Tema
7:
CREACIÓN
Y CAÍDA DEL HOMBRE
1. CREACIÓN DEL HOMBRE
según la Biblia
|
·
Antes
de Adán y Eva no había hombres sobre la faz de la Tierra: Gn 2, 5 y 20; Gn 3, 20. Sab 10,
1.
·
Creación
de la primera pareja: Gn 1, 27; 2, 7 y
21-22.
·
De
esta primera pareja descienden todos los hombres:
Gn
3, 20; Hc 17, 26.
·
El
hombre consta de cuerpo y alma: Gn 2,
7.
·
El
alma de todo hombre es creada directamente por Dios y es inmortal: Gn 2, 7 (Le insufló aliento de
vida);
·
Eclés/Qo
12, 7
(El espíritu vuelve a Dios que le dio el ser);
Mt 22, 32 (Dios no es Dios de muertos, sino de vivos;
ver los paralelos: Mc 12, 27 y Lc 20, 38); Lc 16, 19-31 (El rico Epulón y el pobre Lázaro, al morir,
llegan inmediatamente al lugar de su eterno destino); Lc 23, 39-43 (Hoy estarás conmigo en el paraíso); Mt 10, 28 (No temáis a los que matan el cuerpo, pero
no pueden matar el alma). Se deduce de Gn 25, 8 (Abraham murió y fue agregado a su pueblo;
lo mismo Gn 35, 28-29 -Isaac- y Gn 49, 33 -Jacob-); Jc 2, 10 (Toda aquella generación fue agregada a sus
padres). Ez 37, 1-10.; Lc 8,
49-55 (La hija de Jairo: volvió su
espíritu); Hc 20, 9-10 (El caso de Eutico resucitado por San
Pablo); St 2, 26 (Un cuerpo sin espíritu es
muerto).
Objeciones
de ADVENTISTAS, REFORMISTAS y
TESTIGOS
DE JEHOVÁ
contra la inmortalidad del alma.
“El
alma a la hora de la muerte, queda en estado completamente inconsciente hasta la
resurrección”
Textos
que aducen:
·
Salmo
146 (145), 4: se desvanecen todos sus pensamientos.
·
Job
7, 9-10: El hombre pasa como una nube - no vuelve más.
·
Job
14, 10 y 12: El hombre, en muriendo, se acabó; no se levantará más; cuanto duren
los Cielos, no se despertarán.
·
Eclesiastés
3, 18-22: Como mueren las bestias, así muere el hombre.
Entre
los Testigos de Jehová se encuentran textos como éstos: “Una creencia común en la actualidad es que
los seres humanos poseen un alma inmortal que sobrevive a la muerte del cuerpo.
Ahora bien, ¿sabía usted que esta enseñanza de la Iglesia fue también un añadido
posterior? Jesús ratificó la verdad bíblica de que los muertos “no tienen conciencia de nada
en absoluto”, que están por decirlo así, dormidos (Eclesiastés 9, 5; Juan 11,
11-13). Se devolverá la vida a los difuntos mediante la resurrección, es
decir, la “acción de ponerse en pie (levantarse) de nuevo” del sueño de la
muerte (Juan 5, 28-29). Si existiera el
alma inmortal, no haría falta la resurrección, pues la inmortalidad excluye la
muerte.
Jesús
incluso demostró que habrá una resurrección, levantando a algunas personas de
entre los muertos. Veamos el caso de Lázaro, que llevaba muerto cuatro días.
Cuando Jesús lo resucitó, de la tumba salió un ser vivo que respiraba. No
regresó de la dicha celestial un alma inmortal para entrar de nuevo en el cuerpo
de Lázaro una vez que a éste se le llamó de entre los muertos. De haber sido
así, Jesús no le habría hecho ningún favor al resucitado (Juan 11, 39, 43,
44).
¿De
dónde procede, pues, la doctrina de la inmortalidad del alma? La obra The
Westminster Dictionary of Christiam Theology dice que el concepto “debe más a la
filosofía que a la revelación bíblica”. The Jewish Encyclopedia dice: “La
creencia de que el alma continúa su existencia tras la muerte del cuerpo es una
cuestión de especulación filosófica o teológica más que de simple fe y, por lo
tanto, no se enseña expresamente en ningún lugar de la Sagrada
Escritura”.
Por
lo general una falsedad lleva a otra, y así ocurrió en el caso de la enseñanza
del alma inmortal. Abrió el camino a la idea pagana del tormento eterno en el
fuego del infierno. Pero la Biblia dice claramente que “el salario que el pecado
paga es muerte”, no tormento eterno (Romanos 6, 23). Así la Nueva Versión
Internacional describe la resurrección con estas palabras: “El mar devolvió sus
muertos; la muerte y el infierno devolvieron los suyos”. Del mismo modo, la
Nácar Colunga dice que “el mar [...,] la muerte y el infierno entregaron los
[muertos] que tenían”. En efecto, dicho sencillamente, los que están en el
infierno están muertos, “dormidos”, como dijo Jesús (Revelación [Apocalipsis]
20, 13).
¿Cree
usted con sinceridad que la enseñanza de la condenación eterna en el infierno
atrae a las personas a Dios? Claro que no. Las personas justas y amorosas
rechazan esa idea. Por otro lado, la Biblia enseña que “Dios es amor” y que
detesta la crueldad, incluso con los animales ( 1 Juan 4, 8; Proverbios 12, 10;
Jeremías 7, 31; Jonás 4, 11).
Se
aduce como texto bíblico para demostrar que los muertos “están dormidos” Jn 11,
11-13; pero conviene leer el resto del pasaje: Jn 11, 17-43. En los vers. 24-25, se aclara muy bien
que va a ver una resurrección final donde todos viviremos, pero también que
Jesucristo es” la resurrección y la vida” y que “todo el que vive y cree en Él,
no morirá jamás”. La afirmación de Marta es tajante. Afirma la divinidad de
Cristo y en eso fundamenta su fe.
Se
afirma que “si existiera el alma inmortal, no haría falta la resurrección, pues
la inmortalidad excluye la muerte”. Parece que no se ha buscado en el
diccionario lo que significa muerte humana: separación de cuerpo y alma. El
cuerpo, por ser material, se corrompe; pero el alma, por ser espiritual,
permanece. Sino es así cómo entender que el hombre fue creado “a imagen y
semejanza de Dios” (Gn 1, 27) y “porque Dios creó al hombre incorruptible, le
hizo imagen de su misma naturaleza” (Sab 2, 23); y “vuelva el polvo a la tierra,
a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio” (Ecltés 12,
7). En el caso de Lázaro nada se
dice en la Escritura de dónde estaba, sólo se hace mención de su vuelta a la
vida, tras estar muerto cuatro días y su cuerpo medio podrido. No es el cuerpo
el que dio vida, porque se podría; sino el espíritu que al apartarse de él
potenció el estado de putrefacción, pero al recobrarlo volvió a la normalidad.
El Evangelio no habla de respiración, si no de la facultad de movilidad:
“dejadle andar”. El cuerpo volvía al polvo de donde había venido; pero ¿el
espíritu?. El texto no responde. Tenemos que fundamentarnos en otros textos que
ya hemos citado arriba.
Se
preguntan los Testigos que de dónde procede la doctrina de la inmortalidad del
alma. Pues claramente de Lc 16, 19-31 (El rico Epulón y el pobre Lázaro) y de Lc
23, 39-43 (El buen ladrón).
REFLEXIÓN
FILOSÓFICA.
El
hombre tiene manifestaciones que no son materiales (que no son extensas) y, por
tanto, son espirituales. Si existe ese principio espiritual al que llamamos
alma, éste no puede venir de la materia, sólo puede explicarse por creación
directa de Dios.
El
hombre se diferencia del animal en que tiene un alma inteligente
Concilio
Vaticano I: Desde el principio del tiempo
creó Dios de la nada la criatura espiritual y corporal, esto es, la angélica y
la mundana, y luego la humana constituida de espíritu y
cuerpo.
El
alma es la parte espiritual del hombre que sobrevive al cuerpo, y es sede de las
operaciones espirituales como, por ejemplo, el raciocinio[1].
Como
dice Malebranche “el hombre tiene un cuerpo, pero no es un cuerpo”. Es algo más
que su cuerpo. Es el espíritu el que nos hace personas. Sin él no seríamos más
que materia. Seríamos puros animales. Ese elemento sobrenatural en el hombre,
demuestra que existe algo más por encima y más allá de la naturaleza. A esa
sustancia que se halla única y exclusivamente en el hombre, le llamamos
alma.
Pero,
¿el alma no se ve? ¿Cómo
puedo creer que exista algo que no veo?
Hay
cosas que existen aunque no se ven ni se sienten, como la presión atmosférica.
El alma no se ve porque es espíritu, y no todo se ve con los ojos de la cara.
Tampoco se ve el espacio y el tiempo, sino que sólo se pueden ver las cosas que
ocupan el espacio y las cosas que cambian con el tiempo. Podemos conocer la
existencia del alma por sus actividades.
Para
saber si por un cable pasa la corriente eléctrica, intercalamos una bombilla. Si
se enciende, entonces conocemos por los efectos luminosos la existencia de la
corriente eléctrica; pero la corriente no la hemos visto. Si detrás de una tapia
vemos una columna de humo, sabemos que allí hay fuego; tú no has visto el fuego,
pero lo conoces por su efecto que es el humo. Al ver un río, pienso en la
existencia de un manantial, sin verlo. Rutherford y Bohr conocieron el átomo sin
verlo, por los datos obtenidos. Así descubrió Mme. Curie la existencia del
radio. Lo mismo haremos para conocer la existencia del alma. La conocemos por
sus efectos.
Las
actividades del alma
1.
EL
CONOCIMIENTO INTELECTUAL.
El hombre conoce las
manifestaciones sensibles de las cosas, pero, al mismo tiempo, percibe con su
inteligencia la realidad en cuanto tal, lo cual va más allá de lo sensible y lo
trasciende. Se trata de un conocimiento abstracto (abstrae de la materia) o
espiritual. A partir de la captación de lo real en cuanto real, el hombre forma
los conceptos abstractos, como ser, bondad, verdad, belleza, persona y vida...
que no tienen nada de material. Pero al mismo tiempo que el hombre es capaz de
captar la realidad externa a él en cuanto realidad, es capaz de captarse
también como realidad, de recogerse sobre sí mismo, de ensimismarse; algo que la
materia o incluso el animal no puede hacer: decir “yo”. Ahora bien, si el hombre puede
decir “yo”, es porque puede decir: “yo soy una realidad”, porque se capta a
sí mismo como realidad distinta de la que le circunda. Se deduce de todo esto que debe haber en
el hombre un principio que sea capaz de formar tales conceptos. Ese principio es
espiritual y le llamamos, desde antiguo, alma.
2.
LENGUAJE
SIMBÓLICO,
es decir, el utilizar el símbolo de una palabra para designar con ella a una
realidad concreta. En este lenguaje, la palabra es símbolo de la cosa
significada. La palabra es material, pero su significado es espiritual: un
animal no captará nunca el significado de una palabra como “verdad”.
El
lenguaje simbólico nace del hecho de que el hombre conoce las cosas en su
realidad y busca un símbolo (nombre) que las represente. Si el hombre no tuviera
la experiencia de las realidades en cuanto tales, no buscaría esa palabra
denominativa y sólo poseería un lenguaje que, como en el caso de los animales,
sería un lenguaje emotivo, resultado instintivo de la emoción o de la
angustia, del hambre o del frío. Los animales no han desarrollado un
lenguaje simbólico, no han puesto nombre a todas y cada una de las cosas,
porque no las conocen como tales. Los animales no tienen
diccionarios.
3.
LIBERTAD. El hecho de la
libertad es algo espiritual en el hombre. Libertad significa
autodeterminación. Si yo me autodetermino, eso quiere decir que no estoy
determinado materialmente por los genes que he recibido de mis padres. Los genes
me pueden condicionar; sin duda; me dan una mayor o menor capacidad craneal,
pero no me pueden determinar, en el sentido de que soy yo el que determina hacer
esto o aquello. Hay en mí, por lo tanto, algo radicalmente irrepetible y
singular; algo que no proviene de mis padres y donde radica el santuario
sagrado de toda persona humana. Tengo la experiencia de que en mí hay un yo
irrepetible e inédito, con una libertad por estrenar. Mientras los animales son
copias de sus padres, nosotros no lo somos. Hay en nosotros algo inédito y no
sujeto a la determinación de los genes. Tampoco me determina el influjo que
recibo de fuera. A veces se ha tratado de negar la libertad, diciendo que
en realidad el hombre hace lo que en cada circunstancia le parece lo mejor por
el motivo que fuere, de modo que estaría determinado por ello. Nadie elige lo
malo ni lo menos conveniente. A ello podríamos responder diciendo que uno puede
considerar algo como lo mejor desde el punto de vista racional y humano y,
sin embargo, elegir algo que va en su contra, porque le resulta más
placentero, como fumar. Esta
elección es una verdadera elección, pues se ha elegido no tener en cuenta la
consideración moral (lo que humana y racionalmente se considera mejor). Además,
se podría haber elegido lo contrario: la pérdida del placer, lo cual
demuestra que no se está determinado por él. El hombre no está, pues,
determinado ni por lo que considera el bien moral ni por el placer. Esto es
justamente la libertad.
4.
PROGRESO.
El progreso es otra de las manifestaciones espirituales del hombre. El
animal no ha progresado en absoluto a lo largo de la historia. Las abejas siguen
fabricando la miel como en tiempos de Virgilio (S.I a.C.).
5.
ARTE.
Imaginemos que entramos en una caverna y dudamos de si en ella vivió el
hombre prehistórico. En un primer momento, no descubrimos más que piedras
removidas en el suelo y lechos de hojas secas. De ello sólo, no podemos
deducir la existencia del hombre en la caverna. Pero, en un momento dado,
descubrimos pintadas en la pared imágenes de bisontes. Inmediatamente concluimos
la presencia histórica del hombre en esa cueva. ¿Por qué llegamos a esa
conclusión? Sencillamente, porque no se puede pintar un bisonte si no se tiene
el concepto de bisonte. El arte es un fenómeno espiritual.
6.
ÉTICA.
La ética supone en el hombre la existencia de la conciencia, es decir el
convencimiento de que se debe actuar de acuerdo con el bien moral. Ahora bien,
esto significa captar el bien en cuanto bien y ello es un acto
espiritual.
7.
RELIGIÓN.
Los animales carecen de
religión, es un hecho incuestionable. Y ello es así porque el fenómeno de
religión es un hecho radicalmente espiritual. Supone en el hombre una
tendencia al infinito que sólo surge tras la constatación de que cosas de este
mundo no le satisfacen plenamente. Esta tendencia al infinito es un hecho
espiritual que no se encontrará en los animales, dado que ellos quedan saturados
por la satisfacción de sus necesidades materiales. Pero la religión no se
funda sólo en la tendencia al infinito, pues también el hombre puede llegar a un
conocimiento de Dios como creador de todo. Este conocimiento indudablemente es
espiritual, pues Dios no es una magnitud empíricamente
verificable.
8.
EL
INSTINTO ANIMAL.
El
animal no está dotado de ninguna de las dimensiones espirituales de las que
hemos hablado. Es evidente, por ejemplo, que los animales no han progresado
en absoluto. Por supuesto que pueden aprender unas cuantas palabras y
asociarlas, porque tienen una imaginación asociativa, pero los esfuerzos
experimentales que con ellos se han hecho no han conseguido nunca un auténtico
progreso. Son incapaces de llegar a los principios abstractos, a las leyes que
gobiernan la naturaleza. Son conocidos, por ejemplo, los experimentos de Revesl.
Este estudioso presentó a monos, niños y hombres adultos ocho cajas, en una
de las cuales habla chocolate y que era la que tenían que descubrir. Las
tabletas de chocolate fueron puestas la primera vez en la primera caja, luego en
la segunda, en la tercera, etc. Los hombres y los niños descubrieron el truco:
coger siempre la caja siguiente. Los monos en cambio, seguían despistados. A
pesar del número de pruebas, los monos no consiguieron llegar a la captación de
esa ley tan sencilla. Sólo los hombres llegaron a descubrir la ley; los
animales, no. No tienen capacidad abstractiva.
El
alma humana es la base de la vida y de la inteligencia. Si no tuviéramos alma
inteligente, no habría ni cultura ni ciencia, ni artes, ni técnica, ni aviones,
ni....
Eso
es mentira porque nosotros pensamos con el cerebro.
El alma para pensar se sirve del cerebro como de un instrumento., pero el
cerebro sin alma que lo vivifique, no hace nada; está muerto. Es una bombilla
sin corriente. ¿Cuál es la diferencia entre el cerebro de un vivo y el de un
muerto? Las células de uno y otro son las mismas. Pero el uno tiene alma y el
otro no. El cuadro de las Lanzas de Velázquez no se debe al pincel, sino al
artista, a Velázquez. Es cierto que Velázquez con una escoba no hubiera pintado
el cuadro, pero también es verdad que el pincel sin Velázquez no es capaz de
hacer nada. Hay una influencia mutua entre artista y pincel, pues si el pincel
está estropeado, el artista no puede hacer nada. Pero el pincel
sólo......
En
la corteza cerebral hay 14.000 millones de células nerviosas llamadas neuronas.
Querer comprender la mente humana estudiando sólo el cerebro, es como pretender
entender un programa de televisión estudiando sólo los transistores y los
circuitos integrados del interior del televisor. El programa de televisión
supone muchas horas de pensar de técnicos, programadores, realizadores,
etc.
Una
computadora electrónica puede diagnosticar una enfermedad e incluso programar un
tratamiento, pero no puede captar factores psicológicos del enfermo, como el
temor, la emoción, la ansiedad... que el médico puede captar y tener en cuenta.
La computadora no siente cariño, ni alegría, ni remordimientos. Reducir el
pensamiento al cerebro material es como en un cuadro de Goya examinar el lienzo
y los colores yuxtapuestos, pero desconocer el arte, que es de orden espiritual.
Lo mismo que un libro es algo más que papel y tinta. Lo importante es el
conjunto de ideas que transmite. Y esto es espiritual. El alma es el principio
vital causa de la vertiente espiritual del hombre.
La
existencia del alma espiritual
Es
claro que no vemos la existencia de nuestra alma, por lo que, al igual que en el
tema de la existencia de Dios, tenemos que recurrir a una prueba de tipo
filosófico, partiendo del hecho de que hay en el hombre acciones
espirituales que, por ser irreductibles a la materia, exigen un principio
espiritual que las cause.
Son espirituales las manifestaciones del hombre que tienen los atributos
distintos de la materia y la trascienden intrínsecamente. La materia es
extensa, tiene partes y se encuentra en el espacio. Si existen en el hombre
manifestaciones que no sean extensas, que no tengan partes, que no sean
sensibles, que superen el espacio, diremos que son espirituales, y,
como tales, sólo podrán venir de un principio espiritual, que es el alma.
Ahora bien, si existe el alma y el alma no puede derivarse de la materia, sólo
puede explicarse por creación directa de Dios. Esta es la prueba. Todo el peso
de la argumentación descansa, por lo tanto, en demostrar que existen
en el hombre dimensiones espirituales que proceden, en consecuencia, de un
alma espiritual.
2.
LA CAÍDA: EL PECADO ORIGINAL
DONES
DE ADÁN Y EVA
Adán
y Eva fueron enriquecidos con la gracia santificante y los dones
preternaturales[2]
Dios,
al crear a Adán y Eva los elevó al mismo tiempo al orden sobrenatural
infundiéndoles la gracia santificante que les daba capacidad y derecho para la
visión intuitiva de Dios y el amor beatífico. Pero además, Dios les concedió
otros dones preternaturales que se derivan de esa elevación; tales son: la
inmunidad de la concupiscencia, la ciencia infusa, la exención del dolor y de la
muerte. En el plan de Dios entraba que, tanto la gracia como los privilegios de
ella derivados, pasasen a los descendientes de Adán y Eva, pero a condición de
que nuestros primeros padres no desobedecieran la orden de Dios, aunque no hay
que negar que algún privilegio, como la ciencia infusa, fuese solamente
privilegio del primer hombre, el cual recibió dicha ciencia infusa para enseñar
a sus hijos..
·
Sab
2, 23-24:
Don de inmortalidad.
·
Gn
2, 17:
La muerte es castigo del pecado.
·
Gn
3,16-19:
el dolor, consecuencia del pecado.
·
Gn
2,25 y 3, 7 y 11:
la concupiscencia, consecuencia del pecado.
·
Gn
2, 19:
ciencia infusa de Adán.
·
Gn
1, b26 y 28:
dominio sobre los demás seres de la creación.
·
Ecltés
7, 29:
rectitud moral (la razón sujeta a Dios y las tendencias inferiores a la
razón).
·
Gn
3,8:
familiaridad con Dios, fruto de la gracia santificante. Poseían Adán y Eva la
gracia santificante, pues según Ef 4, 22-24 hemos sido regenerados, restituidos
al estado en que se hallaban nuestros primeros padres antes de
pecar.
GÉNESIS
3: La caída
Este capítulo pertenece a la tradición yahvista por utilizar el nombre de Yahvéh al designar a Dios y por el uso continuo de antropomorfismos. Lo importante es captar lo que el hagiógrafo quiere decir: el mensaje que Dios quiere transmitirnos.
Vers.
1:
La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvéh Dios
había hecho. Y dijo a la mujer: “¿Cómo es que Dios os ha dicho: no comáis de
ninguno de los árboles del jardín?”.
La
serpiente no es una serpiente cualquiera, sino el ángel caído -> Ap. 12, 9; Sab 2,23-24. De esta manera, el
demonio o ángel caído se acerca disfrazado de serpiente y se presenta con una
astucia inusitada en una serpiente,
para tentarlos, pues éstos eran libres para obrar el bien o el mal. Si
estuvieran determinados no habrían recibido un mandato de Dios. Todos los demás
detalles del texto constituyen un ropaje literario propio de la mentalidad de la
época en que se escribió. Es interesante que el demonio comienza su diálogo con
una mentira. Dios no había prohibido que comiera de todos los árboles del
paraíso. Es cosa propia del demonio -> Jn 8, 44
Vers. 2-3:
2Respondió
la mujer a la serpiente: “Podemos comer del fruto de los árboles del jardín.
3Mas
del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de
él, ni lo toquéis, so pena de muerte”.
La mujer comete el error de aceptar
el diálogo con el tentador. Nunca deberíamos dialogar con la tentación porque,
psicológicamente siempre nos va a vencer. El dialogo enreda a la persona con una
sagacidad y un entrar en el juego del tentador. Para no caer en la tentación
orar y no dialogar.
Vers.
4-5:
4Replicó
la serpiente a la mujer: “De ninguna manera moriréis. 5Es
que Dios sabe muy bien que el día en que comieréis de él, se os abrirán los ojos
y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”
El
tentador se atreve a decir que lo que ha dicho Dios no es cierto. Suscita dudas
acerca de la veracidad de Dios. Con gran habilidad insinúa que el día en que
coman del fruto, serán como dioses, “conocedores del bien y del mal”. Dos cosas:
1°)¿Por
qué debemos aceptar los hombres una ley moral inmutable impuesta por Dios? ¿
Acaso yo, ser libre e inteligente, no puedo decidir lo que es bueno o mal?. Es
la tentación al subjetivismo que no tiene en cuenta la ley objetiva de
Dios.
2°)
¿Es que para ser Dios lo único que hay que hacer es comer de un árbol?.
Toda
la creación se rige por leyes e ir contra ellas rompe la armonía del universo..
De la misma manera el hombre, tanto en su parte física como en su parte psíquica
y moral. El hombre, si quiere realizarse con plenitud, debe seguir esas normas
impuestas por el Creador. Cuando una persona compra un nuevo aparato agradece
que le entreguen las instrucciones de uso. Si no obedece esas instrucciones, el
aparato no funciona correctamente.
Si
la mujer no hubiera dialogado con la serpiente no hubiera llegado la tentación a
ese extremo. Cuando se pone en duda la veracidad de Dios, pronto se cae. Y
además, poner en duda la veracidad de Dios es “diabólico”.
Vers.
6:
Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y
excelente para lograr sabiduría,
tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente
comió.
La
mujer se deja seducir, y la tentación va creciendo.... Vencido el conocimiento,
puesta en entredicho la verdad divina, el sentimiento se deja llevar, la
imaginación encuentra ancho y fácil el camino y no hallando obstáculo
alguno....
Claramente
se indica que la mujer intenta ser más, alcanzar sabiduría, esa sabiduría que le
propuso, no Dios, sino el tentador. El pecado ciertamente no es de gula, sino de
soberbia. Y una vez que ella ha caído, busca un cómplice: su marido. Tantas
veces nos ocurre que tras haber hecho algo malo buscamos cómplices para que
cuando se nos juzgue, el juez se apiade de varios y no sea tan cruel en la
sentencia por tratarse de muchos y no de uno solo. Así Eva. Consciente de su
desobediencia, induce a Adán a pecar.
Algunas
personas han dicho que el pecado original fue de carácter sexual. No puede ser.
Sería incoherente con Gn 1, 28:
“creced y multiplicaos”. Poco importa el precepto violado. Lo que sí conviene
resaltar es que pretendieron independizarse de Dios. Fue, pues un pecado de
desobediencia, lo cual trajo consigo unas consecuencias.
Vers.
7:
Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban
desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos
ceñidores.
Se encontraron con todo lo contrario
de lo que habían esperado. Comido el fruto prohibido se les abrieron ciertamente
los ojos, como les había predicho la astuta serpiente; pero en lugar de verse
como “dioses”, se contemplaron “desnudos”,teniendo vergüenza de sí mismos. Y con
aquella ciencia superior que les había prometido el tentador no fueron capaces
más que de tejer un vestido con hojas de una higuera para cubrir su desnudez y
poner más de manifiesto la trágica ironía de su hazaña. Algo grave ha pasado en
su interior: antes estaban desnudos y se veían y nada pasaba, ¿y ahora?. Se les
ha despertado el pudor y la concupiscencia; se ha iniciado una lucha entre la
parte inferior de l hombre y la superior; han perdido la inocencia y la amistad
con Dios, en las que fueron creados y en la que no había tal lucha y vergüenza.
Los que querían hacerse como Dios han encontrado la enemistad con Él. El pecado
destruye la paz del hombre con Dios, consigo mismo y con los demás.
Vers. 8: Oyeron
luego el ruido de los pasos de Yahvéh Dios que se paseaba por el jardín a la
hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahvéh Dios
por entre los árboles del jardín.
A la hora de la brisa, al atardecer, salió Dios a pasear. Es un modo antropomórfico de presentar la escena y un contraste: Dios en la brisa. El hombre se esconde por el temor, el miedo al castigo. Es el dolor de la conciencia lo que le hace alejarse y esconderse de Dios. Es un efecto del pecado. Antes gozaban de la presencia de Dios, conversaban con él con toda naturalidad; ahora... Han perdido la gracia santificante.
Vers.
9-13:
9Yahvéh
Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?” 10Éste
contestó: “Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso
me escondí”. 11Él
replicó: “¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del
árbol del que te prohibí comer?” 12Dijo
el hombre: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí”.
13Dijo,
pues, Yahvéh Dios a la mujer: “¿Por qué lo has hecho?”. Y contestó la mujer: “La
serpiente me sedujo y comí”.
Con
el mismo estilo, el hagiógrafo nos va a describir el juicio instantáneo que Dios
hace en la conciencia del pecador mediante un interrogatorio externo, asequible
a todo tipo de inteligencia, infantil o adulta, Si no tenemos en cuenta esto,
podríamos llegar a pensar que en aquel tiempo no conocían la omnisciencia de
Dios.
Se
revela, pues, todo el clima de desasosiego y verguenza producido por el pecado.
Dios pregunta al hombre, dónde está. Se trata, no del lugar en que ocupa, sino
del estado en que se encuentra. Adán se disculpa, echa, como un niño, la culpa a
“la mujer”. No a “mi” mujer, sino a “la mujer que Tú me diste”. Se ha roto
aquella paz familiar que tenían (Gn 2, 23). Y parece eludir responsabilidades.
Le pidió a Dios una compañera y ahora le reprocha habérsela dado. Eva también se
disculpa. Es la tendencia del hombre caído: echar la culpa a otros, eludir
responsabilidades.
La
serpiente tiene que aguantar la mirada de Dios. Para ella no hay pregunta. Dios
no quiere saber de ella. Ciertamente la serpiente es culpable, pero ellos
pecaron libremente. Ellos no tenían, como nosotros inclinación al mal, y no
pueden disculparse de ninguna manera. Es grave su pecado, muy grave.
Vers.
14-15:
14Entonces
Yahvéh Dios dijo a la serpiente: “por haber hecho esto, maldita seas entre todas
las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y
polvo comerás todos los días de tu vida. 15Enemistad
pondré entre tí y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la
cabeza mientras acechas tú su calcañar”.
No
se trata de que las serpientes tuvieran patas antes del pecado original y las
perdiesen, sino que el arrastrarse y comer polvo son, en la Biblia, símbolo de
suma humillación (Miq 7, 16-17; Salmo 72,9). El demonio que es un soberbio queda
castigado a ser perpetuamente humillado. En el vers. 15, donde se narra una gran
profecía, se contempla cómo ocurrirá eso.
La “mujer” ciertamente no es Eva, pues ésta acaba de hacerse amiga del
demonio. Se trata de otra mujer que vendrá, enemiga absoluta del demonio y amiga
de la obediencia. Su hijo (en hebreo se utiliza un pronombre personal masculino
y singular) aplastará la cabeza de la serpiente. Es la promesa del Redentor.
Como bien explica San Pablo, frente a Adán y Eva, un hombre y una mujer por
quienes entró la muerte en el mundo, están otro Hombre y otra Mujer (Cristo y su
Madre) para devolver al género humano la vida sobrenatural. Esta profecía
mesiánica se irá completando a través de los siglos con otras profecías. A este
pasaje se le ha llamado el “protoevangelio”.
A
partir de la caída de nuestros primeros padres, toda gracia que la humanidad
recibe es gracia de Cristo. Los que vivieron antes de la venida del Redentor
podían salvarse por una aplicación anticipada de los méritos redentores de
Cristo, tal como nosotros ahora nos salvamos por la aplicación de los méritos
del Redentor que ya vino. La venida de Cristo es el punto culminante de la
historia.
Vers
16-19:
16A
la mujer le dijo: “Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con
trabajo parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará”.
17Al
hombre le dijo: “Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del
que Yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga
sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. 18Espinas
y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. 19Con
el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él
fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás”
La
mujer está volcada hacia el hombre. Ampliamente ha tratado este tema el Papa en
su encíclica “Mulierem dignitatem”[3] “...los recursos
personales de la feminidad no son ciertamente menores que los recursos de la
masculinidad; son sólo diferentes. Por consiguiente, la mujer -como por su parte
también el hombre- debe entender su “realización” como persona, sobre la base de
estos recursos, de acuerdo con la riqueza de la feminidad, que recibió el día de
la creación y que hereda como expresión peculiar de la “imagen y semejanza de
Dios”. Solamente de este modo puede ser superada también aquella herencia del
pecado que está contenida en las palabras de la Biblia: “tendrás ansia de tu
marido y él te dominará”. La superación de esta herencia mala es tarea de todo
hombre, tanto mujer como varón. En efecto, en todos los casos en los que el
hombre es responsable de lo que ofende la dignidad personal y la vocación de la
mujer, actúa contra su propia dignidad personal y su propia
vocación”.
El
trabajo penoso y todas las penalidades de la vida, así como la muerte, son
consecuencias de la caída del género humano. Ahora la tierra dará espinas y
abrojos; es decir, la creación misma se revela contra el hombre.
Vers
20-24:
20El
hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de todos los
vivientes.21
Yahvéh
Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los
vistió.22Y
dijo Yahvéh Dios: «¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros,
en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y
tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre.»
23 Y le echó Yahvéh Dios del jardín de
Edén, para que labrase el suelo de donde había sido
tomado.24Y
habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la
llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la
vida.
Eva
significa vida, porque ella será madre de todos los vivientes. Pero lo trágico
es que, a su vez, será la madre de todos los muertos en el orden sobrenatural,
pues toda la humanidad, hija de Eva, nace privada de la gracia santificante. La
verdadera madre de todos los vivientes será la Virgen
María.
Que
Dios les expulsó del paraíso y puso querubines para impedir el acceso al árbol
de la vida..., es el ropaje literario para indicar que la felicidad del paraíso
(el estado de justicia original) se ha acabado para siempre. El hombre la ha
perdido para él y para toda la humanidad. Es como un matrimonio rico que pierde
sus riquezas antes de que nazcan sus hijos. Éstos, lógicamente, nacen
pobres.
CONSECUENCIAS
DEL PECADO ORIGINAL.
La
primera y más grave consecuencia es la de cargar a Jesús con la
cruz.
El
pecado personal cometido por Adán y Eva se llama pecado original originante. Sus consecuencias para
toda la humanidad, pecado original
originado.
Al
pecar pierden Adán y Eva todos estos dones para sí y para sus
descendientes.
·
Dn
3,4-6:
la causa es la desobediencia, la cual nace en el fondo, de la
soberbia.
·
Ez
18; 4 y 20:
Pérdida de la gracia santificante (El alma que pecare, ésa morirá). El pecado
mata la vida de la gracia..
·
Gn
3, 7 y 11:
despierta la concupiscencia.
·
Gn
3, 16-19, Sab 2, 23-24:
quedan sujetos al dolor y a la muerte.
·
Rom 5, 12-19:
Todos los descendientes de Adán nacen privados de la gracia y sujetos al dolor,
la concupiscencia y la muerte (Por un hombre entró el pecado en el mundo y por
el pecado la muerte....). De los vers. 12 y 14 se desprende que se trata de un
verdadero pecado, aunque no sea una transgresión personal.
·
Ef
2, 3:
(Éramos por naturaleza hijos de ira) Así lo dice textualmente el original
griego. Algunas veces se traduce este pasaje demasiado libremente. En sentido
literal se refiere a la concupiscencia, que es el efecto del pecado original. El
Concilio de Trento lo aplica al pecado original en la Sesión VI: decreto sobre
la justificación.
·
Salmo
51 (50) 7:
(Pecador me concibió mi madre).
·
Rom
7, 17-25:
la concupiscencia, efecto del pecado original.
Por
el pecado de Adán y Eva hemos quedado privados de la gracia santificante y de
los dones de integridad. Por tanto, el alma recibe cuatro heridas:
1.
Ignorancia (le cuesta conocer la verdad y el bien,
fácilmente se equivoca)
2.
Malicia (inclinación al mal)
3.
Fácilmente se deja
llevar por la ira.
4.
La concupiscencia[4]
A todo esto hay que añadir el
dominio del demonio sobre el género humano caído, porque “el que es vencido de
alguno, es esclavo del que venció” (II
Pd 2, 19; Rom 6, 16).
El
pecado de Adán y Eva fue un pecado grave. Podemos afirmar tal cosa
porque:
1.
Fue
impuesto para que el hombre rindiese a Dios el homenaje de perfecta sumisión y
obediencia.
2.
Dios
amenaza con pena gravísima en caso de transgresión.
3.
Los
efectos de la transgresión son gravísimos y afectan tanto a Adán y Eva como a su
descendencia.
[1] Hoy, los hay que
no se atreven a hablar de alma, incluso algunos sacerdotes evitan el término a
la hora de explicar el
Catecismo, como si nos
encontráramos ante una fórmula filosófica, extraño a la revelación. Pero es
evidente que toda una parte de la enseñanza de la Iglesia se encuentra
comprometida con este término. El Card. Ratzinger afirma a este respecto: me parece que ya es tiempo de llegar a una
rehabilitación en la teología de los tabuizados conceptos de “inmortalidad” y
“alma”. Ciertamente no están faltos de problemática..., pero arrojarlos a la
vía, es ingenuo. Como dice Malebranche “el hombre tiene un cuerpo, pero no
es un cuerpo”. El sujeto que posee es diferente a la cosa poseída. El hombre es
algo más que su cuerpo. “Es el espíritu el que nos hace personas. Sin él no
seríamos más que materia. Seríamos puros animales”. C.S.Lewis, Prof. Universidad
de Oxford, dice: ”La naturaleza es absolutamente incapaz de producir el
pensamiento... Ese elemento sobrenatural en el hombre, demuestra que existe algo
más por encima y más allá de la naturaleza”. Y el neurólogo australiano John C.
Eccles, Premio Nobel,: “Tenemos que reconocer que el Yo es el efecto de una
creación sobrenatural, de eso que en el sentido religioso se llama alma”. El 17
de mayo de 1979, la Sgda. Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó una
carta que firmó el papa Juan Pablo II. En ella decía: La iglesia afirma que un elemento espiritual
sobrevive después de la muerte. Un elemento dotado de conciencia y voluntad, de
suerte que el mismo “ser humano” subsiste. Para designar este elemento la
Iglesia usa la palabra “alma”, término usado en el lenguaje de la Biblia y la
Tradición. Y aunque este vocablo tiene varios significados en la Biblia, la
Iglesia piensa que no hay razones válidas para prescindir de esta palabra. Por
otra parte, la Iglesia considera que es absolutamente indispensable el uso de
alguna palabra para transmitir el dato de la fe de una supervivencia entre la
muerte y la resurrección.
[2]
Una necesaria
distinción entre los conceptos de natural, preternatural y sobrenatural. Lo natural es lo que se debe a cada ser
según su naturaleza. Lo preternatural es lo que se le concede
fuera de las exigencias de la naturaleza, pero que no rebasa las exigencias de
otra naturaleza creada (p. ej. Num 22, 30: la burra de Balaam habla. Es una
acción que rebasa lo propio de la naturaleza de la burra, pero no la del
hombre). Lo sobrenatural excede las
exigencias de cualquier ser creado. El hombre, en la tierra, según las
exigencias de su naturaleza, tiene que conocer a Dios por raciocinio y amarle
con un amor correspondiente a ese conocimiento. En el cielo, elevado a un orden
sobrenatural, conocerá intuitivamente a Dios en la visión beatífica y le amará
con ese amor.
[3]
Dice
Juan Pablo II en su Carta Encíclica “Mulieres Dignitatem”: “ La descripción
bíblica del libro del Génesis delinea la verdad acerca de las consecuencias del
pecado del hombre, así como indica igualmente la alteración de aquella
originaria relación entre el hombre y la mujer, que corresponde a la dignidad
personal de cada uno de ellos... Cuando leemos las palabras dirigidas a la
mujer: “hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará” descubrimos una
ruptura y una constante amenaza precisamente en relación a esa unidad de los
dos, que corresponde a la dignidad de la imagen y de la semejanza de Dios de
ambos. Pero esta amenaza es más grave para la mujer... Este dominio indica la
alteración y la pérdida de estabilidad de aquella igualdad fundamental que en la
unidad de los dos poseen el hombre y la mujer... Ellos, cargados con la
pecaminosidad hereditaria, llevan consigo la tendencia a quebrantar aquel orden
moral que corresponde a la misma naturaleza racional y a la dignidad del hombre
como persona”.
“La verdad revelada sobre la creación del hombre, como hombre y mujer,
constituye el principal argumento contra todas las situaciones que, siendo
objetivamente injustas, contienen y expresan la herencia del pecado que todos
los seres humanos llevan en sí. Los libros de la Sagrada Escritura confirman en
diversos puntos la existencia efectiva de tales situaciones y proclaman al mismo
tiempo la necesidad de convertirse, es decir, purificarse del mal y librarse del
pecado...
“La justa oposición de la mujer frente a lo que expresan las palabras
bíblicas: “Él te dominará”, no puede de ninguna manera conducir a la
“masculinización” de la mujer... Existe el fundado temor de que por este camino
la mujer no llegará a “realizarse” y podría, en cambio, deformar y perder lo que
constituye su riqueza esencial. Se trata de una riqueza
enorme...
[4]
La
concupiscencia es “toda forma vehemente de deseo humano” La lucha que la carne
sostiene contra el espíritu (Gal 5, 16) Procede de la desobediencia del pecado.
Desordena las facultades morales del hombre y, sin ser una falta en sí mismo,
incita a cometer pecados. (Catecismo de la Iglesia Católica 2515)