Barcelona, marzo 1990 |
¡Si supieras las ganas que tenía de escribirte!. Lo que te tengo que decir es tan importante que quisiera decirlo también a todos mis ahijados, a todo el mundo. Menos mal que la publicación de estas cartas en "Meridiano Católico" me permiten alcanzar mis deseos.
Pero te lo escribo a ti primero a causa de tu nombre. Tus padres te llamaron Margarita María por devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y, como ya sabes, esta devoción a sido revelada a los cristianos a través de tu patrona Santa Margarita María de Alacoque. La compañía de Jesús se ha encargado, empezando por el director espiritual de santa Margarita, San Claudio de la Colombière, de predicar esta devoción por todo el mundo, principalmente con la institución del Apostolado de la Oración. Pues bien, quería hablarte precisamente de la oración llamada: "Ofrecimiento de obras del Apostolado de la Oración". La habrás recitado muchas veces y supongo que la sabes ya de memoria. Pero me gustaría que comentáramos juntos el profundo contenido de esta oración.
Divino Corazón de Jesús, por medio del Corazón Inmaculado de María Santísima, yo me consagro del todo a Vos
Empezamos ofreciéndonos al "Corazón que tanto ha amado a los hombres" por medio del Corazón Inmaculado de María. No hay mejor manera de hacerlo ni mejor camino. Siempre hemos dicho: "A Jesús por María". Además al hablar del "Corazón Inmaculado" nos vienen a la mente las esperanzas de su triunfo, prometido en Fátima.
Del mismo modo que sólo podemos invocar la venida del Espíritu Santo desde el regazo de María, solamente podemos entregarnos al sacrificio de Crito desde su Mediación Materna al pie de la Cruz.
Y contigo me ofrezco a Dios Padre en tu Santo Sacrificio del altar
Después viene el ofrecimiento al Padre, junto con Jesucristo en el Santo Sacrificio del altar. ¡Este es el único sentido de la vida y de la historia!. Yo entendí esto al leer aquella frase de San Agustín, fuerte como todas las suyas: "Contempla, Rey Altísimo, tu dulce Hijo extendido por todo su cuerpo. Mira aquellas manos inocentísimas tornadas fuentes manantiales de su piadosa sangre, y perdóneme tu clemencia las maldades que las mías han cometido. Para mientes en aquel costado desnudo traspasado con la punta penetradora de la lanza cruel, y tórname a bañar en la sagrada fuente que de ahí creo haber manado. Contempla aquellos pies santísimos, que nunca caminaron por el camino de los pecados, mas siempre anduvieron en tu ley, penetrados con crueles clavos, y perfecciona mis pisadas en tus carreras y hazme elgir el camino de verdad".
Con todas mis oraciones y trabajos, sufrimientos y alegrías de hoy
El ofrecimiento es con todas las oraciones y trabajos. Así se hace de la oración un apostolado y del trabajo una oración. Y también con todas los sufrimientos y alegrías, de manera que los unos cobran sentido y las otras no se desordenan.
En reparación de mis pecados
La devoción, palabra que viene del latín, "devovere", significa consagrar y como se explica en la encíclica "Miserentissimus Redemptor" de Pío XI, la devoción consiste en dos cosas: consagración y reparación. Por eso la oración sigue diciendo "en reparación de mis pecados".
Y para que venga a nosotros tu reino
Al recitar esto repasamos cada día que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y la soberanía social de Jesucristo son dos cosas inseparables. Podríamos decir que colectivamente son la misma cosa. Cristo reinará cuando dulcemente se le sometan los corazones de los hombres. Su reino es un reino de amor. Fíjate bien que dice "venga a nosotros". Es la petición del Padre Nuestro. Se supone que pedimos ir al cielo, pero la esperanza cristiana alcanza toda la realidad humana, y por eso se pide que el reino venga. No hagas caso de esos que dicen que todas las religiones son iguales. La verdadera será finalmente reconocida y amada por todos los corazones, incluso en este mundo. Así, además, al recitar cada día esta oración, te verás vacunada a la vez contra la herejía de los que opinan que los cristianos no vamos a hacer nada en el cielo, y contra la de los que se piensan que Jesucristo no tiene ya nada que hacer en la tierra.
¿Ves ahora mejor la profundidad de esta oración?. Decirla y vivirla puede hacernos santos, que es alcanzar aquella vida que no tendrá despedida.
Recibe un fuerte abrazo de tu padrino:
Manuel María Domenech Izquierdo |
Con todas mis oraciones y trabajos, sufrimientos y alegrías de hoy
Estas cosas, puestas a pares, tienen profundos sentidos:
Aquí cabe todo lo que se puede meditar de "Marta y María". Lo de "ser contemplativos en la acción" de San Ignacio de Loyola. Es el "ora et labora" de San Benito. Lo cual va desde aquello del Sermón de la Montaña, de edificar la casa sobre roca, haciendo trabajo de lo que se dice, hasta toda la filosofía de la acción que se quiera profundizar.
Y también cabe lo de "la fe y las obras", de Santiago y de San Pablo.
San Bernardo, en el sermón 85,3 sobre los Cantares, dice: "Mira que en el matrimonio espiritual se dan dos géneros de partos, y, por tanto, diversas descendencias, aunque no adversas; como tampoco lo son las dos clases de madres espirituales que los engendran para Dios y los alumbran, ora con la actividad y la predicación, ora con la contemplación de las cosas divinas".
San Bernardo, en sus sermones sobre los Cantares, nos dice que dos cosas nos trajo Adán: el trabajo y el dolor. En uno ejercitamos la obediencia y en el otro la paciencia, dos virtudes que junto con la Caridad y la Hunmildad están como joyas en los extremos de la Cruz de Cristo. Uno es acción y el otro pasión, que están en el Supremo Sistema.
Actuar y sufrir figura como uno de los "lugares" de aprendizaje y ejercicio de la esperanza en la CARTA ENCÍCLICA SPE SALVI DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI.
San Juan de la Cruz en su comentario a la estrofa 2 de su Cántico Espiritual dice: "Aquel que yo más quiero es a saber, más que a todas las cosas; y entonces, hablando a lo perfecto, le quiere más que a todas las cosas el alma, cuando no se le pone nada por delante que la impida hacer y padecer por Él cualquier cosa".
"No ha en l'amat nulla cosa en què l'amic no haja ànsia e tribulació, ni l'amic
no ha cosa en si en què l'amat no haja plaer e senyoria; e per açò l'amor de
l'amat é en acció e l'amor de l'amic en llanguiment, passió".
(Llibre d'Amic e Amat, Ramon Llull, 115)
En el libro de Joseph Ratzinger "El espíritu de la liturgia" se explica lo que hemos de "participar" en la liturgia, tanto al oír misa como con el ofrecimiento de obras del Apostolado de la Oración: la acción/pasión más trascendental del universo y de la historia: la Pasión de Cristo que es, a la vez, Acción de amor al Padre y a los hombres.
"Ya se trate, en efecto, de cumplir sus mandamientos o de soportar la
adversidad, debe resonar siempre en nuestros oídos la voz del Padre que se dejó
oír desde el cielo: Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias,
escuchadlo".
De los Sermones de san León Magno, papa (Sermón 51, 3-4. 8: PL 54, 310-311. 313)
No olvidemos que: "El Apóstol nos manda estar alegres, pero en el Señor, no en el mundo. Porque, como dice la Escritura, quien pretende ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. Así como el hombre no puede servir a dos señores, así también nadie puede estar alegre en el mundo y en el Señor". (De los Sermones de san Agustín, sermón 171, 1-3. 5: PL 38, 933-935).
Esos " sufrimientos y alegrías" recuerdan la fidelidad que se prometen los esposos "en las alegrías y en las penas". Mucho hay también en los sermones de San Bernardo sobre el Esposo y la Esposa (la Iglesia) y las doncellitas (las almas). En los sermones sobre los cantares (del 24 al 28) se explica el "nigra sum sed formosa" en relación con esto.
También conviene aquí considerar el ejemplo de San José para glorificar a Dios en las alegrías y en las penas.
Aquí se pone también todo lo que los tratados de ascética y mística tratan sobre consuelos y desolaciones.
"Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo" (2 Co 1, 5).
"Toma, y devóralo, y te amargará las entrañas,
pero en la boca tuya será dulce como miel" (Ap 10,8-10).
"El don de Profecía es dulce al profeta, es una luz, una comunicación de Dios;
lo malo es cuando comienzan a pasarle a uno las cosas que están en el Librito;
se amarga el vientre".
(Leonardo Castellani, "El Apokalipsis de San Juan")
"No ha en l'amat nulla cosa en què l'amic no haja ànsia e tribulació, ni l'amic
no ha cosa en si en què l'amat no haja plaer e senyoria; e per açò l'amor de
l'amat é en acció e l'amor de l'amic en llanguiment, passió".
(Llibre d'Amic e Amat, Ramon Llull, 115)
"En nuestro corazón hay alegría y dolor; en nuestro rostro, sonrisas y lágrimas.
Así es nuestra realidad terrena".
MENSAJE URBI ET ORBI DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI PASCUA 2011
El carisma del Apostolado de la Oración ayuda también para incluso vivir los sufrimientos como alegrías según enseña Santa Teresita del Niño Jesús.
San Bernardo, al comentar los versos "Ramillete de mirra y racimo de Chipre es mi Amado para mí", en su sermón 44,1 sobre los cantares, dice: "mi Señor Jesús es para mí mirra en su muerte y racimo en su resurrección".
"Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta" (Flp. 4,12-13).
La Iglesia «va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos
de Dios» (San Agustín, De civ. Dei., XVIII, 51, 2: PL 41, 614)
anunciando la cruz del Señor hasta que venga (cf. 1 Co 11,26).
(LUMEN GENTIUM,8)
"La Iglesia sabe de dos vidas...
...una en medio de la fatiga, la otra en el descanso"
San Agustín, tratado 124 5-7 sobre el Evangelio de San Juan,
(primera lectura del oficio del viernes de la semana VI de Pascua)
"La Iglesia está siempre entre la Cruz y la Resurrección, entre las persecuciones y los consuelos del Señor".
(SS el Papa Francisco, homilía 23 de abril 2013)
El Beato Ramón Llull, en el Llibre del Amic i del Amat, dice para el 8 de enero: "Demanà l'amat a l'amic: - Has membrança de nulla cosa que t'haja guardonat, per ço cor me vols amar? Respòs: - Hoc, per ço cor enfre los treballs e els plaers que em dones, no en faç diferència".
El Beato Ramón Llull, en el Llibre del Amic i del Amat, dice para el 5 de marzo: "Demanaren a l'amic qual cosa era benanança. Respòs que malanança sostenguda per amor".
El Beato Ramón Llull, en el Llibre del Amic i del Amat, dice para el 22 de marzo: "Demanaren a l'amat, de l'amor de son amic. Respòs que l'amor de son amic és mesclament de plaer e malanança, e de temor, ardiment".
El Beato Ramón Llull, en el Llibre del Amic i del Amat, dice para el 14 de julio: "Moria l'amic per plaer, e vivia per llanguiments; e els plaers e els turments s'ajustaven e s'unien en ésser una cosa mateixa en la volentat de l'amic. E per açò l'amic en un temps mateix moria e vivia".
El Cristo del Cerro del Cubilete, en México, tiene una corona de Rey y otra de espinas.
Los sufrimientos y alegrías no se neutralizan como los ácidos y las bases
en química:
"Esta pena y gloria junta me traía desatinada, que no podía yo entender cómo podía ser aquello".
Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, Cap 29, 11
"lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia".
(De las obras de santo Tomás de Aquino, presbítero. Opúsculo 57, en la fiesta del Cuerpo de Cristo, lect. 1-4)
"Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morirnos. En fin, que tanto en vida como en muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo y retornó a la vida, para ser Señor de vivos y muertos" (Rm 14,7-9).
Oraciones de la mezcla del agua con el vino en el ofertorio
«Oh Dios, que formaste al hombre en un estado tan noble y, por la obra de la Encarnación, lo restableciste de un modo aun más admirable, haz, te suplicamos, que por el misterio de esta agua y de este vino seamos participantes de la divinidad de Aquel que se dignó formar parte de nuestra humanidad, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro que, siendo Dios, vive y reina contigo en unidad con el Espíritu Santo, por todos los siglos».
"El agua unida al vino sean signo de nuestra participación en la vida divina de Aquel que quiso compartir con nosotros nuestra condición humana" (Misal Romano n. 133)
«La señal de la cruz hace reyes a todos los regenerados en Cristo, y la unción del Espíritu Santo los consagra sacerdotes; y así, además de este especial servicio de nuestro ministerio, todos los cristianos espirituales y perfectos debe saber que son partícipes del linaje regio y del oficio sacerdotal. ¿Qué hay más regio que un espíritu que, sometido a Dios, rige su propio cuerpo? ¿Y qué hay más sacerdotal que ofrecer a Dios una conciencia pura y las inmaculadas víctimas de nuestra piedad en el altar del corazón?» (San León Magno, Sermo 4, 1).
(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 786)
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