Hace algunos años, en
Profecías cumplidas y esperanzas,
escribí:
El tiempo de Adviento es de preparación para la venida del Señor. Su liturgia
está llena de profecías mesiánicas. Puede extrañar que el primer domingo tenga
lecturas del fin de los tiempos, como si el ciclo litúrgico empezara por el
final. Sin embargo estas lecturas vienen muy bien como continuación
de la fiesta de Cristo Rey que se celebra ahora el último domingo del ciclo
litúrgico. Así la fiesta de Cristo Rey ha tomado mayor relevancia. No es cierto
que al estar al final del ciclo quede como fuera de la historia, como dicen
algunos que no entienden la pedagogía de Nuestra Santa Madre Iglesia.
Podríamos decir que se confunden las esperanzas de la primera venida de
Cristo con las de la segunda venida, la parusíaca. Así el ciclo litúrgico es
como una rueda que gira sobre el camino de la historia, porque al final vuelve
a su principio como el círculo.
Haber leído recientemente (enero del 2010) alguna página sobre el tema, me ha movido a insistir con mayor claridad en ello. Me pasma que algunos de los que presumen de tradicionales, y que no lo son porque desprecian al Sumo Pontífice y el magisterio de la Iglesia, no se gozan con el cambio de fecha de la Solemnidad de Cristo Rey.
El mismo Pío XI en la misma "Quas Primas" dice complacido que la fiesta que instituye "está cerca del fin del ciclo litúrgico".
Dicen que "La Fiesta de Cristo Rey, desplazada al último domingo del año litúrgico, evoca el reino escatológico de Cristo, regresando como juez al fin de los tiempos, y no el Reinado Social ya en esta tierra".
No han entendido ni la esjatología "sui generis" que Karol Wojtyla explica en "Signo de Contradicción" (III,3 y XVIII,1), ni el Reino Milenario de Cristo y sus santos. Entienden lo esjatológico como fuera de la historia y no ven que los mil años son intrahistóricos.
Piensan que han de triunfar progresivamente en una especie de "progresismo de derechas", que construirán el reino con su industria, con su saber y con su fuerza. No han meditado el nº 677 del Catecismo de la Iglesia Católica, según el cual "El Reino no se realizará mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un proceso creciente".
Dice San Bernardo, en su segundo sermón de la Epifanía del Señor, que Jesucristo "no es Rey de este mundo, pero sí que es Rey en este mundo" Que "aquí rige las costumbres, en el juicio discierne los méritos, en el Reino distribuye los premios". "Yo para esto nací y para esto vine al mundo", dijo antes de ser crucificado.
Aunque sus súbditos no le reconozcan como Rey, Él lo es. Los desgraciados súbditos tendrán que reconocer su error y su maldad en el juicio, si antes no se convierten.
Lo que es realmente esperanzador es que las profecías prometen que esos súbditos le reconocerán antes de acabar la historia, pero eso no será por arte de los hombres sino por el esplendor de su segunda venida, lo cual se ve mejor si la solemnidad de Cristo Rey se celebra a las puertas del adviento.
Es realmente muy consolador meditar durante el adviento las profecías mesiánicas que se refieren tanto a la primera como a la segunda venida de Cristo.
"Hoy, primer domingo de Adviento, la Iglesia inicia un nuevo Año litúrgico, un nuevo camino de fe que, por una parte, conmemora el acontecimiento de Jesucristo, y por otra, se abre a su cumplimiento final. Precisamente de esta doble perspectiva vive el
tiempo de Adviento, mirando tanto a la primera venida del Hijo de Dios, cuando nació de la Virgen María, como a su vuelta gloriosa, cuando vendrá a «juzgar a vivos y muertos», como decimos en el Credo".
BENEDICTO XVI, ANGELUS, I Domingo de Adviento, 28 de noviembre de 2010
BENEDETTO XVI, ANGELUS, I Domenica di Avvento, 28 novembre 2010
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