Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciéndelos en el fuego de tu amor.
Oh Dios Espíritu Santo, que con tu luz iluminas los corazones de tus fieles, haz que siempre, guiados por tu consejo, sintamos rectamente y gocemos de tus consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
"El Espíritu Santo, como en nosotros pide por nosotros, así desde
el corazón del Padre nos perdona los pecados, con el Padre mismo".
(San Bernardo, primer sermón de Pentecostés, I,4).
"Hay que hacer de la devoción al Espíritu Santo lo que hizo
San Luis María Grignon de Montfort de la devoción a María".
(Mr. Luis María Martínez, "El Espíritu Santo", I,I).
"En el alma que posee el Espíritu Santo y es poseída por
Él, que ama con el Espíritu Santo, hay una imagen limitada,
pero inefable, del misterio de amor de la Trinidad, pues esa alma ama al Padre
a la manera del Verbo y ama a Éste a la manera de Aquel".
(Mr. Luis María Martínez, "El Espíritu Santo", XIV).
San Bernardo en su sermón 63,5 sobre los Cantares, dice: "De las viñas del Señor de los ejércitos podemos decir lo que el mismo Señor dice hablando del reino de Dios que está dentro de nosotros, leyéndose en el Evangelio que el reino de Dios será dado a gentes que den frutos de buenas obras (Mt. 21,43). Estos frutos no son sino aquellos de que nos habla San Pablo cuando dice: "Los frutos del Espíritu son: caridad, gozo, paz, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad" (Gal. 5, 22-23).
Como explica
Mr. Luis María Martínez en su libro "El Espíritu Santo",
sus consuelos son la dulzura de sus frutos que enumera San Pablo (Gal. 5,22-23,
y sistematiza Santo Tomás (S. Th. 1-2 q70 a3)
En la vida contemplativa
(En el camino de la vida se encuentran en orden inverso, dice también Mr. Luis M. Martínez).
Además de estos, las bienaventuranzas son los frutos más exquisitos.
"En la cuarta semana (de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio), cuya materia es la resurrección y cuyo fin es conocer a Cristo glorioso y glorificado, se piden aquellas tres gracias que generalmente abarcan los bienes más excelentes: la primera, el amor de Dios y de Cristo; la segunda el gozo perfecto en Cristo solo, la tercera, paz verdadera que tampoco puede darse sin Cristo".
(San Pedro Fabro,
Recuerdos espirituales, 303, 277-278).
"Sabemos bien que la consolación prometida por el Espíritu Santo no consiste
simplemente en palabras hermosas, sino que se traduce en un ensanchamiento de
la mente y del corazón para que podamos ver nuestra situación en el marco más
amplio de toda la creación sometida a dolores de parto mientras espera la
revelación de los hijos de Dios (cf. Rm 8, 19-25)".
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI a los obispos, sacerdotes y fieles católicos de la región de oriente próximo con ocasión de la Navidad, 21 de diciembre de 2006
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