"Entonces Él les dijo: ¡Oh necios y tardos de corazón para creer en todo lo que anunciaron los profetas! ¿Acaso no era menester que el Mesías sufriera esto y así entrara en su gloria? Y comenzando por Moisés, y siguiendo por todos los Profetas, les daba la interpretación de todas las Escrituras que se referían a Él". (Lucas 24,25-27)
"Y cuando estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo daba. Entonces se les abrieron los ojos y le conocieron. Pero Él se les hizo invisible. Dijéronse entonces el uno al otro: ¿No se nos abrasaba nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino, cuando nos abría el sentido de las Escrituras? (Lucas 24, 30-32)
Esta pintura es la del altar mayor de la Iglesia de Santa María de Castelldefels, pueblo mediterráneo de la provincia de Barcelona. En el Ayuntamiento de Castelldefels puede adquirirse un librito que explica todas las pinturas de Serrasanta en esta iglesia.
Serrasanta pinta el instante que media entre que uno de los discípulos reconoce al Maestro al partir el pan y el otro todavía no lo ha reconocido. Tiempo muy corto considerando la velocidad de la luz, que junto a la expresión de los dos discípulos muestra esta diferencia. El tema, eucarístico, es muy apropiado para enmarcar el Sagrario del Altar Mayor.
Mosén José Codinach, a quien mucho debo pues me bautizó el 27 de noviembre de 1941 en la parroquia de San Pedro de las Puel·las de Barcelona, era el rector de la parroquia de Santa María de Castelldefels (Barcelona) a mediados del siglo pasado. Fue entonces cuando el pintor José Serra Santa pintó los frescos de la Iglesia, el último de los cuales fue esta pintura de los discípulos de Emaús. (San Cleofás y, muy verosimilmente, el propio San Lucas).
El P. Leonardo Castellani S.J., en su libro "El Apokalipsis de San Juan": (pag. 88) dice:
Esto no es asentir a una tesis protestante que dice ser la BIBLIA libro inspirado en cuanto contiene profecías, puesto que indudablemente también contiene La Ley al lado de Los Profetas, es decir, contiene la Moral y el Vaticinio. Pero estas dos cosas no son separables. La Ley sin profetas engendra zelotes; la Profecía sin Ley produciría exaltados".
"Dios estableció el tiempo de sus promesas y la época de su cumplimiento.
El período de las promesas abarcó desde el tiempo de los profetas hasta Juan Bautista; desde éste hasta el fin es el tiempo de su cumplimiento".
(De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos, Salmo 109, 1-3: CCL 40, 1601-1603)
"Debemos continuar y completar en nosotros los estados y misterios de la vida
de Cristo,
y suplicarle con frecuencia que los consume v complete en nosotros y en toda su Iglesia. Porque los misterios de Jesús no han llegado todavía a su total perfección y plenitud. Han llegado, ciertamente, a su perfección y plenitud en la persona de Jesús, pero no en nosotros, que somos sus miembros, ni en su Iglesia, que es su cuerpo místico" (Ef 5,30). (San Juan Eudes (1601-1680), El Reino de Jesús, 3, 4) |
El P. Leonardo Castellani S.J., en su libro "El Apokalipsis de San Juan": (pag. 89) dice:
"Dios estableció el tiempo de sus promesas y el momento de su cumplimiento. El período de las promesas se extiende desde los profetas hasta Juan Bautista. El del cumplimiento, desde éste hasta el fin de los tiempos".
Poema del Siervo de Jahve
La Iglesia en Oración
"Señor, tú creaste el cielo y la tierra, el mar y cuanto ellos contienen" (Ex 20,11, Sal 146,6, Is 37,16, Jer 23,17). Tú por boca de David siervo tuyo, que hablaba por el Espíritu Santo, dijiste:
En verdad se coaligaron en esta ciudad, contra Jesús tu Santo Siervo a quien tú ungiste, Herodes y Poncio Pilato, junto con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer todo lo que tu mano y tu consejo predeterminaron que sucediera" (Hechos 4,24-28)
ver: Habrá más mártires
La Descensión del Señor
La Parusía
"Arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados, de modo que vengan los tiempos del refrigerio de parte del Señor y que El envíe a Jesús, el Cristo, el cual ha sido predestinado para vosotros. A Este es necesario que lo retenga el cielo hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de las que Dios ha hablado desde antiguo por boca de sus santos profetas" (Hechos 3,19-21).
ver: Profecías cumplidas y esperanzas
Salmo 2,1
Esta profecía, como se ha visto en los Hechos de los Apóstoles,
se cumplió en el cuerpo físico de Jesucristo, pero se está
cumpliendo en la Iglesia, su cuerpo místico.
Ver: La Historia de la Iglesia comparada con la Vida de Cristo
Isaías 19,23-25
"En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Asiria, y asirios entrarán en Egipto, y egipcios en Asiria; y los egipcios servirán con los asirios a Jehová. En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y con Asiria para bendición en medio de la tierra; porque Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad".
Sofonías 3,12
La soberanía social de Jesucristo es la conversión a la aceptación social de las bienaventuranzas, la cumbre de la predicación del Reino de Dios. En el prólogo de su obra "Las Bienaventuranzas de María", Don Laureano Castán Lacoma, dice: "Según el Vaticano II, el norte que debe orientar la acción de los hombres es que toda la vida humana, "así la individual como la social, quede saturada con el espíritu de las bienaventuranzas" (GS 72). ¿Y no podrá ser un medio eficaz para ello el considerar las bienaventuranzas de María, que no son más que las del Evangelio, vividas por ella con la más elevada perfección?".
Invito a meditar la profecía de Sofonías en el contexto de nuestros tiempos,
la segunda venida de Cristo, las tentaciones de milenarismos crasos y
las tentaciones de evitar toda intrahistoricidad al poder de Cristo y su soberanía social.
Manuel María Domenech Izquierdo |
"La Iglesia espera, junto con los Profetas y el Apóstol, aquel día sólo por Dios conocido, en el que todos los pueblos, con una sola voz, invocarán al Señor y le servirán como un solo hombre (Soph 3,9)" |
"La tercera razón por la que mantengo la Hora Santa es para crecer más y más a
semejanza de Él. Como lo plantea san Pablo: «Nos transformamos en aquello en lo
que fijamos nuestra mirada». Al contemplar el atardecer, la cara toma un
resplandor dorado. Al contemplar al Señor Eucarístico una hora,
transforma el corazón de un modo misterioso, así como el rostro de Moisés se
transformó luego de Su compañía con Dios en la montaña. Nos pasa algo parecido
a lo que les pasó a los discípulos de Emaus, el domingo de Pascua por la tarde,
cuando el Señor los encontró. Él les preguntó por qué estaban tan tristes, y
después de pasar algún tiempo en Su presencia, y oír nuevamente el secreto de
la espiritualidad -El Hijo del Hombre debe sufrir para entrar en Su Gloria-
el tiempo de estar con Él terminó, y sus corazones ardían"..
Cap. XII de la Autobiografía TREASURE IN CLAY del Arzobispo Fulton J. Sheen, apóstol de la Hora Santa ante el Santísimo Sacramento
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