María atará al Dragón |
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"Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente
suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar" (Génesis, 3,15).
Angelus 8/12/2016 Poema de la Mujer y el Dragón Una gran señal - Kiko Argüello, Paloma Incorrupta |
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"No hay Iglesia sin Pentecostés. Y quiero añadir: no hay Pentecostés sin la
Virgen María".
Benedicto XVI, Regina Caeli 23 de mayo del 2010
"Hay mucho mal en este mundo, pero recordemos que la Inmaculada es más poderosa
y que aplastará la cabeza de la serpiente infernal (Gn 3,15).
(San Maximiliano Kolbe, 12-9-1924, Carta al lector de la revista El Caballero de la Inmaculada).
"Para el P. Kolbe, la Inmaculada Concepción es más que un privilegio.
Es más que la preservación de una falta, es más que un título de grandeza,
es la actualización del consejo salvífico de Dios".
(De una advertencia del P. François-Marie Franzi para acercarnos a los textos
del P. Kolbe con la disposición adecuada).
Sí. Dios hubiera podido crear un universo sin defecto; y lo hizo: es la Inmaculada Concepción; la que el Dragón Rojo no tolera.
María es Reina del Cielo y de la Tierra desde su Concepción; la historia es la ocasión de estar con Ella en la toma de posesión.
El dogma de la Inmaculada Concepción
En su libro "Hipótesis sobre María", Vittorio Messori (pag. 352 en la edición española), pone una frase de Jean Guitton que quiero tener muy presente: "María es la síntesis del tiempo, este segmento entre dos eternidades. En su Concepción Inmaculada se encuentra el estado anterior a la catástrofe de Adán. En su Asunción al cielo se encuentra el estado final de la humanidad, esa vuelta del Hijo que Ella anticipa. Ella es la criatura del principio y del fin".
"Este tiempo nuestro es la era de la Inmaculada o, como dicen otros, del Espíritu Santo. La serpiente
levanta su cabeza en todo el mundo, pero la Inmaculada se la aplastará con
victorias estrepitosas. Pero él no cesará de poner asechanzas a sus pies".
(San Maximiliano Kolbe, 15-3-1936, Carta a su madre).
"Esta hora es la vuestra, ¡Oh, María! A vos nos confió Jesús en el momento de su
sacrificio. Estamos seguros de vuestra intercesión".
(San Juan XXIII, Aloc. 8-12-1958).
"La Inmaculada Concepción está unida de manera inefable al Espíritu Santo por el hecho de que es su esposa, pero lo es en un sentido incomparablemente más perfecto del que este término puede expresar en las criaturas.
Ella, integrada en el amor de la Santísima Trinidad, se convierte desde el primer instante de su existencia, y para siempre, eternamente, en el complemento de la Santísima Trinidad.
En la unión del Espíritu Santo con Ella, no sólo el amor une a estos dos seres,
sino que el primero de ellos es todo el amor de la Santísima Trinidad, mientras
que el segundo es todo el amor de la creación, y así en esta unión el cielo se
une con la tierra, todo el cielo con toda la tierra, todo el Amor Increado con
todo el amor creado. Es el vértice del amor".
(San Maximiliano Kolbe, 17-2-1941, Inmaculada Concepción).
"El vértice del amor de la creación que regresa a Dios es la Inmaculada,
el ser sin mancha de pecado, toda hermosa, toda de Dios. Su voluntad no se ha
alejado de la voluntad de Dios ni siquiera un instante. Ella ha pertenecido
siempre y libremente a Dios".
(San Maximiliano Kolbe, 5/20-8-1940, Vida divina).
En el sermón 59,2 sobre los Cantares, San Bernardo cita I Cor. 6, 17: "Quién a Dios se junta, es un mimo espíritu con Él".
"La vida sobrenatural también tiene una Madre: la Madre de la Divina
Gracia".
(San Maximiliano Kolbe, conferencia 18-6-1939).
"De esta batalla que estamos librando, de esta pérdida de poder de los dioses, de esta caída de los falsos dioses, que caen porque no son divinidades, sino poderes que destruyen el mundo, habla el Apocalipsis en el capítulo 12, también con una imagen
misteriosa, que a mi parecer puede tener distintas interpretaciones bellas. Se dice que el dragón lanza contra la mujer que huye un gran río de agua para arrollarla. Y parece inevitable que la mujer quede ahogada en este río. Pero la buena tierra absorbe
este río y no puede hacer daño. Yo creo que el río se puede interpretar fácilmente: son esas corrientes que dominan a todos y que quieren hacer desaparecer la fe de la Iglesia, la cual ya no parece tener sitio ante la fuerza de esas corrientes que se
imponen como la única racionalidad, como la única forma de vivir. Y la tierra que absorbe estas corrientes es la fe de los sencillos, que no se deja arrastrar por estos ríos y salva a la Madre y al Hijo. Por ello el Salmo -el primer Salmo de la Hora
Media- dice que la fe de los sencillos es la verdadera sabiduría (cf. Sal 118, 130). Esta sabiduría verdadera de la fe sencilla, que no se deja devorar por las aguas, es la fuerza de la Iglesia".
Meditación durante la primera Congregación General de la Asamblea para Oriente Medio del Sínodo de los obispos (11 de octubre de 2010)
"No obstante esto, no somos malditos ni estamos abandonados a nosotros mismos. Al respecto, el antiguo relato del primer amor de Dios por el hombre y la mujer ya tenía páginas escritas a fuego. «Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia» (Gn 3, 15 a). Son las palabras que Dios dirige a la serpiente engañadora, encantadora. Mediante estas palabras Dios marca a la mujer con una barrera protectora del mal, a la que puede recurrir —si quiere— para cada generación. Quiere decir que la mujer lleva una bendición secreta y especial, para la defensa de su criatura del Maligno. Como la Mujer del Apocalipsis, que corre a esconder al hijo del Dragón. Y Dios la protege" (cf. Ap 12, 6). (SS Papa Francisco, audiencia general 16/9/2015)
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