Primero es la realidad, y después el pensamiento.
El hombre, antes de pensar es una realidad. Si piensa, podemos decir que es una realidad pensante, y por eso una buena explicación acerca de la realidad y el pensamiento se puede llamar "Realismo Pensante".
La realidad nos hace pensar, pero la realidad no es "lo que nos pensamos", ni "lo que se piensan" los demás. Ellos nos pueden ayudar a pensar, pero no tenemos por qué contentarles.
Hemos de pensar unidos con la realidad, descubriéndola, no inventándola. Fundidos con la realidad podemos hablar desde la realidad y decir lo que es. Al hablar desde la realidad no se habla desde un punto de vista. Los espíritus pueden fundirse con la misma realidad. Esto es lo que se llama "hacerse uno con lo conocido".
Las religiones son "lo que piensan" sus fanáticos, pero "La Religión" no "se piensa". La religión se nos revela a través de la realidad y los profetas.
Por eso es falso el relativismo.
Interesa aquí esta cita de San Bernardo para aclarar que nuestra inteligencia no necesita la palabra para entender:
"Mas así como nuestro pensamiento se viste de la voz corporal, sin disminución
de sí mismo, ni antes ni después de la voz, así el Hijo de Dios tomó la carne
sin padecer mezcla ni disminución ni antes de la carne ni después de la carne".
(San Bernardo, Sermón del miércoles santo, feria IV de la semana santa,
De la Pasión del Señor, número 13. BAC n 110, pag 491)
"Sicut autem cogitatio vestit sibi vocem corpoream absque sui diminutione vel
ante vocem vel post vocem, sic Filius Dei assumpsit carnem, non commistionem
passus, neque diminutionem, nec ante carnem nec post carnem".
Bernardus Claraevallensis, In feria IV Hebdomadae Sacrae, n. 13, PL 183, 263
De igual interés es este texto de San Agustín:
"Todo el que pueda conocer la palabra antes de ser pronunciada, e incluso antes de poder el pensamiento formarse una imagen del sonido - palabra que no pertenece a ningún idioma conocido entre las naciones, como el latín- cualquiera que pueda, repito, comprender esto, podrá ver en este espejo y en enigma alguna semejanza de aquel Verbo de quien está escrito: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios" (De Trin. XV, X, 19).
"Quisquis igitur potest intellegere verbum, non solum antequam sonet, verum
etiam antequam sonorum eius imagines cogitatione volvantur: hoc enim est quod
ad nullam pertinet linguam, earum scilicet quae linguae appellantur gentium,
quarum nostra latina est:
quisquis, inquam, hoc intellegere potest, iam potest videre per hoc speculum
atque in hoc aenigmate 108 aliquam Verbi illius similitudinem, de quo dictum
est: In principio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum, et Deus erat Verbum".
De Trinitate, L. XV, 10.19
Manuel María Domenech Izquierdo |
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