán
grande es la dignidad de las almas, que cada una de ellas, desde el día de su
nacimiento tiene asignado un ángel para que le
proteja!".
Es una creencia que ya tenían los primeros
cristianos:
Aparece San Miguel como el Ángel custodio del pueblo de Dios. También se
menciona un ángel de los persas y de otros pueblos. Parece que la Sagrada
Escritura nos quiere decir que las naciones también tienen sus ángeles
custodios.
La definición de ángel nos la da también la
Escritura.
·
Hb
1, 14: ¿Es que no
son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de
heredar la salvación?
El
Catecismo, haciéndose eco de este texto, nos habla
de la siguiente manera:
328 La existencia de seres espirituales, no
corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad
de fe. E1 testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la
Tradición.
329 S. Agustín dice respecto a ellos: "Angelus
officii nomen est, non naturae. Quaeris numen huius naturae, spiritus est;
quaeris officium, ángelus est: ex eo quad est, spiritus est, ex eo quod agit,
ángelus" ("El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas
por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te
diré que es un ángel") (Psal. 103, 1, 15). Con todo su ser, los ángeles son
servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan "constantemente el rostro de
mi Padre que está en los cielos" (Mt 18, 10), son "agentes de sus órdenes,
atentos a la voz de su palabra" (Sal 103, 20).
330 En tanto que criaturas puramente
espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf Pío
XII: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las
criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10,
9-12).
331 Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles..." (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para El: "Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él" (Col 1, 16). Le pertenecen más aún porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación: "¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?" (Hb 1, 14).
Los
ángeles caídos
Todos los textos que hemos visto hasta ahora se refieren a los ángeles
que están en el cielo, a los que tienen la visión beatífica. Pero no todos los
ángeles son así.
Claramente
se afirma que hay unos ángeles que pecaron, que no guardaron su dignidad,
dignidad de hijos de Dios que se alcanza por la gracia santificante. Todo el que no guarda su dignidad de hijo
de Dios es porque peca.
Cristo no socorrió a los ángeles, haciéndose ángel, sino a los hombres,
haciéndose hombre.
Consta, por tanto, que hay unos ángeles que pecaron y que no han sido
redimidos por Cristo. A ésos ángeles les llamamos demonios. Su caída tuvo lugar
antes de la creación del hombre. Esto lo podemos deducir claramente del Génesis
porque en la caída del hombre interviene directamente la influencia de un ángel
caído.
Es cierto, certísimo, que nadie puede cometer un pecado si tiene la
visión beatífica de Dios, si está en la presencia directa de Dios. Por esa
razón, nosotros podemos deducir que los ángeles fueron creados en estado de
gracia, pero fuera de la visión beatífica que hace a los seres impecable. Los
ángeles tuvieron que merecer este estado de la misma manera que también nosotros
tenemos que merecerlo.
¿Cuál fue el pecado de los ángeles? La Biblia no nos dice nada al
respecto. Nosotros podemos deducir ciertas cosas que son lógicas.
1.
No
pudieron cometer pecado alguno en el que pueda intervenir el cuerpo, porque no
tienen. Son espíritus puros.
2.
Fue
un pecado espiritual. Ahora bien, no hay más que dos tipos de pecados
espirituales: soberbia y envidia.
Hay
dos teorías entre los teólogos:
1.
Dios
mostró a los ángeles la futura Encarnación del Verbo y éstos no quisieron
aceptarla. Querían que se hiciera ángel y no hombre.
2.
Los
ángeles sabían que debían merecer la visión beatífica y, al versa tan perfectos,
creyeron poder alcanzarla con sus propias fuerzas. Ahí cayeron en la soberbia
los demonios. Los ángeles buenos reconocieron que solamente con la ayuda de Dios
podían alcanzarla.
Sea
lo que fuere, podemos afirmar con certeza que fue la soberbia la que perdió a
los demonios. En Ap 12, 7 y 13, 4-5
vemos claramente que Miguel, el Príncipe de los Ángeles, batalla contra los
ángeles caídos. El nombre de Miguel es bien significativo. Mikaël, en
hebreo significa ¡Quién como Dios!. Es el grito del Arcángel el que da
origen a su nombre y el que humilla al ejército de Satanás o la antigua
serpiente.
Influencia
de los ángeles sobre el hombre
Según
estos textos, el diablo, a quien Jesús llama "príncipe de este mundo" (Cfr. Jn 16, 11) está constantemente buscando
a quien devorar y además sabe transfigurarse en ángel de luz. Es decir, sabe
cómo tentar. A las personas buenas no les va a proponer un pecado grave, porque
sabe que no se saldrá con la suya; pero sí una cosa buena en sí
desordenadamente. Por ejemplo: si una madre de familia quiere estar todo el día
en oración, descuidando sus obligaciones, habría elegido una cosa buena, pero de
forma desordenada. Su obligación es cuidar que todas sus obligaciones se hagan
bien y después, dedicarse a la oración, si le queda tiempo. Si no deberá ser
contemplativa en la acción. Hay que tener mucho cuidado.
Los ángeles malos no pueden influir directamente en la inteligencia ni en
la voluntad, pero sí en las facultades sensibles: la memoria, la
imaginación,... Si el demonio
conquista la sensibilidad nos incapacita para ver las cosas en su objetividad y
así puede conquistar con mucha facilidad la voluntad. Eso nos indica que tenemos
que tener mucho cuidado con todo lo que afecta a nuestra sensibilidad. Los
ángeles buenos se valen de los mismos métodos para inducirnos al bien. Pero "mayor es quien está en nosotros que quien
está en el mundo" (I Jn 4, 4).
En nosotros está Cristo. Si eso es así, un alma en gracia es más fuerte que un
ángel caído y, por mucho que lo tiente, nunca caerá. De ahí que afirme San Juan
(I Jn 5, 4) "la victoria que ha vencido al mundo es
nuestra fe". Viviendo
plenamente nuestra fe y viendo las cosas a la luz de la fe, seremos fuertes y
resistiremos toda tentación.
Debemos, pues, para ser fuertes revestirnos de la armadura de Dios, de
quien solamente puede venir la fuerza para vencer, ya que la lucha no es contra
la carne y la sangre, contra seres humanos; sino contra los ángeles caídos que,
por naturaleza, son más fuertes que el hombre con las solas fuerzas
naturales.
La armadura de Dios consiste en :
1.
"Estar
alerta"
2.
"Ceñirse
con la verdad":
verdad en el sentido pleno de la palabra que respira en la Biblia. Se trata del
Evangelio, la Palabra de Dios, que es preciso vivir plenamente y así rechazar
todo error (Cfr. Ef 5,
14-15)
3.
"Revestidos
de la Justicia como coraza": bien
sabemos que en el lenguaje bíblico justicia es igual a santidad. Luego el
Apóstol nos recomienda que nos pongamos la coraza de la santidad para combatir
el mal, pues la finalidad de la coraza es hacer
invulnerables.
4.
"Calzados
los pies con el Celo por el Evangelio de la paz":
El cristiano no será buen cristiano si no se dedica a anunciar el Evangelio del
amor y de la paz que es Cristo. No se debe estar meramente a la defensiva, hay
que actuar.
5.
"Embrazando
siempre el escudo de la Fe para que podáis apagar con él todos los encendidos
dardos del Maligno":
Este escudo es la adhesión total a Cristo. Esta fe hace inofensivos lo peores
golpes del enemigo (Cfr. I Jn 5,
4).
6.
"Tomad,
también, el yelmo de la salvación":
si
comparamos este texto con I Tes 5,
8ss veremos que el Apóstol se refiere claramente a la esperanza firme en la
victoria.
7.
"Y
la espada del Espíritu, que es la
Palabra de
Dios": La Escritura siempre ha de orientar
nuestra vida.
8.
"Siempre
en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con
perseverancia e intercediendo por todos los santos": La
oración asidua y perseverante nos dará la luz y la fortaleza necesaria para
vivir nuestra adhesión a Cristo en todas las circunstancias de la vida.
Es
evidente que Dios nos da muchos medios para combatir las fuerzas del mal.
Dispongámonos a combatir los nobles combates de la fe. Sabemos que el enemigo
siempre estará asechando, pero que tenemos a nuestro lado poderosos guerreros
que nos apoyan y nos guardan del mal: los santos Ángeles.
ANEXO:
LA EXISTENCIA DEL DEMONIO
La
existencia del demonio no es un hecho privativo del cristianismo o del judaísmo,
sino que también la comparten otras culturas.
# MESOPOTAMIA:
Los espíritus no solamente existen, sino que ejercen un influjo en los
acontecimientos humanos. Cada uno de ellos tiene su nombre y sus funciones
propias. Se les representa como monstruos mitad hombre, mitad dragón o toro; o
como genios alados que custodian las puertas de los palacios y los templos. Los
hay de índole benévola como los karibu acádicos (divinidades inferiores
que interceden por los hombres) y otros nocivos y malignos como los siete
malvados, entre los que se encuentra de un modo especial Lilitu, que aparece en babilonia con el
nombre de Lilit (Is 34, 14). No están sometidos a
divinidades superiores, sino que actúan contra ellas. Se acudían, en la lucha
contra ellos, a exorcismos y ritos como queda constancia en Tb 6, 7-9; 8,
2-3.
# IRÁN: aparece un
claro dualismo, dos principios coeternos: el principio del bien y el principio
del mal, que luchan entre sí hasta que, al final de la historia, el principio
del bien, Ormuz, termina imponiéndose
al principio del mal que es Ahriman.
Zaratustra (ss. VI-VII a. C.) Realizó en la religión iraní una profunda reforma,
fundando el mazdeísmo, religión del
Irán antes de la conquista árabe y su conversión al Islam. Dentro del mazdeísmo
encontramos la oposición radical y eterna entre los dos principios del bien y
del mal, de igual entidad. El principio malo ha creado los Devas o demonios que parecen
transformarse de divinidades desaparecidas. Estas potencias del mal, más que
producir enfermedades, causan la corrupción sensual del hombre, introduciéndole
a la tentación, pero también existe la creencia de que otros seis espíritus
buenos que acompañan al principio bueno, luchan para ayudar a los
hombres.
# EGIPTO: La mitología
egipcia conoce un gran número de espíritus que entienden como divinidades
inferiores o como monstruos desfigurados. Los buenos se presentan como seres de luz, mientras que los malignos
tienen la función de castigar a los hombres, provocándoles enfermedades y
sufrimientos así como torturas en el infierno.
# GRECIA: Aparece el
término daimon, de donde procede el
nuestro de demonio. Proviene del verbo daíomai que significa dividir, separar.
Tiene significados diversos. En Homero designa a Dios mismo. También a las almas
de los antepasados humanos que han pasado a la perfecta bienaventuranza. También
a los espíritus de los difuntos, que no fueron sepultados o que causan
desventuras a los hombres mediante la enfermedad o la posesión. Se afirma la
idea de que son seres semidivinos intermedios entre los dioses superiores y los
hombres, mensajeros de los dioses e intermediarios entre ellos y la
materia.
# ANTIGUO TESTAMENTO: En
la religión judía, observamos ideas del mundo cultural circundante profundamente
depuradas. A la luz de la fe en Yahvé, creador de todo lo que existe, se reduce
a los falsos dioses de las religiones paganas a la nada o a simples criaturas
que, como en el caso de los demonios, están comprometidos en una lucha
espiritual contra Dios y los hombres. Tb
3, 8-17; 6, 14; 7, 11; 8, 5; Asmodeo mata a los siete esposos de Sara; Dt 32, 17: aparecen los sedim, de origen babilónico,
destinatarios de los sacrificios de los niños; Lev 17, 7; II Re 23, 8: los se´irim, demonios o sátiros guardan las
ruinas de babilonia o Hedom; Is 34,
14: Lilit o demonio hembra que demora en las ruinas; Lev 19, 31; 20, 6-27: La fe en Yahvé,
único Dios, conlleva medidas contra los magos que pretendían liberar al hombre
de maleficios diversos. Todo esto lleva a identificar a los ángeles y los
demonios con criaturas de Dios. El dualismo que concibe el principio del bien y
del mal como dos principios increados y de la misma entidad, no tiene cabida en
la Biblia. Dios es creador e todo y, por tanto, Satán es una criatura de Dios.
El mal que padece el hombre no proviene de Dios sino de Satanás y de la caída y
desobediencia del primer hombre. Así Satanás, que en hebreo significa atacar, es
el acusador, el adversario del pueblo de Dios. En Zac 3, 1-2: Satanás cumple la función
de acusador público del sumo sacerdote Josué. Libro de Job: Satanás, el adversario,
desafía a Dios proponiéndole que le permita tentar a Job, amigo de Dios, para
hacer ver que su piedad y su fidelidad no son consistentes, sino debidas al
hecho de que todo le sale bien, de que es cuestión de suerte. Job se somete a la
voluntad de Dios y le mantiene su fidelidad a pesar de todo cuanto le ha pasado.
Como tentador, Satanás, aparece subordinado a Dios, su creador y señor. Su
perversidad consiste en hacer caer al justo, al bendito de Dios. Como conclusión
diremos que en el Antiguo testamento, el demonio aparece como una criatura bajo
el dominio total de Dios. Ejerce una influencia malévola, la de tentar al hombre
para conducirlo al mal.