Como verdadero hombre tenía necesidad y debía hacer oración. Consta en el Evangelio que efectivamente oraba mucho. Ya en el primer instante de la Encarnación, en virtud de su ciencia infusa, hace esta oración ofreciéndose a su Padre por la Redención del mundo. Esta primera oración de Cristo nos indica que el fruto de la oración bien hecha es capacitarnos para cumplir la voluntad de Dios.
Aunque el Evangelio no habla de la oración de Jesús en su vida oculta,
evidentemente oraba. Consta que la Sagrada Familia observaba la ley mosaica; por
consiguiente, como todo buen israelita recitaba por la mañana y por la noche la
oración llamada “Shema Israel” (por la primera palabra que comienza)
tomada de Deut 6, 4-9 (Escucha,
Israel:
Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh. Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Queden en tu corazón estas
palabras que yo te dicto hoy. Se la repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas
tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado; las
atarás a tu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos; las
escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas.)
Por la misma razón, recitaría los Salmos, sobre todo con ocasión de las fiestas litúrgicas. Hay una alusión a ello en Mt 26, 30 (Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos). Sabemos que, hasta el día de hoy, antes de comer el cordero pascual se canta o recita la primera parte del “Hallel” (Salmo 113 y 114) y al terminar la cena, en acción de gracias, la segunda parte (Sal 115 a 118). Por consiguiente, los Salmos que recitamos en la liturgia ya pasaron por los labios y el corazón de Cristo.
ORA EN SU VIDA PÚBLICA
En los Evangelios hay numerosos textos que hablan de la oración de Cristo durante su vida pública.
Y su oración era prolongada. Podemos saber cuantas horas duró, al menos en alguna ocasión.
Nótese que al atardecer despide a la muchedumbre y se retira a orar es la cuarta vigilia de la noche cuando se acerca a los Apóstoles andando sobre el mar. En tiempos de Cristo se dividía la noche en cuatro vigilias de tres horas cada una. La noche comenzaba a las seis de la tarde. Eso significa que Jesús, pasadas las tres de la madrugada, se acercaba a los discípulos. Luego, en esta ocasión, fueron por lo menos nueve horas las que estuvo de continuo coloquio íntimo con el Padre, en las que se abismaría en la contemplación de la Santísima Trinidad. Además, como Cabeza del Cuerpo Místico y Sumo y Eterno Sacerdote nuestro, oraría por toda la humanidad dando gracias a Dios, suplicándole que nos perdone, que nos salve, etc.
En los momentos difíciles muchas veces no se tiene ganas de hacer oración. Cristo, en esos momentos, la intensifica y encuentra en ella, como verdadero hombre, la fuerza para cumplir la voluntad de Dios. Experimenta toda la repugnancia que humanamente se siente ante el sacrificio, sobre todo ante un sacrificio como el de la muerte de cruz, pero es la oración la que le da fuerzas para aceptarlo:
ORA EN LA CRUZ:
De las siete palabras que Cristo pronunció en la cruz, tres son una oración.
Si Cristo, que es el modelo que debemos imitar, hacía tanta oración, no es posible ser verdadero cristiano sin que forme parte vital de nuestra vida la oración.
Necesitamos establecer en nuestra vida un equilibrio entre oración y acción, así estaremos centrados en Dios y encontraremos luz, fuerza, etc... En la oración nos capacitamos para ver las cosas desde el punto de vista de Dios, muy diferente del que podemos tener con la sola razón humana. Solo a la luz de la razón iluminada por la fe podemos juzgar las cosas rectamente.
También los Apóstoles insisten en la necesidad de la oración. San Pablo nos dice que seamos:
Deberíamos estar en constante diálogo con Dios, aún en medio del trabajo elevar nuestro pensamiento a Dios.
Si todo ser humano debe dirigirse a Dios en la oración, el cristiano más, pues en virtud del carácter bautismal que es una participación del sacerdocio de Cristo, es un consagrado al culto de Dios y, por consiguiente, tiene una obligación especialísima de orar.
A la oración de Cristo une un espíritu de renuncia y sacrificio:
Se ve cada vez más incomprendido. Si leemos atentamente los Evangelios vemos que hay todo un proceso, que va en aumento, en que las almas se van alejando de Él debido a las intrigas de escribas y fariseos. Incluso muchos discípulos dejaron de andar con Él después del discurso sobre el pan de vida (Cfr. Jn 6. 66: Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.). Cristo se ve abandonado. Esto resalta también Mt 21, 17: Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilato: «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?». Y comparado con ladrones y hombres de mal vivir. El Domingo de Ramos, a pesar del entusiasmo de la mañana, al atardecer, nadie le ha ofrecido hospedaje y sale sólo con sus discípulos... a Betania.
En el plan de Dios debemos reproducir la imagen de Dios (Rom 8, 29
y 17). Así se explica que Cristo nos exhorte a llevar nuestra cruz (Mt
10, 38 y 16, 24). Sentido profundo de la mortificación cristiana, que tiene
por objeto hacer morir al hombre viejo para que sea Cristo quien viva en
nosotros (Rom 6, 11). Además, nuestros sufrimientos, ofrecidos a Dios en
unión con el sacrificio de Cristo, siempre que nos hallemos en estado de gracia,
contribuyen a que se apliquen, en forma más abundante, la redención de Cristo a
otras almas (Cfr. Col 1, 24; II Tim 2, 10). Por tanto, la oración y el
sacrificio desempeñan un papel importantísimo en nuestra vida personal y para
toda la Iglesia. De ahí la decisiva importancia de aspirar seriamente ala
santidad, a la imitación de Cristo, hasta poder decir con San pablo “ya no vivo
yo, es Cristo quien vive en mí”. (Gal 2, 20).
ANEXO:
La
distribución del tiempo entre los romanos y los judíos
El Calendario Romano estaba distribuido de la siguiente manera:
1) DIVISIÓN DEL AÑO: Primitivamente, el año romano constaba de 10 meses y comenzaba en marzo. En el 153 a.C. se le añadieron los meses de enero y febrero.
|
César organizó
el calendario en el año 46 a.C., y fijó en 365 días, 5 horas y 52 minutos la
duración del año.
2) DIVISIÓN DE
LOS MESES:
Conforme a su origen lunar, el mes tenía tres fechas fundamentales relacionadas
con las fases de la luna y que servían de punto de partida para los otros
días:
- Las Nonas y las Idus de marzo, julio y octubre eran, respectivamente el 7 y el 15.
Para el día anterior y posterior a las tres fechas indicadas se emplean,
respectivamente, los adverbios pridie y postridie antepuestos al
nombre del día en acusativo. Ejemplos:
|
Pridie Idus Iulii............................... Postridie
Kalendas Iunii............. |
Catorce de Julio. Dos de
Junio. |
3) INDICACIÓN DE
LAS DEMÁS FECHAS:
Para indicar cualquiera de las divisiones del mes se usa el ablativo seguido del
mes en genitivo:
|
Kalendis ianuarii.................................... Nonis
aprilis............................................ |
El primero de Enero. El cinco
de abril. |
Los días comprendidos entre esas fechas se citan a base de ellas. Se cuenta
desde la fecha de que se trata la inmediata de esas tres, incluyendo la de
partida y la de término, y se pone en ablativo ordinal seguido de la fecha que
encontremos con ante. Así, para fechar en latín el 8 de enero, diremos:
de 8 a 13 hay 5, con la de partida, 6; tendremos, pues: (die) sexto ante Idus
ianuarii.
Inversamente, para expresar en español una fecha latina, se resta el día que nos
dan de la fecha inmediata superior; al resultado se le añade una unidad, si se
trata de Nonas e Idus, y dos, tratándose de Kalendas.
Decimo tertio Kalendas
iulii...................... |
19 de Julio; porque de 13 a
30 son 17, y 2 que se le añaden, son 19. |
4) DIVISIÓN DEL
DÍA:
El días entre los romanos constaba de 24 horas y comenzaba a medianoche. La hora
era la doceava parte del tiempo transcurrido entre la salida y la puesta del
sol. Por eso en Diciembre la hora llegaba a no tener más que 45 minutos, y, en
cambio, en junio era de 75 minutos.
Naturalmente, no tenían una noción exacta del tiempo. Las referencias a éste son
expresiones imprecisas. mane, por la mañana; ante meridiem, antes
del medio día; post meridiem, después del medio día. La sexta hora del
día terminaba a las doce del día, y la sexta de la noche, a media noche. La
noche estaba dividida en cuatro vigilias de tres horas cada una.
Las horas en el
calendario Romano
Inicio del
día: 12 m.n.
Tercera vigilia (o del canto del
gallo): 12 m.n. a 3 a.m.
Cuarta vigilia (o de la mañana): 3 a 6 a.m.
Día
(dividido en 12 horas): 6 a.m. a 6 p.m.
Primera vigilia (o del anochecer): 6
a 9 p.m.
Segunda vigilia (o medianoche): 9 p.m. a 12 m.n.
Cuando se crearon el sol y la luna fue
escrito en la Torá: "Y sirvan como signos para las estaciones, los días y los
años" (Génesis 1:14). Y en el libro de los Salmos está escrito: "Eres el que
constituyó la luna para fijar los tiempos" (104:19). El sol y la luna son el
parámetro para dividir los días, semanas y meses del año.
Los principios
del calendario
El calendario anual es un sistema que divide
al tiempo en días, semanas, meses y años. El calendario hebreo aceptado por el
pueblo de Israel, está basado en la combinación de los sistemas lunar y solar en
completa armonía entre un día completo, mes-lunar y año
solar.
La necesidad de utilizar este complejo
método es porque la Torá nos obliga a considerar tanto el mes anual como el mes
solar. Los meses del año están santificados por la Torá: "Y el primer día de
cada mes ofreceréis un sacrificio al Eterno... Tal será el holocausto del
principio de cada mes, todos los meses del año" (Números 28:11) También está
escrito: "Este mes será para ustedes" (exodo 12:2), nuestros sabios dijeron: "Le
mostró la luna al renovarse y le dijo: cuando la luna se renueve será para
ustedes principio de mes". Es por esto que nosotros fuimos obligados de fijar y
santificar los meses según el novilunio. Pero junto con esto fuimos obligados a
festejar de manera meticulosa que el mes de Nisán sea siempre en la primavera
como está escrito: "Guardarás el mes de aviv (Nisán) y celebrarás la pascua al
eterno" (Deuteronomio 15:1), y esto nos obliga a basar el año por el sistema
solar.
Para unir la diferencia entre el año lunar y
el año solar, que provoca un desfase de aproximadamente 11 días, nuestros Sabios
fijaron el "ibur" (bisiestos), que se adicionan de vez en cuando un día en el
mes, y un mes cada año (Adar II), según la necesidad.
Según el calendario hebreo, el año es a
veces de doce meses, y se llama "año simple" y a veces de trece meses (se agrega
Adar II) y se lo llama "año bisiesto". En el ciclo de 19 años hay 12 años
"simples" y 7 años "bisiestos" según una división parcialmente
fija.
Meses
"completos" y meses "incompletos
En el calendario hebreo hay meses
"completos" de 30 días y meses "incompletos" de 29 días. Según esta regla:
Tishrei siempre es completo, Tevet siempre es incompleto, y de aquí en más un
mes completo y uno incompleto, intercaladamente. Fuera de la regla están los
meses de Jeshvan y Kislev que a veces son incompletos, entonces el año es
"incompleto" (353 días), a veces ambos son completos y el año es "completo" (355
días), a veces un es completo y otro incompleto, entonces el año es "regular"
(354 días). Esto con respecto al año "simple", mientras que el año "bisiesto"
los números difieren: un año "completo" - 385 días, un año "regular" - 384 días,
un año "incompleto" 383 días.
Todos estos cálculos meticulosos no son sólo
para corresponder los meses con las estaciones del año, sino también los motivos
están relacionados con el cuidado de los preceptos. Así se fijó que Iom Kipur no
puede coincidir, ni un día viernes ni un domingo, ya que no pueden haber dos
shabatot seguidos. De la misma manera Hoshana Raba no puede coincidir con
Shabat, ya que sino estaría prohibido golpear aravot. De acuerdo con esto Rosh
Hashana no puede coincidir en los días domingo, miércoles y viernes.
Esta es la regla que dictamina cuando un año
es "incompleto", "completo" o "regular".
Los nombres de
los meses
Los nombres de los meses en el calendario
hebreo son babilónicos, que trajeron los inmigrantes de Babel. De los nombres
hebreos originales quedaron solamente cuatro: el mes de Primavera (Nisán), el
mes del Resplandor (Iaar), el mes del Fruto (MarJershan) y el mes de la Fuerza
(Tishrei). En las excavaciones de "gezer" se encontró un calendario de arcilla
antigua, en el cual están tallados los meses hebreos antiguos, estos meses tiene
un carácter agrícola por excelencia: el mes de la cosecha, el mes de la de la
siembra, el mes de la recolección, el mes de cosechar el lino, el mes de
cosechar la cebada, el mes de la vendimia y el mes de
verano.
En la Biblia los meses son llamados según un
orden numérico: el primer mes (Nisán), el tercer mes (Sivan), el séptimo mes
(Tishrei). También en el período del segundo templo llamaban a los meses según
el orden numérico de la Biblia.
La cuenta de los
años
El conteo de los años en el calendario
hebreo comienza con la creación del mundo, o sea hace más de 5000 años. El año
5759, simboliza 5759 años desde la creación.
A diferencia de esto el calendario cristiano comienza desde el nacimiento de Jesús, que es el año 3760 del calendario hebreo. Una manera de calcular el año hebreo en el calendario judío es la de agregar 240 al año sin su milenio. Es decir, 779 y otros 240 daría 999, agregamos 1000 y sería 1999.
DIVISIÓN DEL DÍA
Primera vigilia: 6 a
10 p.m.
Inicio del día; sacrificio de la tarde (en el AT): 6 p.m.
Segunda
vigilia (de la mañana o última): 10 p.m. a 2 a.m.
Tercera vigilia (de la
mañana o última): 2 a 6 a.m.
Sacrificio de la mañana: 6 a.m.
Hora primera:
7 a.m.
Hora tercera: 9 a.m.
Hora sexta: 12 m.d.
Hora novena: 3
p.m.
Hora de la oración; sacrificio de la tarde (en el NT): 3 p.m.