Ahora, Señor, puedes ya dejar ir a tu siervo en paz,
según tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado ante la faz de todos los pueblos; luz para iluminar a las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel. (Lucas 2,29-32) |
Poco es para mí ser tú mi siervo,
para que las tribus de Jacob me restablezcas, y a los salvados de Israel me hagas volver. Yo te doy para luz a las naciones, y que seas mi salud hasta los términos del mundo. (Isaías 49,6) |
No se puede ser más Madre que siendo Madre de Dios, ni más Virgen de la Luz que la que es "ex qua mundo Lux est orta". y por eso, en esos géneros de cosas, ha de serlo también para toda la familia de los hijos de Dios y para todas las criaturas del universo.
Como enseña Santo Tomás, "en cualquier género, lo máximo, se convierte en causa de lo que pertenece a tal género", (S.Th.I,c2,a3,c). La "más agraciada" es Madre de todos los "agraciados" que forman la familia de los hijos de Dios.
Desde que el nominalismo apagó la luz de las palabras, reduciéndolas a simples etiquetas, la filosofía derivó a lo que San Juan Pablo II llamó "origen de las ideologías del mal", olvidando el ser y la verdad.
Se separaron las cosas de la inteligibilidad que les venía del Verbo de Dios creador, y todo quedó en tinieblas. No se puede demostrar, ni definir, ni deducir nada.
Ya no hay "naturalezas" y, por tanto, tampoco ley natural. No hay hombres, ni mujeres, ni matrimonios, ni familias, ni nada. Si la ley es la "regla de los actos humanos según la razón", como ya no vale la razón para los nominalistas, que son escépticos, relativistas o agnósticos, entonces la ley fluye de las voluntades, como en la constitución española, precisamente como no puede ser según la "Pacem in Terris", por ejemplo.
Las voluntades no aceptarán nada que no venga de ellas, ya no hay ley, y las inteligencias están ciegas para las razones sin luz, ya no hay verdad.
La cosmología necesita mucho de la Virgen de la Luz
Por la Palabra empezaron a existir todas las cosas (Jn 1, 3). Dijo Dios: "haya luz". Al principio existía el Verbo. Él era la luz.
"Simeón dijo: Éste está puesto para caída y elevación de muchos
en Israel, y para ser signo de contradicción
-y a ti una espada te atravesará el alma-
a fin de que queden al descubierto las intenciones
de muchos corazones". |
que os aflige el corazón, fue cuando el viejo Simeón, lleno de Espíritu Santo, predijo la pena y llanto y muerte del Salvador. Pero templó este dolor el gozo tan deseado de habernos Dios rescatado de la culpa y deshonor. |
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