Reclinatorio Navideño
Te jura un escriba –que en tu comitiva- donde fueres, marcha, al llano o al monte –o en el horizonte- con piedra y escarcha. Le das la respuesta –toda sangre y gesta- duro sacrificio: seguirte es la serie –de sed e intemperie- sin nunca armisticio. Hay nidal y hay grutas –las visibles rutas- con raposas y aves, pero Tú no tienes -ni acaso lo ordenes- refugios o naves. Como en el comienzo –apenas un lienzo- sobre paja y heno, para que celebre –tu gloria un pesebre- mi Dios nazareno. No hubo un cabezal –en aquel portal- ni camastro alguno, tu madre fue lecho –yacija su pecho- tu pan el ayuno. Pasaron centurias –con arduas penurias- de adviento y de espera, ni en la misma Roma –ya sin la Paloma- aman tu testera. ¿Reclinas en dónde – si la Fe se esconde- si el Pastor va errante? ¿en qué sitio afincas –cuando el alma hincas- en ruego abrasante? Tu pequeña grey –como hiciera el buey- quiere darte abrigo, ladéate Niño –que espada me ciño- por ser tu testigo. Inclina esa frente –de siervo doliente- bendita cimera, aquí en esta cuna –donde el tiempo aúna- la edad postrimera. Tu cabeza escora –llegada es la hora- lo anuncia la luz, te doy mi litera –mi antigua bandera- ¡Ven Señor Jesús! |
Navidad 2016
Antonio Capponetto |
Camino(s) ascendente(s):