Tema 10:
JESUCRISTO, DIOS
Y HOMBRE VERDADERO
¿Quién es Jesús
que con una mirada lo pide todo? (Mc 10, 17-22)
La pregunta la
formula el mismo Jesús. En Cesarea de Filipo, al norte de Galilea, donde se
encuentra una de las fuentes del río Jordán. Después de la predicación de
Galilea, Jesús se retira a ese lugar fresco y agradable con los suyos y les
pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos responden: “Unos, que Juan
el bautista, otros Elías, otros Jeremías o alguno de los profetas”. Y Jesús les
dijo: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Simón toma la palabra y contesta:
“Tú eres el Cristo, el hijo de Dios vivo”. (Mt 16,
16-17)
Los Evangelistas
escriben desde su fe en que Jesús es el Hijo de Dios. Así lo afirma San Marcos
en el principio de su Evangelio (Mc 1,1) y San Juan al final del suyo
(Jn 20, 31). Y Jesús, se coloca en el centro de la religión como clave de
la salvación: “El que busque su vida, la perderá; el que la pierda por mí la
encontrará” (Mt 10, 39). Todo en la vida del hombre, a partir de Cristo,
se decide por el sí o el no a su persona, hasta el punto de que
exige perder la vida por él (Mt 5, 11). No se limita a mostrar el camino,
a enseñar la verdad, a ser el ejemplo de los hombres, sino que se identifica con
el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6). Él pide que creamos en su
nombre y lo hagamos todo en su nombre; no anuncia solamente la llegada del
Reino, sino que se identifica con él. Se siente Dios y, por eso, perdona los
pecados y legisla con poderes exclusivamente divinos. Además, se presenta como
el Hijo único del Padre. Hay una semejanza perfecta entre la acción del Padre y
la del Hijo (Jn 5, 17.19.26); una mutua y total pertenencia entre ambos
(Jn 17, 10), una reciprocidad de conciencia (Jn 10, 15),
inmanencia (Jn 10, 38) y amor
(Jn 5, 20; 15, 10), una unidad completa (Jn 10,
30).
Nada nos dice el Evangelio
sobre el aspecto externo de Jesús. No era costumbre en los historiadores de
aquel tiempo. Por eso los cuatro Evangelistas guardaron silencio sobre su
estatura, el color de sus ojos, el tono de su voz y los rasgos de sus facciones.
¡Qué lástima!
Sólo sabemos que
su mirada era irresistible, una mirada capaz de hacer, con solo su fuerza, que
los hombres lo abandonaran todo por seguirle. Una mirada profunda, tierna,
penetrante. Una mirada llena de bondad, de un Ser que era todo bondad. De un Ser
que recorrió haciendo el bien las tierras de Judea, Galilea, Samaria..., curando
enfermos, consolando a los desheredados del mundo.... dándose a todos,
apiadándose de todos, amando a todos... Del Ser que pronunciara las palabras más
dulces que jamás tomaron forma en unos labios humanos: “Venid a mi todos los
que estáis cansados y agobiados, y Yo os aliviaré” (Mt 11,
28).
¡Creo que no
existe nada más bello, más profundo, más atractivo, más viril y más perfecto que
Cristo! (F. Dostoievski)
En la Biblioteca
Nacional de Madrid existe un incunable en el que el cónsul romano Léntulo habla
de cómo fue Jesucristo. Dice: ¡En nuestro tiempo apareció un tal Jesús,
de gran fortaleza, rostro venerable, ojos serenos y abundante barba. Sus
discípulos le llamaron Hijo de Dios, pues resucitó muertos y curó
enfermedades![1].
Los Evangelios nos
describen a un ser excepcional, a un hombre que en sólo tres años de vida
pública, en un radio de acción de escasos kilómetros, trasformó al mundo, de
modo que el tiempo, se divide en los siglos que le esperaron y los que siguen a
su venida.
Cristo iluminó con su doctrina
la vida del hombre con visión de eternidad y transformó los valores del
pensamiento humano. Jesucristo ha sido el hombre más grande de la
Historia.
Hablar de Jesucristo es hablar de la esencia misma del cristianismo. El cristianismo implica principios filosóficos, pero no es una filosofía; contiene principios éticos, pero no es una ética; posee principios sociales, pero no es un movimiento social. El cristianismo es Cristo, todo lo demás es consecuencia, necesaria, pero consecuencia.
El CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, bien consciente de esta
afirmación, señala las siguientes verdades de fe:
479 En el momento establecido por
Dios, el Hijo único del Padre, la Palabra eterna, es decir, el Verbo e Imagen
substancial del Padre, se hizo carne: sin perder la naturaleza divina asumió la
naturaleza humana.
480 Jesucristo es
verdadero Dios y verdadero hombre en la unidad de su Persona divina; por esta
razón él es el único Mediador entre Dios y los
hombres.
481 Jesucristo posee
dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino unidas en la única
Persona del Hijo de Dios.
482 Cristo, siendo
verdadero Dios y verdadero hombre, tien e una inteligencia y una voluntad
humanas, perfectamente de acuerdo y sometidas a su inteligencia y a su voluntad
divinas que tiene en común con el Padre y el Espíritu
Santo.
483 La encarnación es,
pues, el misterio de la admirable unión de la naturaleza divina y de la
naturaleza humana en la única Persona del Verbo.
Y eso es lo mismo que decir que DE LAS
TRES PERSONAS DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, SE HIZO HOMBRE LA SEGUNDA, QUE ES EL
HIJO.
Así como un Rey,
sin dejar de serlo, puede tomar el cargo de cualquiera de sus súbditos, y
hacerse general, gobernador, maestro,... así Dios Hijo, sin dejar de serlo, se
hizo hombre.
Por eso en las
Catequesis de Primera Comunión se enseña que
Jesucristo
es el Hijo de Dios hecho hombre
que
nació de la Virgen María.
En el tema anterior pudimos comprobar que las profecías nos anuncian una buena nueva: Cristo es real y verdaderamente Dios hecho hombre.
El Catecismo no engaña a nadie. Enseña con insistencia que Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre que nació de María Virgen y eso es lo que acabamos de ver leyendo dos textos de la Sagrada Escritura.
Pero antes de pasar a exponer claramente lo que nos dice la Sagrada
Escritura , vamos a leer lo que los Testigos de Jehová afirman sobre Jesús. El
texto está sacado de un libro: EL
HOMBRE MÁS GRANDE DE TODOS LOS TIEMPOS, editado en el año 1991 por watchtower bible tract society of new york,
inc. International bible
students association
en Brooklyn, New York, U.S.A.
“¿QUIÉN
ERA REALMENTE?
Los
que se asociaron con Jesús es el primer siglo se hicieron esta pregunta. Cuando
vieron que con una represión Jesús calmó milagrosamente un mar azotado por el
viento, se preguntaron, atónitos: “¿Quién, realmente, es éste?”. Más tarde, en
otra ocasión, Jesús preguntó a sus apóstoles: “Ustedes, ¿quién dicen que soy?”.
(Marcos 4:41; Mateo 16:15).
Si a usted se le hiciera esa pregunta, ¿qué contestaría? ¿Era Jesús en
realidad Dios? Hoy muchos dicen que era Dios. Sin embargo, los que se asociaron
con Él nunca creyeron que él fuera Dios. La respuesta del apóstol Pedro a la
pregunta de Jesús fue: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. (Mateo
16:16.)
Jesús nunca afirmó que fuera Dios, pero reconoció que era el Mesías o
Cristo prometido. También dijo que era “Hijo de Dios”, no Dios. (Juan 4:25, 26: 10:36.) Sin embargo, la
Biblia no dice que Jesús fuera un hombre como cualquier otro hombre. Era una
persona muy especial, porque Dios lo creó antes de todas las demás cosas.
(Colosenses 1:15.) Por miles de millones de años o más, aun antes de la creación
del universo físico, Jesús vivió en el cielo como espíritu y disfrutó de
compañerismo íntimo con su Padre, Jehová Dios, el Magnífico Creador. (Proverbios
8:22, 27-31.)
Entonces, unos dos mil años atrás, Dios transfirió la vida de su Hijo a
la matriz de una mujer, y Jesús llegó a ser un hijo humano de Dios, nacido de
una mujer de modo normal. (Gálatas 4:4.) Mientras Jesús se desarrollaba en la
matriz, y mientras se crió como niño, dependió de las personas a quienes Dios
había seleccionado para que fueran sus padres terrestres. Con el tiempo, a Jesús
ya hombre se le concedió recordar toda su asociación anterior con Dios en el
cielo. (Juan 8:23; 17:5.)”
Hasta aquí el relato de los Testigos de Jehová. Sus afirmaciones son
tajantes y fuera del sentir de la Biblia, a pesar de que dan algunos textos
apoyando sus afirmaciones. Nosotros vamos a deducir de los mismos textos de la
Sagrada Escritura las verdades que en Ella se contienen
JESUCRISTO
ES DIOS
TESTIMONIO QUE CRISTRO DA DE SI
MISMO:
Cristo, gran pedagogo, poco a poco
va revelando su divinidad.
Milagro es un hecho visible y
perceptible por los sentidos que supera las fuerzas de la naturaleza, y que es
obrado por Dios, bien directamente bien por medio de los ángeles o de los
hombres.
Dios hace siempre
milagros con un fin bueno: como signo de salvación. De hecho, san Juan cuando se
refiere a los milagros de Jesús, los llama signos. El milagro es el sello
de Dios. Y todo cuanto lleva el sello del milagro es verdad, porque Dios no
puede respaldar con su autoridad una mentira.
Ahora bien, los
milagros ayudan la fe, pero no la fuerzan, pues el acto de fe debe ser libre. Si
no, no sería meritorio.
Jesucristo hizo
innumerables milagros con su propia autoridad y poder, sin invocar previamente
la ayuda de Dios. Algunos de los más sorprendentes (curación del paralítico,
resurrección de Lázaro, el ciego de nacimiento) los hizo expresamente para
demostrar que tenía el poder de perdonar los pecados –atributo exclusivo de
Dios- (Mt 9, 6-7) y para que el
pueblo creyera que era el enviado del Padre ( Jn 11, 42).
PRINCIPALES
MILAGROS REALIZADOS POR JESUCRISTO:
1.
TENÍA PODER ABSOLUTO SOBRE LAS
ENFERMEDADES:
1. 1 La lepra: Mt
8, 1-4; Lc 17, 11-19.
1.2 La parálisis:
Mt 9, 1-8; Jn 5, 1-9
1.3 La ceguera: Mt
9, 27-31; 12, 22-23; 20, 29-34; Mc 8, 22-26; Jn 9, 1-7
1.4 La fiebre: Mt
8, 14
1.5 La sordera y
la mudez: Mt 9, 32-34; 12, 22-23; 15, 29-31
2.
TENÍA PODER
SOBRE LA MUERTE:
2.1 La hija de
Jairo: Mt 9, 18-26
2.2 El hijo de la
viuda de Naím: Lc 7, 11-17
2.3 Lázaro: Jn 11, 33-44
3.
LE OBEDECÍAN
LAS COSAS INANIMADAS Y LAS FUERZAS DE LA NATURALEZA:
3.1 Conversión del
agua en vino: Jn 2, 1-11
3.2 Multiplicación
de panes y peces: Mt 14, 13-21; Mt 15, 32-39
3.3 La tempestad
calmada: Mt 8, 23-27
3.4 Anda sobre el
mar: Mt 14, 24-36
3.5 La moneda en
la boca del pez: Mt 17, 23-26
3.6 La pesca
milagrosa: Lc 5, 1-9
3.7 Maldición de la
higuera: Mt 21, 18-19
LOS DEMONIOS
TIEMBLAN ANTE ÉL Y OBEDECEN SUS ÓRDENES:
4.1 El endemoniado
de Gerasa: Mt 8, 28-34
4.2 El endemoniado
mudo: Mt 9, 32-34
4.3 El endemoniado
de Cafarnaúm: Lc 4, 33-37.
Hay quien se resiste a creer en los milagros de
Jesucristo. Dicen que eso es imposible, que son efectos de la fantasía de la fe,
o los atribuyen a procedimientos ocultos y desconocidos.
La fuerza de
Jesucristo está en que confirmó su doctrina con milagros que nos consta se
realizaron por la historicidad de los Evangelios, y que por exceder a todo poder
humano son una confirmación divina. Hay testigos que “vieron y oyeron”
(Jn 3, 11). Hasta sus propios enemigos no los podían negar y los atribuían a
Satanás (Mc 3, 22) e incluso, por ellos, deciden matarlo (Jn 11,
47-54).
Lo curios es poder observar que
unos los obra:
·
estando presente
è Mc. 4, 39: “El, habiéndose despertado, increpó al viento
y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran
bonanza “
è Mt. 14, 16-21: “Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué
marcharse; dadles vosotros de comer.» Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que
cinco panes y dos peces.» El dijo: «Traédmelos acá.» Y ordenó a la gente
reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y
levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se
los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. Comieron todos y se
saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. Y los que
habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y
niños.”
·
a distancia
-> Mc. 4, 39: S. Mt. 8, 13 y 15, 28: “Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te
suceda como has creído.» Y en aquella hora sanó el criado.”y “Entonces Jesús le
respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel
momento quedó curada su hija.”).
Pero hay algo más en esta
potestad de Cristo. En el Antiguo Testamento hay también algunos personajes que
obran milagros , por ejemplo ,Moisés, Elías y Eliseo, etc. pero ninguno
de ellos puede comunicar a otros este poder
II Re. 4, 18-37:
Creció el niño y un día se fue donde su padre junto a los segadores. Dijo a
su padre: «¡Mi cabeza, mi cabeza!» El padre dijo a un criado: «Llévaselo a su
madre.» Lo tomó y lo llevó a su madre. Estuvo sobre las rodillas de ella hasta
el mediodía y murió. Subió y le acostó sobre el lecho del hombre de Dios, cerró
tras el niño y salió. Llamó a su marido y le dijo: «Envíame uno de los criados
con una asna. Voy a salir donde el hombre de Dios y volveré.» Dijo él: «¿Por qué
vas donde él? No es hoy novilunio ni sábado.» Pero ella dijo: «Paz.» Hizo
aparejar el asna y dijo a su criado: «Guía y anda, no me detengas en el viaje
hasta que yo te diga.» Fue ella y llegó donde el hombre de Dios, al monte
Carmelo. Cuando el hombre de Dios la vio a lo lejos, dijo a su criado Guejazí:
«Ahí viene nuestra sunamita. Así que corre a su encuentro y pregúntale: ¿Estás
bien tú? ¿Está bien tu marido? ¿Está bien el niño?» Ella respondió: «Bien.»
Llegó donde el hombre de Dios, al monte, y se abrazó a sus pies; se acercó
Guejazí para apartarla, pero el hombre de Dios dijo: «Déjala, porque su alma
está en amargura y Yahveh me lo ha ocultado y no me lo ha manifestado.» Ella
dijo: «¿Acaso pedí un hijo a mi señor? ¿No te dije que no me engañaras?» Dijo a
Guejazí: «Ciñe tu cintura, toma mi bastón en tu mano y vete; si te incuentras
con alguien no le saludes, y y si alguien te saluda no le respondas, y pon mi
bastón sobre la cara del niño.» Pero la madre del niño dijo: «Vive Yahveh y vive
tu alma, que no te dejaré.» El pues, se levantó y se fue tras ella. Guejazí
había partido antes que ellos y había colocado el bastón sobre la cara del niño,
pero no tenía voz ni señales de vida, de modo que se volvió a su encuentro y le
manifestó: «El niño no se despierta.» Llegó Eliseo a la casa; el niño muerto
estaba acostado en su lecho. Entró y cerró la puerta tras de ambos, y oró a
Yahveh. Subió luego y se acostó sobre el niño, y puso su boca sobre la boca de
él, sus ojos sobre los ojos, sus manos sobre las manos, se recostó sobre él y la
carne del niño entró en calor. Se puso a caminar por la casa de un lado para
otro, volvió a subir y a recostarse sobre él hasta siete veces y el niño
estornudó y abrió sus ojos. Llamó a Guejazí y le dijo: «Llama a la sunamita.» La
llamó y ella llegó donde él. Dijo él: «Toma tu hijo.» Entró ella y, cayendo a
sus pies, se postró en tierra y salió llevándose a su
hijo.
Como
se ve es una potestad que viene de Dios.
Pero
Cristo, no sólo obra milagros, sino que tiene poder para obrar milagros y esta
potestad la comunica a los apóstoles, de forma amplísima, con solo su palabra
Mt.
10,8: “Curad enfermos, resucitad muertos, purificad
leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo
gratis.”
Y éstos efectivamente obran
milagros
Lc. 10,17: “Regresaron los 72 alegres, diciendo: «Señor,
hasta los demonios se nos someten en tu nombre.»”.
Cristo puede
comunicar esta potestad porque es dueño y señor , Es Dios. Los milagros quieren despertar la fe en
su divinidad y son el gran testimonio del Padre a favor de Cristo y la veracidad
de sus palabras
Jn. 8,17-18 y
10, 37-38: “Y en vuestra Ley está escrito que el
testimonio de dos personas es válido. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo y
también el que me ha enviado, el Padre, da testimonio de mí.»........... Y Si no
hago las obras de mi Padre, no me creáis;
pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así
sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el
Padre.»”.
El pecado es una ofensa hecha a Dios, por
tanto solamente Dios puede perdonarlo. Pues si alguien me ofende, no servirá de
nada que otra persona diga al
ofensor que le perdona; si se me ha ofendido, soy yo quien ha de perdonar. Cristo, no en nombre de Dios, sino en su
propio nombre perdona los pecados.
è Mc. 2, 3-12: “Y
le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder
presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él
estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde
yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus
pecados te son perdonados.» Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban
en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede
perdonar pecados, sino Dios sólo?» Pero, al instante, conociendo Jesús en su
espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así
en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te
son perdonados", o decir: "Levántate, toma tu camilla y anda?" Pues para que
sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -
dice al paralítico -: "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu
casa."» Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de
todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo:
«Jamás vimos cosa parecida.» Salió de nuevo por la orilla del mar, toda la gente
acudía a él, y él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el
despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» El se levantó y le siguió. Y
sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores
estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le
seguían. Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y
publicanos, decían a los discípulos: «¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y
pecadores?» Al oír esto Jesús, les dice: «No necesitan médico los que están
fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a
pecadores.» Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen
y le dicen: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los
fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?»”
Presentan ante Cristo un
paralítico, al que dice: “ hijo, tus pecados te son perdonados”. Con toda lógica
los escribas y fariseos que no
quería aceptar que Jesucristo fuera Dios, dicen: ¿Quién puede perdonar los
pecados sino solo Dios?,y Jesucristo no dice “estáis equivocado”, sino “para que
veáis que el hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados
, dice al paralítico levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.” Luego si
efectivamente Cristo perdona pecados es por que efectivamente es Dios, y aquí lo
prueba con un milagro.
También perdona los pecados a otras personas.
è Lc. 7, 36-50: Un
fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso
a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que
estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y
poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le
mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y
los ungía con el perfume. Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía
para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le
está tocando, pues es una pecadora.» Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que
decirte.» El dijo: «Di, maestro.» Un acreedor tenía dos deudores: uno debía
quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a
los dos. ¿Quién de ellos le amará más?» Respondió Simón: «Supongo que aquel a
quien perdonó más.» El le dijo: «Has juzgado bien», y volviéndose hacia la
mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua
para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado
con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de
besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con
perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha
mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.» Y le dijo a
ella: «Tus pecados quedan perdonados.»Los comensales empezaron a decirse para
sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?» Pero él dijo a la mujer: «Tu
fe te ha salvado. Vete en paz.»).
Además, comunica esta
potestad a los
apóstoles
Jn. 20, 21-23: “Jesús les dijo otra vez: «La paz con
vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les
dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A
quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.»
Según este texto, que
analizaremos mejor cuando estudiemos el sacramento de la penitencia, Cristo dice
a sus Apóstoles : “Como mi padre me envió, así os envío yo” (el
Padre envía a Cristo a obrar la redención del género humano, es decir, a
obtenernos el perdón de los pecados y la vida divina de la gracia) por tanto ellos son enviados a llevar
este perdón a las almas, y para ello les da la potestad de perdonar los pecados
o de negar el perdón, si el alma está mal dispuesta, si no está arrepentida. Si
Cristo puede hacer esto es porque es Dios.
Jesucristo se declara “ Juez
Universal”
.
è
Mt. 25, 31-46: «Cuando el Hijo del hombre venga en su
gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de
gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los
unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las
ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los
de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino
preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me
acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la
cárcel, y vinisteis a verme." Entonces los justos le responderán: "Señor,
¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de
beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?" Y el Rey les dirá:
"En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis." Entonces dirá también a los de su izquierda:
"Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus
ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis
de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis;
enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis." Entonces dirán también éstos:
"Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o
en la cárcel, y no te asistimos?" Y él entonces les responderá: "En verdad os
digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también
conmigo dejasteis de hacerlo." E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a
una vida eterna.».
JESUCRISTO SE DEJA LLAMAR HIJO
DE DIOS EN SENTIDO ESTRICTO
Consta en los evangelios que Jesucristo se
llama y se deja llamar así mismo
hijo de Dios en sentido estricto:
è Mt. 16, 13-16: “Llegado Jesús a la región de Cesarea de
Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el
Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías,
otros, que Jeremías o uno de los profetas.» Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís
que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios
vivo.»” ; Pedro dice a Jesús, “ Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo”,y
Jesucristo le dice: “bienaventurado eres porque no te lo ha revelado carne ni
sangre (o sea, esto no lo sabes de
manera humana), sino que mi Padre que está en los cielos te lo ha revelado”. Por tanto es Dios
Padre quien revela a Pedro que Cristo es verdaderamente el Hijo de Dios y Pedro es
bienaventurado por aceptar esta verdad
que no entiende.
è Jn. 9, 35-38: “Jesús se enteró de que le habían echado
fuera y, encontrándose con él, le dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?» El
respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo: «Le has
visto; el que está hablando contigo, ése es.» El entonces dijo: «Creo, Señor.» Y
se postró ante él.”, dice Jesús al
ciego de nacimiento : “¿Crees tu en el hijo de Dios?” (así traduce la Biblia
protestante llamada “Versión moderna”. El ciego contesta : ¿Quién es?, “el que
habla contigo”, le dice Jesús , y el ciego se postra en el suelo y le adora.
Recordemos también las palabras de santo Tomas cuando Jesús le invita a poner la mano
en la llaga del costado: “Señor mío y Dios mío” (cf. Jn. 20,28: “Tomás le contestó: «Señor mío y Dios
mío.”) Y el griego es mucho más expresivo. Según el texto griego el sentido
es el único Señor mío y el único
Dios mío . Por tanto Cristo se deja llamar así mismo Hijo de Dios.
Los judíos entienden perfectamente que Cristo se declara Dios igual al Padre:
·
Jn. 5,17-18: “Pero Jesús les replicó: «Mi Padre
trabaja hasta ahora, y yo también trabajo.» Por eso los judíos trataban con
mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba
a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios. Nos dice que: “buscaban con más ahínco matarle ,
pues no sólo quebrantaba el sábado, sino que decía que Dios era su padre,
haciéndose igual a Dios”. En la pasión, cuando los falsos testigos se
contradicen y no saben ya a qué
acogerse para condenarle, Caifás apela al propio testimonio de Cristo (cf. Mt. 26, 63-66: “Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote
le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios.» Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir
de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre
las nubes del cielo.» Entonces el
Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad
tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?» Respondieron ellos
diciendo: «Es reo de muerte.»”., Y le condenan porque se declarara hijo de
Dios. Cuando más tarde le entregaron
a Pilato, en principio le acusan de crímenes políticos, pero como Pilato
deshace todos estos argumentos y no
encuentra en él ninguna culpa, acuden al mismo argumento: “Tenemos una ley, y
según esta ley debe morir porque se ha hecho hijo de Dios”: (Jn. 19, 7). Lo condenan, pues, por
declararse Hijo de Dios, y Cristo acepta el ser condenado a muerte para dar
testimonio de que era realmente hijo de Dios en sentido estricto, no hijo
adoptivo como nosotros, y nótese que los judíos se consideraban hijos adoptivos
de Dios (cf. Jn. 8, 41: Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.»
Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más
padre que a Dios.»). De modo que si declaraban blasfemo a Cristo por hacerse
hijo de Dios, era porque entendían muy bien que él se hacía hijo natural de
Dios, igual al padre.
Es interesante observar que
Cristo nunca dice en el evangelio vuestro Padre, sino así debéis orar
(vosotros): Padre nuestro que estás en el cielo...
·
Mt. 6,
9-13:
«Vosotros, pues,
orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro
pan cotidiano dánosle hoy; y
perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros
deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.).
A la
Magdalena dice: “mi padre y vuestro padre”.
·
Jn.
20,17: Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no
he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y
vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.».
Hay
un abismo entre la filiación adoptiva
que poseemos en virtud de la gracia santificante y el ser hijo natural y unigénito de
Dios, que es propio solamente de Cristo.
·
Jn. 8,
58: Jesús les respondió: «En verdad, en verdad
os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.».
Abraham es aproximadamente 18
siglos anterior a Cristo. Tenemos, pues, una afirmación clarísima de la
eternidad de Cristo. Como hombre comienza a existir en la encarnación, pero como
Dios es eterno . Hay además de este
texto una alusión clarísima a Ex
3,14-15: (Dijo Dios a
Moisés: «Yo soy el que soy.» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: "Yo soy" me
ha enviado a vosotros.» Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los
israelitas: Yahveh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de
Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para
siempre, por él seré invocado de generación en generación.»).
En
otra ocasión dice Jesús: “Yo y el padre(dos persona) somos uno”; (una sola cosa,
un solo Dios, una sola naturaleza, . El griego emplea el género neutro) . Por
tanto afirma que tiene la misma naturaleza divina que el Padre. Por eso puede
decir: “el que ama al
padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y al que ama al hijo o a la
hija más que a mí, no es digno de mí, y el que no toma su cruz y sigue en pos de
mí, no es digno de mí.
(S. Mt. 10, 37-39
¿Quién tiene derecho de hablar así?, ¿De
exigir una renuncia total de cuanto amamos, sino Dios?. Cristo al exigir a
quienes le siguen renunciar a todo, declara que él es capaz de llenar totalmente
el ansia de felicidad del corazón humano, cosa propia de Dios solo. Además la
divinidad de Cristo queda probada por el gran milagro de su
resurrección.
LOS APÓSTOLES PROCLAMAN LA DIVINIDAD DE CRISTO
Hay cantidad de textos, tanto en los hechos
de los apóstoles como en las cartas de éstos, en que podemos comprobar que estos
enseñaban que Cristo es realmente Dios. Veamos sólo
algunos:
·
Rom.
9, 5;
S. Pablo dice que Cristo , según la carne, es decir como hombre , es
descendiente del pueblo hebreo, y añade: “El cual es
sobre todo , Dios bendito para siempre”.
Por tanto, este Cristo, que como hombre desciende del pueblo Hebreo, es
Dios.
·
Flp.
2, 5-7: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos
que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser
igual a Dios. Sino que se despojó
de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y
apareciendo en su porte como hombre”. El texto es sumamente denso; vamos a
fijarnos solamente en lo enunciado: “Cristo... siendo de condición
divina”, es decir existiendo en forma de Dios... “se anonadó tomando la
forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres”. Donde se traduce por
“forma” el griego emplea la palabra “morfh “
que indica la naturaleza. Por tanto
desde toda la eternidad, Jesucristo tiene la naturaleza divina y en la
encarnación tomó forma (naturaleza)
de siervo, naturaleza humana. El hombre por naturaleza es una criatura que depende de Dios y debe servir a
Dios. Cristo al tomar naturaleza humana ,
se convierte en siervo de Yahvé ( Cfr. Is. 42) para obrar la
redención del género humano. Para ello Cristo se anonadó a sí mismo, ya que la
distancia entre Dios y el hombre es infinita.
LA RESURRECCIÓN DE
JESÚS
Que Cristo murió es innegable. Jesucristo demostró definitivamente ser el
hijo de Dios con su gloriosa resurrección.
He aquí las circunstancias de la misma:
1.
La anunció previamente:
Mt 20, 19
2.
Cristo murió verdaderamente
en la cruz: Mt 27, 50; Mc 15, 37; Lc 23, 46; Jn 19,
30.
3.
Los judíos pusieron guardia
ante el sepulcro: Mt 27, 62-66
4.
Jesucristo triunfó del
sepulcro resucitando: Mt 28, 1-7.
Probó su resurrección
apareciéndose:
1. A María Magdalena: Mc 16, 9; Jn
20, 11-18
2. A las santas mujeres: Mt 28,
8-10
3. A Simón Pedro: Lc 24,
34
4. A los discípulos de Emaús: Lc
24, 12-31
5. A los Apóstoles sin Tomás: Mc
16, 14; Lc 24, 36-43
6. A los Apóstoles con Tomás: Jn
20, 26-29
7. En el Lago de Tiberíades: Jn 21,
1-14
8. En Galilea: Mt 28,
16-20
9. A más de 500 personas: I Cor 15,
6
10.
A Santiago: I Cor 15, 6
11. El día de la Ascensión: Mc 16, 19; Lc 24,
50-52
12. A San Pablo en Damasco: Hc 9,
3-6
A pesar de todo, hay quién dice
que Jesucristo no resucitó. Pero, tras afirmar tal cosa,... no saben qué hacer
con el sepulcro vacío. Las mujeres
piadosas, que, en la mañana de Pascua, quisieron tributar los últimos honores al
sagrado cadáver de Jesús, encontraron el sepulcro vacío. Alarmadas lo
notificaron a los apóstoles; en seguida fueron al sepulcro Juan y Pedro y lo
encontraron también vacío (Jn 20, 8).
Los príncipes de
los sacerdotes quedaron desconcertados; esto prueba que ya no estaba en el
Sepulcro el cuerpo del Salvador; pues ellos hubieran podido desvanecer los
rumores que ya corrían de que Jesús había resucitado, si hubiesen podido enseñar
el cadáver del Crucificado.
¿Dónde estaba,
pues, el cadáver?
1.
Lo robaron. Los sacerdotes en
seguida buscaron esta explicación, pero mentían. (Mt 28, 11-15) ¡Cuánta
contradicción en la frase de los sacerdotes! Los discípulos se morían de miedo y
no se atrevían a salir del cenáculo... Y, si los soldados dormían, ¿cómo
pudieron ver que eran los apóstoles los que habían robado el cuerpo del Señor? Y
si no dormían, ¿Cómo permitieron el hurto?
2.
Cristo murió solo en
apariencia. La frescura del sepulcro hizo
que recobrase los sentidos y él mismo salió de allí. Es muy difícil probar que
Cristo solo murió en apariencia desde los escritos del Nuevo testamento, y,
realmente, no hay otros que narren la muerte de Cristo. Va camino del Calvario
como una sombra que va titubeando, con miles de llagas por todo el cuerpo. Llega
al Calvario y le abren cuatro nuevas fuentes de sangre; y la lanza del soldado
abre una quinta en el Corazón de Cristo. Lo bajan de la cruz, lo llevan al
sepulcro, sellan el mismo y lo custodian soldados del templo. Pero imaginemos
que Cristo, medio muerto, recobra, merced a la frescura del sepulcro, los
sentidos. Primero, se tiene que quitar las vendas él solo; segundo, por dónde
sale si el sepulcro está sellado y custodiado. Aún así, supongamos que logra
escaparse del sepulcro y se reúne con sus discípulos: ¿Es que la presencia de un
enfermo de tal grado puede hacer cambiar tan radicalmente a esos discípulos que
aun estando Cristo vivo no eran capaces de hacer nada?
3. La fe de los
Apóstoles en la Resurrección es vana
imaginación, producto de la fantasía, mera alucinación. Una alucinación es
una percepción imaginaria de un objeto que no existe realmente. Sin embargo,
aquí se constata la existencia real de que el sepulcro está vacío. Además,
suelen tener visiones y alucinaciones aquellos que esperan algo con impaciencia,
como cuando estamos esperando algún invitado y éste no llega, parece que lo
oímos llegar por todas partes. Nada más lejos de los apóstoles. No esperaban la
Resurrección de Cristo. Conforme van recibiendo la noticia, siempre en su casa
cerrada a cal y canto (Jn 20, 19), se muestran incrédulos. Los discípulos
de Emaús consideran el hecho como un “sobresalto” de mujeres. Claro es el caso
del Apóstol Tomás (Jn 20, 24-25). Tan poco dispuestos están los
discípulos para las visiones que ni siquiera reconocen al Señor cuando se les
aparece. Magdalena cree que es un hortelano (Jn 20, 11-18) y los de
Emaús, un peregrino (Lc 24, 13-35). Además, podría admitirse la
alucinación en un caso suelto, pero Jesús se apareció varias veces durante
cuarenta días: le encuentra San Pedro, María Magdalena, las piadosas mujeres,
los diez apóstoles y luego los mismos con Tomás....San Pablo, al escribir a los
fieles de Corinto, afirma que entre ellos viven todavía muchos hombres fieles
que vieron con sus propios ojos a Cristo resucitado (I Cor 15, 6). ¿Es
posible que 500 hombres sufran una alucinación a la vez? ¿Por qué cesan estas
constantes alucinaciones el día de la Ascensión del Señor para no repetirse
más?
4. Los Apóstoles
quisieron engañar. Para afirmar tal cosa basta
comparar el miedo y la cobardía de Pedro la noche del Jueves Santo cuando niega
al Señor con su valentía para predicar en día de Pentecostés; o la cobardía de
todos los Apóstoles, escondidos el día de Pascua “por miedo a los judíos” (Jn
20, 19) con su entereza y valentía ante el Sanedrín después de la
Resurrección (Hc 4, 20; 5, 29). Ninguna ventaja humana les traía
justificar un hecho falso. Al contrario, todos sufrieron grandes persecuciones y
trabajos por el nombre de Cristo y acabaron padeciendo el martirio. Además,
testificaron su testimonio con milagros estupendos (Hc 3, 1-16; 5, 12-16)
que obraban en nombre de Cristo Resucitado.
Parece difícil afirmar que la
Resurrección de Cristo no es un hecho histórico. Cuando Cristo estaba en la cruz
se oyó una voz que dijo: ¿A otros ha salvado y no puede salvarse a sí mismo; si
es el Rey de Israel, baje ahora de la cruz y creeremos en él? (Mt 27,
42). Pues bien, Cristo da todavía una prueba mayor aún de su divinidad. No
baja de la cruz, sino que sale vivo del sepulcro sellado. Estando muerto, vuelve
a la vida. Eso nadie puede hacerlo, salvo Dios. La Resurrección de Cristo nos
prueba con claridad evidente que Jesucristo es Dios. Por esa razón la Pascua es
la fiesta más grande del cristianismo. Lo es porque la resurrección de Cristo es
el fundamento de nuestra fe, el triunfo de la verdad, el aliento de nuestra vida
de luchas y el rehén de nuestra propia resurrección.
Pero Cristo es también verdadero hombre y hace acciones propia de todos los hombres:
Cristo asumió
las dolencias comunes a la naturaleza humana: hambre, sed cansancio, dolor
causado por las heridas, etc, pero no las enfermedades occidentales, que suponen
una imperfección en la constitución
de la naturaleza( lo cual es efecto del pecado original o proceden de culpas
propias). Las dolencias comunes a nuestra naturaleza humana, las asumió Cristo
libremente, porque quiso y no por necesidad.
Pero en Cristo hay una sola persona , que es la divina; por lo cual en el evangelio vemos que a veces habla
·
como Dios: “El que me ha visto a mí
ha visto al Padre” (Jn. 14, 9 ; 10,
30 ; 8, 58 ; 14, 11: “Le dice Jesús:
«¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"?” ; “Yo y el Padre somos uno”.; “Jesús les respondió: «En verdad, en
verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.»” ; “Creedme: yo estoy en el Padre y el
Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras.”) y Mt. 24,45: El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán),
·
Y a veces como hombre: ”El padre es
mayor que yo” (S. Jn. 14,28; 10,11:
“Habéis oído que os he dicho: "Me voy y
volveré a vosotros." Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre,
porque el Padre es más grande que yo”. ; “Yo soy el buen
pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas”.)
(Mt. 11,25:
“En aquel tiempo,
tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la
tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has
revelado a pequeños.”), (Lc. 23,34:
“Jesús decía:
«Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos,
echando a suertes.”.
Todo esto puede
desconcertarnos si no tenemos en cuenta
este misterio de la unión Hipostática, es decir, que en Cristo las dos
naturalezas , la divina y la humana, están unidas en la persona del Hijo de
Dios, de la segunda persona de la Santísima Trinidad.
Cristo viene a enseñarnos el camino de la salvación ; él nos da ejemplo y nos enseña con su palabra , que nos juzgará . Por tanto frente a la palabra de Cristo no caben opiniones; hemos de ser fieles al evangelio; lo contrario es fuera del camino. (cf. S. Jn. 3,18 ; 3,16 y I S. Jn. 5,12: “El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.” ; “ Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.” ; “ Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida. “).
LA
SEGUNDA PERSONA
DE
LA SANTÍSIMA TRINIDAD SE HIZO HOMBRE
ES
DIOS PORQUE ES HIJO DE DIOS.
ES
HOMBRE, PORQUE TAMBIÉN ES HIJO DE LA VIRGEN MARÍA, en
cuyas entrañas formó Dios su cuerpo humano
Aunque la
comparación sea inexacta, nosotros llevamos el primer apellido de nuestro padre
y el segundo de nuestra madre. Así Jesucristo es Dios y hombre, por ser Hijo de
Dios e hijo de María. Cristo es una sola persona, pero en él hay dos
naturalezas: la divina y la humana compuesta de cuerpo y
alma.
Que en Cristo hay
dos naturalezas en una sola Persona está definido en el Concilio de Calcedonia
en el año 451[2].
El Concilio de
Nicea en el año 325 define como dogma de fe la divinidad de
Jesús.
Esta es una
verdad que siempre ha proclamado a voz en grito la Iglesia desde sus comienzos,
amparándose en el testimonio de los que vivieron junto a Jesús. Éstos,
principalmente, los Apóstoles y los Evangelistas no lo afirmaron vanamente, sino
que adujeron pruebas evidentes de que, en verdad, Jesucristo era
Dios.
Jesucristo es
hombre porque también es hijo de la Virgen María, en cuyas entrañas formó Dios
su cuerpo humano. Aunque la comparación sea inexacta, también nosotros llevamos
el primer apellido de nuestro padre y el segundo de nuestra madre. Jesucristo es
Dios y hombre. Dios, porque es Hijo de Dios; y hombre, porque es hijo de la
Virgen María.
Cristo es una
sola persona, pero en Él hay dos naturalezas: la divina y la humana, compuesta
de alma y cuerpo.
Lo que ahora
confesamos sin dificultad fue un problema para la Iglesia primitiva que debía
confesar la divinidad del Padre, de Cristo y del Espíritu Santo sin destruir el
monoteísmo. Por lo que respecta a Jesús, jamás dudó de que era Dios y
hombre perfecto. Su punto de
partida era la confesión de que se trataba de un único sujeto, de doble
condición: divina y humana. La Iglesia no tenía un vocabulario preciso para dar
razón de este misterio, carecía de filosofía propia y presentaba una idea de
Dios que chocaba con los conocimientos de la época. Se podría decir que las herejías eran
inevitables y fueron ellas las que obligaron a la Iglesia a depurar unos
conceptos que en un principio no existían.
Frente a la
herejía de Arrio, que negaba la divinidad de Cristo, definió el Concilio
de Nicea (325) que Jesucristo es consustancial al Padre. Contra el
apolinarismo, que negaba que Jesús tuviera un alma humana, la Iglesia
defendió su existencia en el Concilio de Alejandría (362). Tuvo que oponerse
decididamente contra Nestorio en el Concilio de Éfeso (431), pues
defendía en Cristo la existencia de dos personas, divina y humana, de modo que
María sería madre del hombre Cristo, y no de
Dios.
Finalmente,
contra la herejía de Eutiques, que negaba que hubiera en Cristo, después
de la unión una naturaleza humana (monofisismo), el Concilio de Calcedonia
definió que en Cristo hay dos naturalezas íntegras, divina y humana, unidas en
una única persona (unión hipostática).
HEREJÍA |
AUTOR |
DOCTRINA
CONDENADA |
CONCILIO |
DOCTRINA
APROBADA |
ARRIANISMO |
Arrio |
El
Hijo, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, es
verdadero Dios como el Padre |
CONCILIO DE NICEA
(325) |
Jesucristo
es consubstancial al Padre (San
Atanasio) |
APOLINARISMO |
Apolinario |
Jesucristo
tiene alma humana |
CONCILIO DE ALEJANDRÍA
(362) |
Jesucristo
tiene alma humana |
NESTORIANISMO |
Nestorio |
En
Cristo se da la existencia de dos personas, divina y humana, de modo que
María sería madre del hombre Cristo, y no de Dios. |
CONCILIO DE ÉFESO
(431) |
María
llegó a ser con toda verdad Madre de Dios -Θεoτόκoς-mediante
la concepción humana del Hijo de Dios en su seno. (S.
Cirilo de Alejandría) |
MONOFISISMO |
Eutiques |
No hay en Cristo, después de la
unión, una naturaleza humana. |
CONCILIO DE CALCEDONIA
(451) |
En
Cristo hay dos naturalezas íntegras, divina y humana, unidas en una única
persona (unión hipostática).
|
¿Cómo entender
la enseñanza de Calcedonia?
Hay que
distinguir entre naturaleza y persona. La naturaleza responde al ¿qué
es?. La persona al ¿quién es?.
La naturaleza
es el conjunto de características comunes a los individuos de la misma especie,
que los distingue de otras especies: piedra, flor,
hombre....
La persona es
el conjunto de características propias del “yo” que lo diferencian de los demás
individuos de la misma especie: Pedro, Juan, Antonio. La persona es mi “yo”
incomunicable. Mi “yo” no lo puedo cambiar por nadie. Puede transplantarse un
órgano, pero no el “yo”.
La persona es
el “yo” como sujeto que radica ontológicamente en la naturaleza, en la que
encuentra su propia subsistencia.
La naturaleza
es, además, el instrumento con el que actúa el “yo”. Cristo es, pues, hombre y
Dios verdaderos; una única persona, un único sujeto al que se atribuyen lo
divino y lo humano.
Cuando
Calcedonia dice que Cristo tiene una naturaleza divina y otra humana, está
pensando en dos naturalezas concretas. Y el concepto de persona lo entiende como
sujeto gestor de una naturaleza que, en el caso del hombre, es
corpóreo-espiritual, dotada por ello de una dignidad sagrada y fuente de
derechos; es algo que nace del cristianismo a la luz misma del misterio de la
Encarnación del Señor.
Se podría
entender por ello la persona humana no como una suma de cuerpo y alma, eso es
naturaleza. La persona es el “yo” que, radicando ontológicamente en el cuerpo y
en el alma, los gestiona como instrumento de operaciones. Ni el alma es el
cuerpo ni el cuerpo es el alma, sino que ambos están unidos en un único sujeto
que los gestiona. De este “yo” tenemos una experiencia inmediata y su esencia es
la naturaleza en la que radica y a la que gestiona.
Psicología
de Cristo.
A
partir de la Encarnación, tendremos que decir que el corazón humano de Cristo es
el corazón de la persona divina, del Verbo; que la persona del Verbo es la que
sufre a través de su humanidad. Cristo tiene dos voluntades y dos operaciones
naturales: divina y humana (Concilio de Constantinopla III, año 681).
Tiene, pues, una voluntad y un conocimiento totalmente humanos. Aquí radica la
teología del Corazón de Jesús: nos ha amado a todos en un corazón
humano.
Cristo ha
tenido una psicología humana igual que la nuestra, igual en todo “excepto en el
pecado” (Hb 4, 15). Ha conocido como hombre la alegría, el sufrimiento,
la soledad... Ha tenido una ciencia adquirida, en cuanto que tuvo que aprender
al modo humano. Ha tenido, también, en cuanto hombre, una ciencia infusa, con
conocimientos de tipo sobrenatural que no se pueden explicar por el aprendizaje
normal (resurrección, parusía, etc); pero son conocimientos que, como en los
profetas, estaban limitados al ejercicio de su misión. Si se le pregunta la
fecha del fin del mundo, responde que no la sabe (Mc 13, 32). No ha
querido aprovecharse de su condición divina para deslumbrar, limitándose como
hombre a saber lo que era necesario para el cumplimiento de su
misión.
Pero tiene una
conciencia humana de su identidad divina, la adquiere en el momento en que un
niño llega a tomar conciencia de su identidad. Por eso, en el templo, explicaría
ya que tiene que dedicarse a las cosas de su Padre (Lc 2,
49).
Una
duda:
Si la cruz es el arma que mató a Jesús,
¿por qué los
católicos la respetan tanto?
Es una de las cuestiones que nos plantean las sectas. Pero en ninguna
parte de la Sagrada Escritura se nos presenta la cruz como arma. ¿Cómo presenta la Escritura la
cruz?
F
Jn 12,
23-24: La cruz no fue la
que mató a Jesús, si no nuestros pecados. . La cruz fue sólo el instrumento de
nuestra salvación, la puerta por la que Cristo entró en la
gloria.
F
Mc 8,
34: Jesús, cargando con la cruz,
realiza el plan de Dios y por eso la cruz se transforma en el símbolo de la
Voluntad de Dios.
Pero, no todos
entienden esto:
|
Otra
duda:
¿Jesús murió en
un madero o en una cruz?
Los Testigos de
Jehová afirman ahora que Jesucristo fue clavado en un “madero de
tormento” y lo representan de esa manera. El dibujo está tomado de
cualquiera de las revistas que ellos promocionan bajo el nombre de “La
Atalaya” o “Despertad”.
Apareció por vez primera en el librito de los Testigos “Escuchando al
gran Maestro”, publicado en español en 1972, en Brooklyn (Nueva York), pag.
165.
Según la Biblia,
solamente aparece cuatro veces la palabra “madero” -> Hc 5, 30; Hc
10, 39; Gal 3, 13; Jr 10, 3-5. En ellas se dice que la cruz era de madera.
En todos los demás casos se habla de “cruz”. Pero hay dos momentos que
clarifican mucho las cosas:
F
Jn 20,
25: “Si no veo en sus manos la
señal de los clavos...”. Aquí se habla de clavos en las manos. Entonces
quiere decir que las manos estaban extendidas sobre una cruz y no una sobre
otra. Además, si cupiera la posibilidad de un solo clavo para las dos manos,
entonces por qué el evangelista utiliza el plural y no el singular en la palabra
“clavos”.
F
Mt 27,
37: “Encima de su
cabeza habían puesto un letrero que decía por qué lo habían condenado: éste es
Jesús, el rey de los judíos”. Si se tratara de un madero o palo, Jesús,
encima de su cabeza hubiera tenido las manos juntas y la Biblia hubiera dicho
que el letrero estaba puesto sobre las manos. Al decir la Biblia que estaba
puesto sobre la cabeza, quiere decir que Jesús tenía las manos separaras, y se
encontraba, por tanto, sobre una cruz y no sobre un
madero.
Además, es
necesario decir que esta doctrina no siempre la han profesado los Testigos de
Jehová. En libros anteriores que han retirado de la venta y han hecho
desaparecer, confesaban y ponderaban la crucifixión del Señor. En el libro “El
Arpa de Dios”, del juez Rutherford, impreso en castellano el año 1930 (4.530.000
ejemplares),dedica un largo capítulo ponderando las excelencias de la Cruz
Redentora de Cristo.
|
No creemos
encontrar otra explicación a este cambio repentino de doctrina, si no el
aborrecimiento a la Cruz de Cristo, en que Él -verdadero Dios y verdadero
Hombre- nos redimió con su preciosa Sangre y nos descubrió el amor de su Divino
Corazón.
En el Libro “Arpa
de Dios” del juez Rutherford, arma doctrinal de los Testigos de Jehová, apareció
un dibujo de Jesús crucificado, en la página 114,editado en Brooklyn (Nueva
York) en 1930. En este mismo capítulo, en la página 142, aparecen escritos unos
versos al respecto:
“De Jesús la Cruz se
yergue
a través de las
edades.
Majestuosa y bella
surge
como prenda de
bondades”.
¿Por qué los
católicos adoran la Cruz el Viernes Santo?
El Viernes Santo, los católicos
no adoran la Cruz material, sino “el misterio de la cruz”, es decir a Cristo que
por nosotros murió en la Cruz (Fil 3, 18).
¿QUÉ
SABEMOS HISTÓRICAMENTE DE CRISTO?
Jesús no nació en
el año primero de la Era Cristiana, como suele decirse. El sabio benedictino
Dionisio el Exiguo, que en el año 533 empezó por vez primera a contar los
años a partir del nacimiento del Señor sustituyendo la antigua numeración que
partía de la fundación de Roma, se equivocó en 6 años. Él hizo coincidir el 1°
de enero del año uno, con el 1° de enero del año 754 de la fundación de Roma, en
vez de escoger el 748 que hoy se considera como exacto. Por lo tanto, debemos
colocar el nacimiento de Cristo seis años antes de la Era
Cristiana.
Según los
historiadores, Herodes el Grande murió el año 4 antes de nuestra Era. Como él
mandó matar los niños de Belén menores de dos años, podemos suponer que Jesús
nació dos años antes, es decir, el 6 antes de nuestra Era. Esto se confirma
porque según el matemático y astrónomo Juan Keppler, el año 6 antes de Cristo
hubo una conjunción (se pusieron uno detrás de otro) de los planetas Júpiter y
Saturno, lo cual provoca una luz muy visible en el firmamento estrellado. ¿Sería
esto la estrella de Belén? Del día y del año no nos dicen nada los
Evangelios, pero desde el siglo 1 se celebra el 25 de diciembre[3].
El día de la
muerte de Jesús se piensa que quizás fuera el 14 de Nisán, del año 785 de la
fundación de Roma que corresponde al viernes 3 de abril del año 33, que fue
Primer Viernes de mes.
Recientes estudios
astronómicos efectuados por Colin Humphreys y W.G. Waddington, de la Universidad de
Oxford, han revelado que un eclipse parcial oscureció visiblemente el cielo de
Jerusalén el 3 de abril del año 33, que corresponde al 14 de Nisán del
calendario judío, que es el día en que murió Jesús. Así se explican “las
tinieblas que cubrieron la Tierra” aquel día, según el
Evangelio.
Sin embargo, otros
sostienen como más probable la Pascua del año 32. Por estas oscuridades vemos
que los Evangelios no pretendían publicar ningún “Diario de la vida de Jesús”.
La determinación exacta de las fechas y lugares no les interesa especialmente. Con
frecuencia usan expresiones como “En aquel tiempo”; y muchas veces sigue
una descripción muy indeterminada del lugar: “subió a un monte”. Los
Evangelios quieren transmitir las predicaciones de la fe de los Apóstoles, y
dibujar una imagen suficiente de Cristo, a fin de que cada uno pueda convencerse
de la verdad de la fe. Ninguno de ellos pretende contar todo; al contrario, cada
uno se toma la libertad de reunir lo que le parece a él más importante, y
ordenarlo según sus determinados puntos de vista.
FUENTES NO
CRISTIANAS: Encontramos fuentes no
cristianas que hablan, a principios del siglo II de los llamados
“cristianos” como aquellos que profesan la fe en Cristo, considerado como
Dios.
1. Plinio el Joven, que fue
gobernador de Bitinia (Asia Menor) el año 112, escribiendo a Trajano, y hablando
de los cristianos dice que “se reunían al amanecer para cantar himnos a
Cristo, su Dios”[4].
2. Flavio Josefo escribe en el año
93: “Por aquel tiempo apareció Jesús, hombre excepcional, si le podemos
llamar hombre, pues realizó prodigios sorprendentes... Tanto entre los
judíos como entre los griegos tenía muchos discípulos que le seguían. Por
denuncia de los jefes del pueblo, Pilado le hizo condenar al suplicio de la
cruz. Pero ello no impidió que sus discípulos continuaran amándolo como antes. A
los tres días de su muerte apareció vivo”[5].
3. Cayo Suetonio, historiador de
los césares desde Augusto hasta Domiciano, en su obra compuesta entre los años
110 y 120 alude dos veces a los cristianos. Una en la vida de Nerón (n° 16)
y otra en la de Claudio (n° 225).
4. Cornelio Tácito, gran historiador
romano, discípulo de Plinio el Viejo. Escribe sus Anales hacia el
año 115-117 y habla a propósito del gran incendio de Roma del 64, atribuido a
los cristianos. Como la voz popular le atribuía al Emperador el incendio, él
acusó del mismo a los cristianos. “Para hacer cesar esta voz, presentó como
reos y atormentó con penas
refinadas a aquellos que, despreciados por sus abominaciones, eran
conocidos por el vulgo con el nombre de cristianos. Este nombre les venía de
Cristo, el cual, bajo el reino de Tiberio, fue condenado a muerte por el
procurador Poncio Pilato. Esta condena suprimió, en sus principios, la
perniciosa superstición, pero luego surgió de nuevo no sólo en Judea, donde el
mal había tenido su origen, sino también en Roma, a donde confluye todo lo
abominable y deshonroso y donde encuentra secuaces”.[6]
Cfr. Lucas 3, 1-2.
FUENTES
CRISTIANAS: Pero sobre todo
nos hablan de Jesucristo los Santos
Evangelios.
Lo primero que hay
que decir es que Jesucristo no escribió ningún libro, enseñó de viva voz. En
aquel tiempo la instrucción se confiaba a la memoria. La memoria era su libro.
La Biblia se aprendía de memoria y se transmitía de viva voz de generación en
generación. Pero muy pronto se puso por escrito la predicación de Jesús y se
llamó Evangelio.
Evangelio
significa “buena noticia”. La buena noticia es la venida de Jesús,
Salvador de los hombres. Así pues, el Evangelio antes de ser escrito fue
predicado; antes de ser leído fue oído; antes de ser leído fue palabra. Pero
al empezar a ser difundido, surge la necesidad de fijar por escrito las palabras
y los hechos de Jesús.
Los Evangelios son
libros escritos entre los años 40 y 100 por “testigos oculares” que
cuentan lo que vieron y oyeron, o por quienes estuvieron en contacto con
testigos presenciales.
Y éstos no son los
únicos testimonios. A partir del siglo II son innumerables los testimonios que
acreditan la historicidad de los evangelios.
Dice el
Concilio Vaticano II: “La Santa Madre Iglesia ha
mantenido y mantiene con firmeza y máxima constancia que los cuatro Evangelios
(según San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan) cuya historicidad afirma sin
dudar, narran fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los
hombres, hizo y enseñó realmente hasta el día de la Ascensión[7].
San
Ireneo, nacido en Asia Menor y Obispo
de Lyón, fue discípulo de San Policarpo en Esmirna, y éste del Evangelista
San Juan, es decir, que es una de las figuras más representativas del siglo II,
dice: “Mateo publicó un Evangelio escrito...; Marcos, discípulo de San Pedro
nos transmitió también por escrito las cosas predicadas por Pedro; Lucas,
seguidor de Pablo, puso a forma de libro el Evangelio predicado por éste. Más
tarde, Juan, discípulo del Señor... también publicó un Evangelio durante su
estancia en Éfeso”[8].
Lo mismo van a
afirmar Clemente de Alejandría, Tertuliano, Orígenes (todos del s. II) y San
Jerónimo (S. IV).
El Dr. John
A.T. Robinson, Catedrático en Cambridge, ha publicado en 1977 un libro
titulado "Redating the New Testament", donde afirma que todos los libros
del Nuevo Testamento exceptuando a San Juan, se escribieron antes del año
70 y que los nombres de los autores Mateo y Juan corresponden a los Apóstoles de
Jesús. Marcos y Lucas estuvieron en contacto directo e inmediato con los
testigos, y manejaron documentos de contemporáneos.
Además, estos
libros se escribieron para contemporáneos de Jesús. Los hechos que narran eran
conocidos de todos; bien por haberlos visto personalmente (I Jn 1, 1-4), bien
por haberlos oído a quienes los vieron (Lc 1, 2-4). No pudieron, por lo tanto,
desfigurar nada de la realidad. Si los evangelistas hubieran escrito cosas
falsas, los Evangelios habrían sido rechazados por aquella generación o se
hubieran escrito rectificaciones. Pero no fue así.
Sí sucedió con los
Evangelios apócrifos, que son relatos fantasiosos e inverosímiles. Éstos
contienen errores en geografía de Palestina y les falta fidelidad al marco
histórico. Por esa razón, fueron comúnmente rechazados.
Eleazar
Sukenik, profesor de Arqueología en la Universidad Hebrea de Jerusalén, recibió
un día el aviso de un amigo suyo, anticuario armenio, que quería verle
urgentemente.
Como
vivían en Jerusalén en dos zonas militares distintas y no tenían pases, las
entrevistas se realizaban a través de la alambrada de púas. El armenio le
preguntó al judío si le interesaba lo que le estaba enseñando: un trozo de cuero
con escritura en hebreo. Veamos qué
había en aquel escrito.
LOS
MANUSCRITOS DE QUMRAN
Un pastor beduino, en la orilla
del mar Muerto, un día pierde una cabra. Buscando la cabra, encuentra unas
cuevas en el tajo de un monte. Con el fin de ver si la cabra se había metido en
aquellas cuevas, tira algunas piedras dentro. Las piedras rompen unas ánforas.
Al oír aquel ruido, sube a la cueva y se encuentra unas tinajas con unos rollos
de pergamino escrito.
Ya
que los pastores no entendían aquello que habían encontrado, se dirigen a un
anticuario para ver cuánto les daba a cambio.
El
anticuario no sabe si aquello tiene valor o no, y entonces se entrevista con
Eleazar Sukenik, profesor de Arqueología en la Universidad hebrea de Jerusalén,
quien se da cuenta de que aquello es interesante y va a verlo.
Lo
que había en aquella cueva de Qumran era una parte de una biblioteca de un
monasterio de esenios, especie de monjes judíos.
Al
parecer, durante la guerra del año 70, para salvar la biblioteca introdujeron
los rollos en ánforas y las escondieron allí, donde han permanecido durante más
de dos mil años.
Los
rollos eran los libros de entonces, que no tenían la forma y encuadernación que
tienen ahora. En aquel tiempo, los libros eran unas tiras de papiro pegadas y
enrolladas en un cilindro.
Examinados,
se vio que unos eran crónicas de guerras; otros, las reglas del monasterio de
esenios; otros, fragmentos de la Biblia: del Pentateuco, de los Salmos, de los
Profetas,... Por ejemplo, el texto del profeta Isaías, está completo. Estos
textos coinciden perfectamente con los utilizados por los hebreos y cristianos
de hoy. El fragmento de Isaías se mandó a la Universidad de Chicago para que lo
analizasen al carbono-14[9],
el método para averiguar la antigüedad de la materia orgánica. La ciencia ha
verificado lo que nosotros creíamos desde antiguo, porque es un texto inspirado
y así lo creíamos por la fe.
EL
PAPIRO 7Q5.
En
1972, el padre José O`Callaghan, jesuita español papirólogo, profesor de la
Universidad Gregoriana de Roma y decano de la Facultad Bíblica del Pontificio
Instituto Bíblico de Roma y de la Facultad Teológica de Barcelona, descifró unos
fragmentos de papiros encontrados en la cueva 7 de Qumran (mar Muerto). Se lo
identifica así 7Q5. Se trata del Texto de San Marcos 6, 52ss. En 11 cuevas
aparecieron 600 rollos de pergaminos. En estos manuscritos que se descubrieron
en 1947, han aparecido textos del Éxodo, Isaías, Jeremías, etc. De casi todos
los libros del Antiguo Testamento. El texto descifrado por el Padre O`Callaghan
es un fragmento del Evangelio de San Marcos enviado a Jerusalén por la comunidad
cristiana de Roma y que los esenios escondieron es esa cueva de ánforas, una de
las cuales tiene el nombre de Roma en hebreo. Probablemente, esto ocurrió cuando
la invasión de Palestina por los romanos, antes de la ruina de Jerusalén del año
70. En concreto, cuando se aproximaban las tropas de Vespasiano en el año 68.
Este descubrimiento ha sido considerado como el más importante de este siglo
sobre el Nuevo testamento. El 1991 se publicó una edición facsímil con 1787
fotografías de estos manuscritos.
Los
estudios de peritos en el tema de la papirología han confirmado la teoría del P.
O´Callaghan. Como botón de muestra citaremos Carsten Peter Thiede, profesor
alemán de la Universidad de Oxford[10].
En el Simposio Internacional celebrado del 18 al 20 de octubre de 1991 en
Eichstat, los expertos en papirología Hunger, universidad de Viena, y
Riesenfeld, Universidad de Upsala (Suecia) apoyaron la opinión del P. Ignacio de
la Potterie, S.J. cuando afirmó que
son cada vez más los que aceptan esta identificación.
El
texto 7Q5 ha sido estudiado en ordenador por Ibicus de Liverpool, y se ha
demostrado que esa combinación de letras, en la Biblia, sólo se encuentra en
Marcos 6, 52ss., que es el 7Q5.
Además,
el paleógrafo inglés Roberts, de la Universidad de Oxford, primera autoridad
mundial en paleografía griega, antes de que se descifraran estos papiros,
estudiando la grafía, afirmó que eran anteriores al año 50 d. C., unos 20 años
antes de que fueran selladas las cuevas, pues se sabe de cierto que las tropas
de Vespasiano invadieron aquel territorio en el 68 d. C.
AUTENTICIDAD
TEXTUAL DE LOS EVANGELIOS,
ÚNICA
EN LA LITERATURA UNIVERSAL
Todo el mundo sabe
quién es Aristóteles: un famoso filósofo griego. El manuscrito más antiguo que
conservamos de Aristóteles es 1400 años posterior a él, y, sin embargo, hoy
seguimos estudiándolo, hasta el punto de que sus reglas de silogismo siguen
siendo hoy la base de todo razonamiento filosófico.
Muchos han oído
hablar de Menéndez Pidal, premio March, historiador español de fama
internacional, cuya obra cumbre es una Historia de España. Pues en esa
Historia de España cita a Tácito y hace unas afirmaciones basadas en Tácito, a
pesar de que el códice más cercano a Tácito que conservamos es 1340 años
posterior a él.
Mommsen,
catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Berlín, premio Nobel de
Historia, decía del historiador griego Polibio que “a él es a quien deben las
generaciones posteriores, incluso la nuestra, los mejores documentos acerca de
la marcha de la civilización romana.”. Y resulta que el manuscrito más
antiguo que tenemos de Polibio es 1067 años posterior a
él.
O sea que el
espacio de tiempo desde Aristóteles a sus manuscritos más antiguos es de 1400
años; de Tácito a sus manuscritos, 1340 años; de Polibio a sus manuscritos, 1067
años.
Pues de los Evangelios tenemos el papiro Bodmer II, que se conserva en la
Biblioteca de Cologny en Ginebra, que contiene el Evangelio de San Juan íntegro,
?solamente cien años posterior a San Juan!. Y en 1935 se descubre el papiro
Rylands, que hoy se conserva en Manchester, que es ¡treinta y cinco años
posterior a San Juan! Y el 7Q5 del Padre O`Callaghan diez años posterior a San
Marcos.
Cuando hombres de
ciencia como un Menéndez Pidal y un Mommsen se fían de documentos que son en más
de mil años posteriores a los autores, de los Evangelios tenemos manuscritos tan
sólo unos treinta y cinco años posteriores a su autor.
El valor que esto
tiene desde el punto de vista científico es incalculable. No hay ningún libro
histórico de la literatura clásica que tenga las garantías de historicidad de
los Santos Evangelios.
Pero aún hay
más.
Las obras
completas más antiguas que conservamos de todos los autores latinos son
posteriores al siglo VIII. De antes del siglo VIII no se conserva ninguna obra
completa. Hay fragmentos de Cicerón, de César, de Horacio, de Virgilio, de
Ovidio; pero íntegro no hay nada anterior al siglo VIII.
En cambio, tenemos
78 códices evangélicos completos entre los siglos IV y VI.
Además, los
Evangelios se citaban con tanta frecuencia que solamente teniendo en cuenta las
citas que existen en las obras de siete escritores e los siglos II al VII
(Justino, Ireneo, Clemente, Orígenes, Tertuliano, Hipólito y Eusebio) tenemos
26.487 citas que rehacen el Evangelio entero.
LO QUE ESCRIBIERON
LOS EVANGELISTAS ES VERDAD
No hay mayor
garantía de veracidad que lo que dice un testigo a otro
testigo.
Si un señor
escribe hoy la historia de los Aymaras, podría decir alguna inexactitud: no hay
supervivientes de los aymaras para que contradigan lo que hoy queramos decir de
ellos. Hace mucho tiempo que murieron todos y por eso, sería muy fácil poner en
el escrito alguna inexactitud. Pero si alguien escribe en “El Comercio”, la
crónica del partido del último domingo y cambia el resultado, todo el mundo se
dará cuenta.
Los Evangelios
fueron escritos por testigos y para testigos.
Los cristianos de
aquella generación, cuando leían el Evangelio veían retratado lo que ellos
habían visto y lo que ellos habían oído.
Si aquellos
Evangelios no dijeran la verdad, habrían sido rechazados como una mentira.
Nadie habría querido guardar un libro de historia que desfigurara la
verdad. Los habrían rechazado, y no hay ni un solo documento que atestigüe el
rechazo.
¿Qué hicieron
aquellos testigos que habían conocido a Cristo, que habían visto su vida,
que habían oído su predicación? ¿Qué hicieron con los Evangelios? Guardaron
los Evangelios como oro en paño. Y los copiaron a mano. Entonces no había
imprenta y los transmitieron de
generación en generación con todo cariño, porque allí estaba retratado lo que
ellos habían visto y oído. Por eso conservamos este cúmulo de documentos de
los Evangelios.
Y las copias se
han hecho con tal exactitud que es muy interesante el estudio comparativo de
todos los documentos que tenemos de los Evangelios.
Resulta que están
tan perfectamente copiados que de mil partes, 999 son exactamente iguales, y
sólo cambia el uno por mil. Además, ninguna de esas variaciones son cosas
fundamentales. Son equivocaciones al copiar; poner una letra por otra, cambiar
el orden de las palabras, etcétera.
Por tanto, si hay
alguien que no crea en el Evangelio, ése no tiene derecho a creer en nada de la
historia de aquel tiempo. No puede creer ni en Alejandro Magno, ni en Ciro, ni
en Darío, ni en Artajerjes, ni en nadie. Y si cree que ha habido un Alejandro
Magno, un Escipión y un Aníbal y si
cree porque lo dice la historia, habrá que tener en cuenta que muchas más
garantías de verdad tienen los Santos Evangelios.
Además, hay
confirmaciones. Los Evangelistas murieron por defender la verdad de lo que
decían, y nadie da su vida por algo que sabe que es mentira. Aparte de que como
están inspirados por Dios no pueden equivocarse ni mentir. El Concilio Vaticano
II dice que la Biblia entera está inspirada por Dios.
Por otra parte,
los cuatro Evangelios narran los mismos hechos, coincidiendo en lo fundamental y
diferenciándose en lo accidental. Si cada uno por su lado se hubiera propuesto
engañar, no hubieran coincidido tanto; y si se hubieran puesto de acuerdo para
engañar, se hubieran evitado las diferencias llamativas. Cada uno ha narrado
sinceramente los hechos recogiendo los detalles que a él más le habían
impresionado. Cada evangelista hizo su selección de materiales y
acontecimientos, y la sucesión de los hechos según su finalidad
catequética.
Los autores de
estos relatos permanecieron anónimos. De sus obras sólo se conserva lo que fue recogido por los evangelios
canónicos, y entró a formar parte de ello. El valor de estos Evangelios, la
autoridad de sus autores, la importancia de sus comunidades cuyas catequesis
reproducen, hizo que se impusieran de tal suerte, que los demás relatos
parecieron inútiles y terminaron por desaparecer. Pero quede bien asentado
que, aunque los Evangelios canónicos fueron compuestos durante la séptima
década del siglo I, habían circulado ya redacciones más o menos parciales,
más o menos ordenadas, que servían de preludio a las que ahora
conocemos...
Los Evangelios son
relatos fragmentarios y
esquemáticos, selecciones y resúmenes. Por otra parte, han tenido siempre la
finalidad práctica de la predicación: pretender ser una enseñanza, transmitir un
mensaje que hemos de acoger y vivir en la fe; no pretenden tanto darnos una
información, cuanto contribuir a la formación de un mundo nuevo, nacido de la
obra redentora de Cristo; presentan al Señor Jesús, para que uno se
encuentre con Él y se haga su discípulo.
Los Evangelios son
libros históricos aunque la Historia no la entiendan al modo actual. Pero su
estilo describiendo lugares y encajando personajes históricos en su tiempo,
dan a entender claramente que no pretenden hacer una obra de ficción. A
veces, aunque no siempre, señalan con exactitud el día y la hora y dan una
porción de detalles que muestran la voluntad de describir hechos
reales.
El Concilio
Vaticano II afirma la historicidad de los Evangelios: “La Santa Madre Iglesia
firme y constantemente ha creído y cree, que los cuatro Evangelios, cuya
historicidad afirma sin vacilar, transmiten fielmente lo que Jesús, Hijo de
Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó
realmente”.
Los Evangelios
ofrecen diferencias debidas a que no siempre citan textualmente las palabras de
Jesús, ni cuentan las cosas con la exactitud rigurosa que exigimos modernamente.
Cada uno cuenta lo que recuerda a su modo, según su propio estilo: unos se
limitan a lo esencial, otros se extienden mas en los detalles, sin destacar
claramente los elementos esenciales; unos tienen una narración más abstracta,
otros más concreta o popular, etc. Varía mucho la narración de un hecho según la
psicología del narrador, de su modo de observar, de su memoria, de su
imaginación, de su carácter y del auditorio al que se dirige. Teniendo en cuenta
que no se trata de observadores o narradores de psicología occidental y moderna
de hoy día, sino de un mundo antiguo, de cultura y mentalidad muy simple, en que
domina más el elemento imaginativo. Pero como son libros inspirados, todo lo que
dicen tiene la aprobación de Dios, que respeta la peculiaridad del
escritor-instrumento, y no le dicta como a un mecanógrafo las cosas que tiene
que decir, sino que respeta su modo de hablar, y tan sólo le detiene ante el
error[11].
El Evangelio según
San Mateo se escribe para los judíos,
por eso se insiste en que Jesús es el Mesías profetizado en el Antiguo
Testamento, y alude con frecuencia a los modos de hablar y vivir de los judíos.
Tiene expresiones típicamente hebreas y da por conocidas costumbres
judías.
El Evangelio según
San Marcos refleja la catequesis en Roma
de San Pedro a quien acompañaba. Probablemente escribe en Roma para los no
judíos y, por eso, explica muchas costumbres y tradiciones judías a los que no
lo son.
El Evangelio según
San Lucas, compañero de San Pablo, deja
translucir la doctrina del Apóstol de las Gentes. Se escribe para
comunidades de cristianos de mentalidad griega, procedentes del paganismo,
por eso se insiste en que Jesús es el Salvador de todos los
pueblos.
El Evangelio según
San Juan es el último que se escribe.
Por eso completa a los otros tres y cuenta cosas que los otros omitieron. Se
centra en la persona de Jesús, y es el más teológico de los
cuatro.
Los tres primeros
están estrechamente emparentados y se pueden, poniéndolos en columnas paralelas,
leer a la vez. Por eso los llamamos “sinópticos” (se pueden leer
simultáneamente).
[1] BIBLIOTECA NACIONAL,
Incunable n° 970
[2]
“Siguiendo, pues, a los Santos
Padres, todos a una voz enseñamos que ha de confesarse a uno solo y el mismo
Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo
perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre
de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la
divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad,
semejante en todo a nosotros, menos en el pecado [Hb 4, 15]; engendrado
del Padre antes de los siglos en
cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por
nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la
humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor
unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin
separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la
unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo
en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos
personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo,
como de antiguo acerca de Él nos enseñaron los profetas, y el mismo Jesucristo,
y nos lo ha transmitido el Símbolo de los Padres”. (Dz 148)
[3] JOSÉ
LUIS MARTÍN DESCALZO; Vida y misterio de Jesús de Nazaret, VI, 7. Ed. Sigueme.
Salamanca,1987
[4] C.
PLINIO. Espist. X. 97.
[5] Antiquitates Judaeorum, 18, III,
3.
[6] Anales, 3, XV, 44.
[7] CONCILIO
VATICANO II, Dei Verbum: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, n?
19.
[8] SAN
IRENEO, Adversus Haereses. III, 11, 8.
[9] Todos
los seres vivos estamos formados a base de carbono. El carbono más abundante en
los seres vivos es el carbono-12. Pero todos los seres vivos tienen una pequeña
cantidad de carbono-14, que tiene dos neutrones más y es radiactivo. Mientras
está vivo, el carbono-14 permanece constante, porque lo que se pierde se repone.
Pero al morir, el carbono-14 ya no se repone, y con el paso del tiempo va
disminuyendo. Así, por la cantidad de carbono-14 que queda en la muestra
analizada, se puede saber cuántos años hace que murió el ser vivo cuya muestra
se analiza. Pero para que esta prueba sea fiable hace falta que la muestra
analizada haya estado muy bien guardada, para que el carbono no esté alterado.
Por eso, en los papiros el resultado ha sido positivo, en cambio en la Sábana
santa no ha sido así.
[10] En
la Revista Internacional Biblica escribió: ?Conforme a las reglas del
trabajo paleográfico y de la crítica textual, resulta cierto que 7Q5 es Marcos
6, 52ss?.
[11] CONCILIO
VATICANO II, Dei Verbum: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, n°
19